x. días de apagón

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        Horas antes, Enid estaba sentada frente a cinco desconocidos que en lo más profundo de su ser deseaban deshacerse de ella para siempre. Podía verlo en sus caras, en la forma en la que la miraban como si fuese el enemigo; culpable. Pero ellos no tienen ni idea.

        Steve la recogió en coche a las diez en punto acompañado de una chica rubia muy nerviosa que no paró de hablar durante el trayecto hacia la casa de Harrington. Robin, cree que se llamaba. Robin Buckley. Como los demás, también la juzgaba sin saber y comentaba alguna que otra vez en la conversación. Enid tuvo que mantener la calma para no levantar más sospechas, porque Eddie ya la había avisado: si estas personas la ven como una amenaza, no pararán hasta descubrir qué ocurre verdaderamente con ella, y si eso pasa, él también estaría expuesto.

        Por eso, se ha visto obligada a contarles la verdad un tanto maquillada.

        Le han preguntado sobre la noche del funeral, alegando que supuestamente ella parecía haber perdido la cabeza, y Enid les ha contestado que vio a Henry. Le han preguntado sobre Carol Perkins y ella ha jurado que no la conocía. Le han preguntado sobre su comportamiento extraño estos últimos días y ella les ha permitido saber sobre la visita a la casa Creel. Pero no más. Nada sobre Eddie, ni sobre los pocos recuerdos que tiene de esa noche, ni sobre las lagunas mentales que la atormentan desde entonces. Nada sobre que a veces despierta en su casa cuando lo último que recuerda es haber estado en el hospital, o sobre la sangre que ha cubre la mayor parte de su ropa. La verdad maquillada es la mejor verdad para ellos.

        Y para la misma Enid, temerosa de indagar en su propia cabeza.

        Horas antes, estaba bebiendo té de vainilla, acurrucada en un sofá blandito y de calidad y oyendo el tic tac del reloj del salón donde se encontraban todos, hablando en voz baja y arrastrando las palabras mientras contestaba a las preguntas que formulaban, una tras otra. Steve relajaba la expresión dura de su rostro siempre que Enid mencionaba a Linda, y tanto Nancy Wheeler como Jonathan Byers se miraban, como diciendo que no deberían haber dudado de ella.

        No la interrogaron más después de mencionar la casa Creel. Y ella lo agradeció. Después de eso, Nancy la consoló mientras ella sollozaba y pedía perdón por haberse portado de forma tan rara, aunque no lo sentía. Las lágrimas salían solas y sin parar.

        ❝No te preocupes, Webster,❞ había dicho Argyle, el muchacho de cabello largo que había llegado con Jonathan, tomándose unas confianzas extrañas. ❝Estas movidas cambian a cualquiera. Mira a estos tíos. Harrington apenas se sostiene en pie. Ya es demasiado que estés tú sola en esto.❞

        ❝Argyle tiene razón,❞ añadió Robin. ❝Deberías haberlo contado antes. Podríamos haberte protegido.❞

        ❝Me odiabais. Seguro que no me habríais creído y todo habría pasado igualmente, ¿verdad? Solo decís esto ahora porque os doy pena. No necesito vuestra compasión. No necesito que me miréis como si tuvierais la más mínima idea de lo que he estado pasando estos días mientras ideabais este estúpido plan para acorralarme e interrogarme. Prefiero estar sola en esto.❞

        Horas antes, Enid ha salido de esa casa con cinco nombres y cinco apellidos y ha regresado a la suya para encontrarse a Eddie huyendo de la luz, como siempre, y expectante por saber cómo ha ido todo. Para cuando ella cruzó el umbral de la puerta principal, las lágrimas habían desaparecido y solo se sentía existiendo, respirando. El cansancio la consumía; ya lo había llorado toda la noche anterior cuando descubrió que Linda había sido trasladada al laboratorio de Hawkins, y cuando despertó bañada en sangre en la habitación de hospital de Max Mayfield.

        Eddie jura y perjura que no la había visto salir en ningún momento, pero por alguna razón que desconoce, a ella le cuesta creerle.

        No puede evitar pensar en Lucas, en la mueca de alivio que adornaba su rostro antes de que ella se marchara, en cómo observaba a Max desde la distancia como si fuera el primer rayo de sol tras una fuerte tormenta, en sus palabras de agradecimiento y sus lágrimas de felicidad al verla dormir plácidamente... No puede evitar pensar en sus mentiras. Y en las palabras de la propia Max: Sé quién eres. Al menos, ella lo sabe.

Ascenso, Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora