III

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Autora POV.


Las horas pasaron entre pensamientos y maldiciones, pues después de aquél pequeño descanso que Wei WuXian se había tomado en el parque se dirigió hacia una cabina de teléfono para marcar el número de su corredor de apuestas.

Sin embargo, lo único que respondió detrás de la línea fue el contestador de voz.

Una vez, dos veces...

La misma voz femenina le respondió con la misma frase.

Apretando los puños, Wei WuXian pateó el poste de la cabina con su pierna impulsado por la ira.

—Serás desgraciado...

Pateó un poco más fuerte esta vez.

El simple hecho de que hubiera cambiado su número de teléfono solo significaba una cosa; por ahora, "J" había ganado lo suficiente como para desaparecer por varias semanas sin dejar ninguna huella. Solo le encontrarían cuando él lo quisiera y el menor era muy consciente de que volvería a verlo, pues la última pelea ilegal no había sido tan grande como para haber pagado ni la mitad de sus deudas.

No ver su cara por a saber cuánto tiempo no era algo que relajara al boxeador, ya que al fin y al cabo "J" era la única persona que le pagaba. Ya fuera con dinero sucio o falso, la apariencia era la de un billete y eso era suficiente para el menor.

Sin embargo, esta vez había desaparecido sin haberle dado su parte y sin dinero que poder ganar, a Wei WuXian solo le quedaba robar.

Cansado de escuchar el pitido de la línea cortada, colgó el teléfono y suspiró a la vez que guardaba sus manos en los bolsillos de la sudadera y caminó sin rumbo por los callejones.

"Como no me traigas el dinero esta noche..."

Después de varios minutos caminando con sus pensamientos totalmente ocupados, llegó a la plaza principal de la ciudad y apoyado contra la pared del callejón, observó a la gente que paseaba por ella.

Todas las personas que caminaban y llenaban la plaza de vida no eran más que adolescentes, ancianos y niños que jugueteaban bajo la vigilancia de sus padres. Vestían con ropa decente, ni muy cara pero tampoco rota como la de Wei WuXian, simplemente tenían una vida acomodada.

El boxeador no se movió de donde estaba y su mirada viajó de un lugar a otro hasta que se detuvo en la pareja de hermanas que correteaban persiguiéndose. No debían de tener más de seis años y por las grandes e inocentes sonrisas que iluminaban sus rostros, sabía que esas crías no habían conocido la crueldad del mundo.

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, una apenas visible.

Por un lado, se alegraba al saber que esas niñas eran realmente felices y que lo peor que les podía pasar era que sus padres no les compraran el juguete más nuevo; pero por el otro lado sentía un poco de envidia y seguido de un suspiro se acuclilló sin apartar su mirada de ellas.

Aquél sentimiento amargo se revolvió en su estómago y avergonzado por ello, se despeinó el cabello intentando eliminar aquellos pensamientos.

No sabía cuanto tiempo había pasado desde que ocultó su rostro entre las rodillas pero cuando volvió a levantar la cabeza el cielo había comenzado a oscurecerse, las luces de las farolas iluminaban las calles y la mayoría de personas se habían ido ya a sus casas.

Sobresaltado, Wei WuXian se levantó rápidamente y comenzó a buscar a alguien a quien pudiera robar.

Dos estudiantes, un anciano que se apoyaba con un bastón, la joven pareja...

Presa del placer.Where stories live. Discover now