Inmadurez: Rebeldía parte 3

273 29 15
                                    

20 de Junio del 2015

Hoy me siento muy mal, no puedo creer todo lo que ha ocurrido.
Para resumir un poco, aquel día fue caótico.
La madre de Fernando me llevó a casa en su carro después de una fuerte pelea familiar en donde yo contaba como un mueble más.

Me sentí humillada, y no porque su madre me haya ofendido directamente, sino porque entre los regaños a Fernando y la desesperación, indirectamente me trató de fácil, de bandida.

Al llegar a casa todo fue peor, más de lo que imaginaba.
Mamá y abuela Julia lloraban, papá estaba enfurecido intentando promover mi busqueda en la escuela y ponerse en contacto con la policía.

Apenas bajé mamá corrió a abrazarme sin entender muy bien lo que sucedía, creo que solo se alegraba de que estuviera bien. Papá y abuela Julia me miraban atónitos desde el sofá.

La madre de Fernando pidió a mis padres salir para conversar con ellos, yo me quedé adentro, sentada en silencio, como si esperara una condena.
Mamá asentía a todo lo que decía esa señora, papá se tapaba la cara y negaba incredulo. Era mi fin.

-¡Sabes que tu padre es enfermo del corazón Camila! -gritó mamá perdiendo todo ápice de paciencia- ¡¿cómo pudiste hacernos algo así?! ¡Nos estabamos volviendo locos!

-Mamá, yo... yo solo salí temprano a su casa y nos dormimos eso fue todo.

-¡No más Camila por favor ¿si?! -gritó papá exasperado- ¡Basta de mentiras! tu mamá te escuchó salir de aquí a las 2:30 de la mañana ¡¿En qué estabas pensando ah?! ¡Te pudo haber ocurrido cualquier cosa y nosotros sin saber nada de ti! ¡Sin saber donde empezar a buscarte! -papá se tocó el pecho con una mueca de dolor, sabía que había llegado demasiado lejos, mi intención era causarle un dolor de cabeza, no un paro cardíaco.

- Perdón -murmuré, no tenía mucho más que decir- perdón, yo solo quería la pijamada que no pude tener hace días.

-¡¿Cuál pijamada Camila?! ¡Si solo fuiste a dormir con el mocoso ese! -espetó mamá enrabiada.

Obviamente me castigaron. Pero no me dolió el castigo, me dolió oír a mamá decepcionada y a papá al borde de la locura.
Me dolió pensar que por mi pendejada pude haberle provocado la muerte a papá, porque pese a que estoy enojada y decepcionada de él, no me hubiera perdonado jamás que algo le hubiera pasado a papá por mi culpa.

Pero por otro lado, quería vivir el sueño sin importar lo que eso costara.

Es increíble, pero hace unos días pensaba que solo bastaría con ser más cautelosa para evitar problemas.

Seguí escapandome, faltando a clases, yendo a una que otra fiesta con los tipos del barrio que eran amigos de Fer y llegando antes de que mis padres se despertaran.

Todo comenzaba a marchar relativamente bien, es decir, cumplía con mi castigo para ellos, pero era libre en la medida en que no me metiera en problemas.

Pensé que podría mantener ese ritmo pese a que ya no dormía mucho por las noches y eso hacía que me quedara dormida en clases.

Pensé que podía darme la libertad de ser una estudiante regular con tal de permitirme seguir soñando con Fer.
Lo pensé... Hasta hace unas horas.

Hoy pretendía escapar de clases con él, irnos por ahí para estar juntos solamente. Nos propusimos correr y escabullirnos por nuestras respectivas salidas como a eso de las 12 del día sin embargo algo salió mal.
Por mi parte, hubieron demasiadas trabas.
Una inspectora notó mi cara de sospecha y me siguió por todos lados.

En un momento, cuando iba unos cuantos pasos detrás de mi gritó un histrionico: "Señorita Mendoza"

Yo me asusté, corrí hacia el baño, y me metí a la primera puerta que encontré abierta, en mi desesperación no me percaté de que se trataba del baño de hombres hasta que entró un chico y luego otro, y otro. Yo me escondí para pasar desapercibida, hasta que algo llamó mi atención.

El diario de Camila Mendoza PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora