No les importó las miradas incrédulas de los alfas cuando salieron de la habitación

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No les importó las miradas incrédulas de los alfas cuando salieron de la habitación. Gabriel les sonrió con amabilidad, justo antes de encaminarse hacia la puerta principal con Ava siguiéndolo detrás.

— ¿Nuestra hermana acaba de comprometerse? —inquirió Iván.

— Lo ha hecho —respondió Lilian, incrédula— ¿De verdad lo ha hecho? —inquirió— Madre mía, sí que lo ha hecho, Iván —afirmó, muy segura de sí misma— Nuestra hermana va a cortejar a Gabriel.

El alfa asintió, eufórico.
Aún no lograba procesarlo.

— ¿Y qué va a pasar con...? —comenzó a decir Iván— ¿Crees que...? —Lilian asintió— ¡Yo llegaré primero!

La alfa gruñó, indignada.

— ¡No si lo hago yo! —refunfuñó como una niña pequeña, saliendo a correr hacia el mismo destino que los omegas— ¡No pienso perderme este espectáculo bajo ningún motivo!

Fue el turno de Iván para gruñir.
Salió a correr tras su hermana.
Él tampoco iba a perdérselo.

Cuando el omega abrió la puerta, la sonrisa de Andrés decayó un poco. Ciertamente, ya se le había olvidado que Gabriel había secuestrado a Ava. Pero pronto su sonrisa volvió a su estado natural al recordar que ese pequeño omega malcriado no lograría salirse con la suya.

— Buenos días, Gabriel.

— Buenos días, Andy.

El alfa carraspeó, un poco incómodo. Ava permanecía tras el omega, y éste parecía no tener la menor intención de apartarse para dejarla pasar, aunque debía hacerlo para que él pudiera hacerle su propuesta.

— Es un buen día, ¿verdad? —inquirió Andrés con amabilidad.

Gabriel sonrió.

— Sí, lo es.

— ¿Podrías dejarme un momento a solas con Ava, por favor? —inquirió— Quisiera hablar con ella de una forma un poco más íntima, por..., mmm..., bueno..., ya sabes qué día es hoy.

Gabriel sonrió aún más.

— Te lo habrás currado un poco más que el año pasado, ¿no? —inquirió dulcemente.

— Sí —respondió a regañadientes.

El omega asintió. Entonces, se echó a un lado para que Ava pudiera quedar frente a él, y no pudo evitar soltar un tímido gimoteo debido a la emoción que lo estaba embargando.

Necesitaba que Andrés le hiciera la proposición, pero necesitaba aún más que Ava la rechazara y le hiciera saber cuáles eran sus verdaderos planes para esta época de cortejos.

— Buenos días, Ava.

— Buenos días.

Andrés no tardó en extender el ramo de tulipanes amarillos que había adquirido para esa ocasión, ya que las flores del año pasado parecieron no agradarle demasiado, puesto que se ofendió tantísimo que rechazó su petición de cortejo.

Amor de omega ©Where stories live. Discover now