—Deja de babear, novata.

   —Yo no babeo —se defendió.

   —¿Recuerdas la vez te quedaste a dormir en mi casa? —ella rodó los ojos—. Mi almohada dice muchas cosas distintas a lo que tú aseguras.

   —Siempre dices lo mismo —chilló.

   —Tú haces lo mismo y no me quejo.

   —¿Cómo conoces este lugar?

   —¿Por qué preguntas siempre?

   —Porque... resulta que soy curiosa.

   —Y yo soy un galán y no ando haciendo que lo noten.

   —Ah, ¿no? —a él le causaba gracia ver cómo ella enarcaba una ceja—. Edrick, en lo que llevamos caminando, te han observado al menos unas diez chicas.

   —¿En serio? ¿Celosa? —alzó los hombros—. Oh, vamos... no me digas que no te da celos que me vean.

   —No, para nada —dijo firme—, ¿sabes por qué?

   —A ver, te escucho —Edrick trataba de ocultar la diversión que le causaba ver así a la chica.

   —Porque ellas no pueden hacer esto.

Idunn se paró de puntillas y trató de darle un beso, pero en momentos olvidaba que Edrick era demasiado alto a su lado, así que fracasó en el intento y él soltó una sonora carcajada, para luego enredar sus brazos en el pequeño cuerpo de ella, alzarla y hundirse en un dulce beso.

   —Nos han visto —habló ella cuando se separaban.

   —¿Y eso qué? No era eso lo que pretendías.

   —Sí, pero...

   —Créeme, debes sentirte increíble por besar cuando quieras a este galán.

   —Ni tan cuando quiera —refunfuñó.

   —Ah, ¿no? —ella negó—. ¿Por qué?

   —Edrick, eres demasiado alto —se quejó.

   —Bien.

La tomó de nuevo y colocó los pies de ella sobre los de él.

   —Tal vez no es mucho, pero quizás se te haga más fácil —diciendo esto inclinó su rostro y ella se estiró para poder besarlo—, ¿seguimos? —asintió.

Tomados de la mano y haciendo pequeñas bromas caminaron unos cuantos metros más hasta que se detuvieron frente al único edificio de tres pisos que se encontraba en el lugar. Ingresaron, el sitio estaba descuidado, la pintura se caía y las puertas estaban desgastadas, al parecer en algún momento había sido algo como un hotel. Atravesaron el inmueble y salieron por la puerta de emergencia, al abrirla se encontraron con un pequeño parque de juegos viejo, los columpios y resbaladillas estaban oxidados, de seguro si se movían rechinarían, aquello en otro escenario, sería perfecto para una escena de una película de terror.

Se movieron entre estos y pasaron algunos arbustos, Idunn iba tan exhorta en sus pensamientos que todos los cuestionamientos que su conciencia le lanzaba, eran ignorados por las imágenes que estaba tratando de grabar en su cabeza. Salir con Edrick era desconocer lo que les esperaba, alguna vez el chico le dijo que se perdí y luego volvía de la misma forma en que llegó, por un instante pensó que él estaba aventurando y que al regresar, quizás no encontrarían su motocicleta, ¿a quién se le ocurría dejar su vehículo en un lugar de ese tipo? Sólo a él.

   —Llegamos —dijo él deteniéndose y ella chocó contra su espalda.

   —Lo siento, venía distraída.

Yo No Me EnamoroWhere stories live. Discover now