Mis cejas se arrugan al escuchar eso. Cuando llegué, en la mañana, la señora Agatha no me mencionó nada de un complejo recreacional y cuando mencionó que su esposo estaba con un cliente por el terreno, pensé que sería alguien que seguiría con los viñedos. No puedo permitir que se venta este pedazo, muchos recuerdos están aquí y el futuro de mi hijo también. Así que decido salir para hablar con el comprador y el señor Benjamín, espero tener suerte.

—Entonces, no siendo más...

—Señor Benjamín, buenos días, no sé si me recuer...

Cuando salgo de la pequeña habitación mi voz se apaga, veo quién es el comprador y me arrepiento de salir inmediatamente. Maddox y Richard están parados al lado del hombre mayor.

—Gorrión, ¿Qué haces aquí? Viniste sola. —Sentencia y noto que lo último lo dice un poco enojado. Maddox da un paso hacia mí.

Mi mirada cae sobre el hombre mayor de nuevo. Mi corazón se acelera al verlo ahí, con su traje caro y su mirada asombrada.

—No sé si me recuerde, yo soy Ángela Bennington, la hija de Linda Bennington. Nosotras solíamos venir aquí, usted nos regalaba manzanas y nosotras horneábamos pasteles con ellas.

No me esperaba encontrarlo aquí, esto hace que mis planes cambien y él los sabría. Me debato entre hacer mi oferta o simplemente huir. Los dos hombre empiezan a tener un conversación en voz baja.

El señor Benjamín abre sus ojos y sonríe.

—Ángela, mi niña, cómo has crecido. —Él se acerca y me da un abrazo.

Veo que Maddox camina hacia nosotros pero Richard lo detiene.

—No puedo creer lo hermosa que estás, me da gusto verte, muchacha. Mi esposa se alegrará mucho de verte, pero cuéntame ¿qué haces por acá? —Se aleja unos pasos de mí.

—Ya me encontré con su esposa. —Puedo sentir la pesada mirada del rubio sobre mí pero la ignoro­—. Vine aquí a comprar la cabaña y la señora Agatha me dijo que no habría problema, por eso me ofreció verla. —Le sonreí y me puse de tal lado que Maddox no pudiera verme la cara.

—Ay, niña, es que estoy cerrando un trato con el señor Castile, él va a comprar la tierra para construir un centro recreacional. —Se veía visiblemente apenado mientras hablaba.

—Señor Benjamín, usted sabe que este lugar guarda muchos recuerdos para mí, no puedo dejar que lo derrumben para construir un simple complejo vacacional para personas ricas. —Me acerqué a él.

—Niña, pero ya casi que firmé el contrato, tal vez usted y el señor Castile puedan llegar a un acuerdo. —Me sonríe incómodo.

—Cariño, no sabía... —Lo ignoro y lo interrumpo.

—Bueno, supongo que a veces hay que perder. Que esté muy bien y mis saludos a su esposa. Tal vez pueda visitarlos pronto. —Sonrío y bajo mi mirada para salir del lugar.

—Mi cielo, hablemos. —Maddox me coge de la mano.

Mi piel se eriza ante su toque, un huracán de emociones me golpea y solo tengo impulsos de salir corriendo para no enfrentarlos. Me obligo a voltear y poner un semblante lo más sereno e inexpresivo posible.

—Señor Castile, es mejor que me suelte y siga con el cierre de su trato. —Muevo mi mano pero no me suelta.

—Necesitamos hablar, pequeño gorrión.

Me dice tocando mi mejilla y levantando mi cara para que lo mire. Me quedo en silencio mirándolo.

—¿Acaso ustedes... —El señor Benjamín se ve confundido mientras mira entre los dos.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora