Capítulo 01

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Harry no tiene de que quejarse con respecto a su vida.

Es dueño de su propia compañía, lo que lo convierte en una persona muy poderosa con cuentas de banco en las que nunca falta dinero, y en su dedo anular lleva un anillo de oro el cual es una prueba del feliz matrimonio en el que se encuentra. Alice, su esposa, es una omega divertida, tranquila, graciosa, muy inteligente y lleva exitosamente una carrera de diseño de modas a la que le dedica su vida. Incluso si es poco el tiempo que pasan juntos, Harry aprecia la tranquilidad que llevan.

Ha sido un día muy ajetreado (Tal y como lo son todos excepto los fines de semana) y todo lo que desea es llegar a casa. Le duele el cuello, sus músculos piden a gritos una ducha fría, y una copa de vino o un vaso de whisky no le vendrían mal.

Cuando estaciona su auto en el garaje, le sorprende ver que Alice ya se encuentra en casa. Usualmente, ella suele quedarse trabajando hasta un poco más tarde que él, por lo que espera encontrarla dormida cuando entra a la propiedad. En vez de eso, escucha como la omega refunfuña y la sorprende de rodillas en el suelo tratando de recoger una maceta destruida, con un montón de tierra cubriendo el piso y la pobre planta tirada como un cadáver, con sus hojas llenas de marcas de dientes que reconoce muy bien.

— ¿Qué sucedió? —pregunta mientras se quita el abrigo para colgarlo en el perchero y luego se va en dirección a su esposa. Ella tiene el ceño fruncido y su cabello rubio recogido en un moño rápido.

—Tu gata, eso sucedió —espeta y Harry tiene que luchar para no echarse a reír—. Es la tercera planta que destroza en la semana, además de que ha rasgado los muebles y hay pelo por todos lados.

El alfa mira hacia el sofá y se encuentra con una gata peluda, algo gorda y de color café que se lame las patas de manera desinteresada.

—Olivia es una buena niña.

—Pues tu niña se porta muy mal.

Ambos ríen después de eso y Harry la ayuda a levantarse para saludarla con un casto beso en la boca junto con un corto abrazo. Al tenerla cerca él inhala profundamente siempre esperando sentir su aroma de omega, pero no lo hay. Alice siempre ha preferido esconderlo, y aunque al alfa le encantaría percibirlo alguna vez, respeta su decisión.

—Voy a prepararme un trago ¿Quieres uno?

—No, pero tráeme una cocacola del refri.

Obedientemente, el alfa se acerca a minibar y se sirve una considerable cantidad de whisky en un vaso de vidrio, sin hielo, y toma una lata de la neverita pequeña que se encuentra en la parte de abajo.

Alice se ve igual de cansada que él, se ha quitado los tacones, se ha deshecho el moño y mantiene los ojos cerrados hasta que su esposo le tiende la lata. Él también toma asiento junto a ella, e inconscientemente, desvía la mirada a su cuello. Sin marca.

— ¿Sabes Harry? He estado pensando en que tal vez necesitamos a alguien que esté aquí, que cuide la casa mientras no estamos.

—Ya tenemos quien la limpie.

—Exacto, limpiar, no cuidar. —Ella le da un trago a su bebida y suspira—. Tú y yo nunca estamos, las plantas se secan porque nadie las riega y Olivia se porta mal de seguro porque siempre está sola, es necesario.

—No me agrada la idea de que una extraña se quede aquí.

—No sería una persona extraña, al menos no totalmente —dice y Harry se voltea a mirarla con toda su atención.

— ¿A qué te refieres?

—Pues... Diana, mi secretaria, tiene un hijo omega que está buscando trabajo y pienso que no sería mala idea para esto.

—Oh no, definitivamente no ¿Un mocoso aquí? Aprovechará que no estamos para traer omegas y de seguro hacer fiestas —se negó, haciéndose ya una muy clara idea de lo que le pasaría a su casa si la dejaban en manos de un chiquillo.

—Es un omega y apenas tiene dieciocho, he conocido al chico y es muy dulce, nada de los adolescentes tontos que te imaginas. Hasta sabe cocinar y es muy atento.

Harry toma una fuerte exhalación y rueda los ojos. No le gusta para nada la idea.

— Bien —accede y Alice celebra por haberlo convencido. Ella está muy consciente de lo realmente terco que puede ser el alfa a veces—. Mañana le diré a Diana, estoy segura de que se alegrará mucho.

Él asiente y se termina su bebida de un trago.

— ¿No me darás si quiera un abrazo por ser un buen esposo? —pregunta divertido, a lo que ella rueda los ojos y se acerca para abrazarlo. Nada muy romántico y pasional, sólo un abrazo simple y un beso que apenas siente para luego alejarse de él.

—Iré a darme un baño y cambiarme, muero de sueño. Tú cena quedó en el microondas. —dice antes de irse por las escaleras.

En medio de su soledad, Harry suspira y decide que otro trago no le caerá mal.

No es que de un tiempo para acá su matrimonio se esté apagando o algo por el estilo. Él es feliz junto a Alice, siempre se han llevado bien y durante la universidad fueron muy buenos amigos, aun lo siguen siendo. Es sólo que las cosas siempre han sido de esa manera, Alice no es muy cariñosa en cuanto el contacto físico y su vida sexual no es la más activa de todas. E incluso, muchas veces, se siente un poco solo cuando ella esta tan concentrada en su trabajo.

Y también está el hecho de que no la ha marcado.

Resulta normal que la gente se sorprenda que aun estando casados, el cuello de Alice siga limpio sin ningún tipo de marca. Lo común habría sido que la hubiera marcado desde el momento en el que se casaron, para así consumar su matrimonio. Sólo que ella no se sentía lista y las veces que tocan el tema, no parece dispuesta a cambiar de opinión. Harry respeta su decisión desde el primer momento, y no es como que le moleste, es sólo que... Tal vez le gustaría sentir un poco más, vivir un poco más de intensidad.

De igual manera, él es feliz con lo que tiene. Piensa que debe serlo.





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Holi, primer capítulo de esto.

Espero que de verdad lo disfruten tanto como yo disfrutaré escribirla.

Si desean estar al pendiente de la información que doy sobre mis fics, pueden seguirme en mi ig @heytrebol.

Nos leemos luegos.

-m.

Sweet Sweet Lou Donde viven las historias. Descúbrelo ahora