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AQUELLA TARDE, REISHACK DECIDIÓ CONTINUAR CON SUS labores en solitario

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AQUELLA TARDE, REISHACK DECIDIÓ CONTINUAR CON SUS labores en solitario. La noche anterior le había exigido demasiado a Goliat, de modo que decidió darle el día libre. Al inicio, la lechuza se había negado, pero este lo convenció, asegurándole que el hecho de visitar a Allison por él había sido más que suficiente para quedar en deuda para todo el año. No lo hice para que estuvieras en deuda conmigo, renegó el ave. Sin embargo, no pudo hacer nada ante la insistencia de Reishack.

El día había transcurrido de modo normal y tranquilo, si es que un adjetivo como ese podría emplearse para describir sus ocupaciones diarias. Solo había tenido que llevar a un alma al Avitchi, el resto, por suerte, pudo ser salvado. Sin embargo, la cantidad, cada vez creciente, de personas que día con día consideraban la posibilidad de acabar con todo, lo ponía muy mal. Reishack sentía que no lograba comprenderlos, aunque, en realidad, era el único ser que de verdad lo hacía. Él entraba en sus corazones, sentía sus dolores, escuchaba sus penas; y en un acto de amor profundo y desenfrenado, sacrificaba un poco de su divinidad para arrancarles una parte de la tristeza que los azoraba. Reishack arrebataba el sufrimiento de sus pechos y lo adhería a su propio interior. Se trataba de algo inconsciente producido por el sincero deseo de ayuda del ángel, y solo él era capaz de realizar semejante hazaña.

Echó la vista hacia el horizonte; comenzaba a anochecer, la brisa nocturna aquietaba el panorama y enviaba a todos los humanos a descansar.

Reishack paseaba sobre un pequeño edificio departamental a un costado de un profundo bosquecillo de pinos. Se encontraba en las afueras de una pequeña ciudad estadounidense, donde las colinas comenzaban a dominar el paisaje.

A lo lejos, escuchó un pequeño grito de alarma.

—Goliat —susurró, buscando con la mirada la procedencia de aquel alarido.

Transcurrieron un par de minutos en los que el ángel intentó hacer conexión con la lechuza, sin recibir respuesta alguna. Hasta que, de pronto, el ave apareció en el horizonte, aleteando con todas sus fuerzas para llegar a lado de Reishack. Este lo recibió en sus brazos, hincando una rodilla en el suelo al tiempo que acunaba el emplumado cuerpecito blanco.

—¿Qué ha sucedido?

¡Ayúdame!, prorrumpió desesperado.

Reishack sintió un agudo dolor en las alas que llevaba ocultas, pero no se inmutó, o al menos lo intentó. Sabía bien que se trataba del dolor de su lechuza.

Ayúdame, repitió Goliat. ¡Me persigue! ¡Quiere matarme!

—¡¿De qué hablas?! ¡¿Quién intenta matarte?!

Goliat no pudo contestar esta vez, enmudeció de pronto. Ante los ojos del ángel lucía tal y como una pequeña crisálida herida.

—No te preocupes, amigo. Nadie podrá hacerte daño —susurró—. No mientras yo esté aquí para detenerlo.

Reishack - El último ángel de la muerte prematura [Serie Reishack 1]Where stories live. Discover now