– ¿Tú... se lo pediste? – Yibo no salía del estupor. Creía que fue su padre quien le ordenó aquello al azabache.

– Sí. Aquel día, luego de desayunar, me llevó al despacho. Explicó que mi próximo encargo era asesinar a un proveedor de armas, un viejo carcamal que podría estar pasando información confidencial de la mafia. Sin embargo, me negué y le propuse la idea de matar al jefe italiano. Mi equipo junto con el de Zhao Teng y Liu Feng eran los mejores. Si uníamos fuerzas, además de usar a varios grupos de apoyo, podríamos ser capaces de lastimar a Cabassi. Quizás no matarlo, pero sí causar daños irreparables a la mafia italiana. 

– Conozco a papá. Seguro que no quiso, ¿verdad? 

– Estás en lo cierto. No quiso. Me lo negó por sobre encima de todo. Aunque el plan, tal cual se lo mostré, le pareció muy buena idea.... Finalmente accedió a seguirlo, pero me dejó fuera. 

– Me lo imaginaba. Hizo lo mismo conmigo. Es una señal de que nos protege – concretó.

– O una señal de que algo hay en Italia que no quiere que encontremos. Una verdad silenciosa en China pero a gritos aquí. 

– Esa razón es demasiado conspiranoica. 

– ¿Conspiranoica dices? No niego que pueda sonar así. Al fin y a cabo no conoces ni la mitad de los datos que yo sé. Pero ahora te pregunto. Si te añado que, tras convencer a "padre" de dejarme venir a Italia y dar inicio a la misión, descubres que él te dejó ir con el objetivo de matarte. ¿Todavía sería una razón conspiranoica? 

– Eso es imposible – dijo entre dientes. Ahora mismo no se fiaba de ninguna palabra del mayor. 

– Pues sí, es posible. Muy posible. Tanto que fue la realidad.... Nuestro informante nos comunicó el día, la hora y el lugar exacto dónde estaría Cabassi. Era una gran casa de madera abandonada a las afueras de Venecia, sitio en el que tendría una reunión con un conocido traficante. Tratándose de uno de los mayores mafiosos, sabíamos que no sería sencillo. Habría más efectivos que nunca. No obstante, jugábamos con el factor sorpresa.

– Factor que no funcionó – dedujo.

– Mm. Había un traidor entre nuestras filas, seguramente el mismo informante. Avisó a Cabassi y.... El resto puedes imaginártelo. Las balas volaban hacia todos lados. Los tanques de gasolina explotaron incendiando el lugar.... Era el mismísimo infierno. Uno a uno, los hombres fueron cayendo. Los que quedábamos respondíamos con nuestras armas hasta que el enemigo ya no volvió a disparar. Una herida hacía brotar sangre de mi costado, tanta que era una suerte que siguiera consciente. El techo quemado estaba a punto de caerse y el humo complicaba el respirar. Me parece recordar el suelo lleno de mis compañeros muertos. Algunos por las balas y otros por el mismo gas que inhalaba.... La verdad es que creí que moriría allí – por primera vez en toda la conversación, la emoción resonó en su voz. Aunque esa misma emoción no estaba concreta. ¿Era rabia? ¿Era tristeza? ¿Era alegría? 

– ¿Cómo... fuiste capaz de salir? – preguntó con cautela. Es cierto que lo odiaba por muchos motivos y que ahora solamente deseaba golpearle por el daño que le causó. Pero por otro lado le dolía lo que escuchaba. Saber el mal rato que pasó en aquella casa, rodeado de sus conocidos fallecidos y al borde de la vida y la muerte, le apenaba. 

Yibo lo reconocía. Si hubiese sido cualquiera, ya lo hubiera matado. La traición, como se dijo, se paga con la muerte. Él era fiel a su mafia, a su padre. Por ello, debería de haberle asesinado nada más enterarse, como hizo con los dos perros que tramaron algo en contra de Zhou Yen. Pero, ¿cuál era la diferencia? Que Zhan no era cualquiera. El azabache le importaba. Aún habiendo hecho tantas cosas imperdonables, como haber desaparecido 4 años o haberle engañado..., todavía le amaba. Y sabía que él también le quería. Ahí la razón de que su corazón estuviera dividido. 

– Si soy sincero..., no lo sé. Pero lo que sí recuerdo y lo que nunca olvidaré es el suceso antes de que me desmayara. 

/∆/

4 AÑOS ANTES

– Mira, mira. ¿Qué tenemos aquí? – mencionó alguien entre el humo negro. Ese espesor y la visión borrosa de Xiao le impedían ver perfectamente a la persona. Aunque, por la voz, ya la supo reconocer.

– Zhao Teng..., ayúdame – pidió. Apenas podía tomar aire y, lo poco que conseguía, se le atoraba en los pulmones haciéndole toser. A cada tos, más sangre abandonaba su cuerpo por el orificio de bala. 

– ¿Ayudarte? ¿Por qué debería, Zhan? 

– No... estoy para... gilipolleces ahora. 

– ¿Crees que es una broma? – el contrario se agachó frente a él. – Esto es muy serio. 

– ¿Qué... mierda dices? – tosió de nuevo.

– Yo solo sigo órdenes – se levantó y sacó la pistola. Luego, apuntó con ella a la cabeza del pelinegro. 

– ¿Qué?

– ¿Pensaste que el jefe no se daría cuenta? ¿Qué te permitiría venir aquí, descubrir tu pasado y regresar a China?.... No – negó tras realizar un chasquido con la lengua. – Él temía que dieras con la clave necesaria. Una información que convirtiese su trofeo en un arma peligrosa para él mismo.... Así que me ordenó matarte – quitó el seguro, produciendo un sonido escalofriante.

– "Entonces, todo lo que había escrito en esa carta en el buzón 7 era verdad" – pensó mientras se resignaba a la muerte. Ya no había nada qué hacer. No podía luchar más. 

Su vida había estado, dentro de lo que cabe, muy bien. Y fue así gracias a una sola persona. Lo único que lamentaba era no poder despedirse de Bodi. Conociendo a aquel chico de cabellos castaños y dulce sonrisa, ahora debería estar tirándose de los pelos mientras pensaba el porqué del beso. Un beso que deseó darle como anticipo a la confesión de sus sentimientos. No obstante, ya no sería capaz de confesarlos. 

Esperando el ruido del arma, cerró los ojos y se dejó llevar por la inconsciencia. Fue una pelea larga, dolorosa. ¿Por fin descansaría? Sin Yibo no sabía si podría. A fin de cuentas, solo dormía plácidamente si lo abrazaba. Quizá si imaginaba que lo hacía, descansaría. 

Sin embargo, no fue el sonido del disparo lo último que sus oídos captaron, sino el del motor de un coche y luego una explosión.

A la mañana siguiente, despertó en un lugar desconocido. La cama era blanda y su abdomen estaba vendado. Una aguja le inyectaba una sustancia de una bolsa colgaba en el portasueros y un aparato medía sus constantes vitales. Extrañamente, continuaba con vida.

– Buongiorno, Zhan (Buenos días, Zhan) – saludaron de repente desde la puerta. 

– ¿Tú?



/∆/

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🐠

Okno XD

¡Hoy es el cumple de nuestro hermoso y querido león!
🥺💖

Espero que él pase este lindo día rodeado de sus seres queridos y que cumpla muchos más
💚💚

¡FELIZ CUMPLEAÑOS, WANG YIBO!

Ahora sí, me retiro XD

✨ Pasen ustedes también un buen día ✨






La mafia | Vᴇʀsɪᴏ́ɴ ZʜᴀɴʏɪWhere stories live. Discover now