2. Sobrevive a cualquier precio [*]

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Se equivocaron.

Los demonios pensaron que no tendrían la fuerza suficiente para vivir en el mundo, pero los siglos demostraron pequeñas civilizaciones que se movilizaban y crecían tan rápido como lo hacían los monstruos. Aprendieron a crear habilidades en base a sus artilugios endebles, controlaron potenciadores corporales, su curiosidad era un camino que se transformaba en decenas de ellos con intenciones variopintas... pero el error más grande no fue subestimarlos, sino creer que los Dioses no les ofrecieron nada a cambio de una existencia.

Al principio todos eran mundanos y corrientes, sin nada destacable, y cada cierto tiempo uno de ellos nacía con algo que lo hacía diferente. A veces sólo era su aspecto, otros cuando crecían mostraba aptitudes interesantes en su manera de desenvolverse por el mundo, y algunos aplastaban a los demás con una extraña inteligencia.

Cuando yo nací, siendo fruto de una noche ardiente, sucia y maliciosa entre un demonio y una vampira, aquellas criaturas que fueron llamadas como "Humanos" ya habían creado sus modernizadas sus civilizaciones e iniciaron las primeras guerras en nuestro mundo. Mientras que muchos luchaban con la fuerza bruta, otros se marcharon hasta los bosques para reunirse con los Altos Elfos para aprender el uso de la magia y la comunicación con los espíritus.

Las primeras magias aprendidas fueron el viento y la tierra, después le siguió el agua y el fuego, mucho tiempo después variantes de hielo o rayo. La luz, siendo la señal más cercana para los favoritos de los Dioses, fue otorgada a familias que desde los inicios siguieron rigurosos estudios y creencias sobre ellos; sin embargo, otros de esos humanos decidieron internarse con los demonios, donde aprendieron magia demoníaca.

Un mundo ordenado, terminó siendo un cajón del desastre. No había paz, no existió el orden dentro del propio caos, y cada civilización creó sus propias normativas para diferenciarse de las demás.

Claro que por aquel entonces yo fui encerrado aquí abajo por "ser un bicho raro": Para los demonios, yo era poco malicioso; y para los vampiros, tenía demasiada fuerza bruta. No había lugar para mí, y cuando me capturaron siendo nada más que un niño agotado de mi existencia, permití que me encerraran en esta cámara por ser "impuro", "monstruoso" y "anormal". Supuse que los humanos eran una raza muy desagradecida o ignorante, pero ya estaba aburrido de todo.

Ahora, dos mil quinientos años después, ya es demasiado tarde para redimirme y exigir que me saquen de esta cárcel de la que fui encajado sin saber porqué. Sin ninguna explicación. Ni siquiera mi propia familia se atrevió a descender al infierno para saber de mí, lo que me hizo sentir bastante triste por ser abandonado por mi propia línea de sangre.

También estoy demasiado débil, pues mi parte vampírica me obliga a consumir sangre para regenerar poder mágico y saciar parte de mi hambre, lo que a su vez sanaría todas mis heridas; y mi parte demoníaca, a su vez, necesita poseer un amo poderoso para nutrirme de sus mejores cualidades: Sabiduría, deseos, astucia, poder, carisma... Un amo fuerte está destinado a ser grande en el mundo sin importar su aspecto.

Dos mil quinientos años solo, sin ninguna compañía viva más que el guardián que lleva dormido profundamente después de mil años sin sufrir torturas a la fuerza. Supongo que nadie ha sido lo bastante fuerte ―o estúpido― de abrirse paso hasta bajar aquí, y tomar los tesoros que la iglesia esconde en este infierno profundo por su nivel de peligrosidad o herejía. En parte es normal. Aunque las piedras preciosas fueras más valiosas, cuanto más profundo te hundías bajo la montaña, más fuerte eran los monstruos.

¿Qué clase de imbécil sería capaz de bajar hasta aquí, sabiendo eso? Quizás un héroe o un aventurero, pero no estoy seguro de cuánto ha cambiado el exterior en tanto tiempo.

𝕮𝚞𝚛𝚜𝚎𝚍 [Actualizándose sólo en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora