—¿Ah sí? —cuestionó, sin evitar alzar las cejas en falso asombro—. ¿Reunión de negocios?

—Algo así —dijo al erguir su espalda—. Tengo unos asuntos privados y muy personales que atender.

Styles hizo un esfuerzo por no salirse de su tonto personaje.

—No me gustaría estar en los pantalones de la persona con la que se va a encontrar, parece que tiene deudas que saldar —bromeó, olvidando por un rato que seguía en horario de trabajo.

—Las tengo, espero venga preparado porque no sabe lo que le espera —Se cruzó de brazos, viéndole expectante—. La noche es larga y los temas importantes son muchos.

—Me imagino —mencionó, mordiéndose con lentitud el labio inferior—. Ojalá su espera sea amena.

La temperatura aumentó.

Louis se removió sobre el banco y con descaro, palmeó sus propios muslos sin sacarle los ojos de encima. Harry entendió el propósito de la acción, ahora solo quería saltar la barra y acomodarse en su asiento favorito, frente a frente, con las piernas colgando a sus costados.

Quería mecerse sobre su regazo, besarle la boca y brincar sobre él como si su vida dependiese de ello...

—¡Hazz! ¡Dos de whiskey!

Bien, el ojiverde necesitaba salir de su trance y Zayn se había encargado de pincharle la burbuja erótica.

—¡Voy! —gritó de vuelta, dándole un breve vistazo a su compañero que apenas había vuelto y regresó de inmediato su atención a Louis—. Ya le traigo su cerveza, señor.

El implicado también abandonó sus sucios pensamientos.

—No me llames señor, me haces sentir viejo, cariño —Tomando las riendas de su dote actoral, quiso seguir jugando con la cordura del rizado—. Anexa un shot de lo que sea que tu prefieras, por favor.

Entonces, el ojiazul le lanzó un guiño, rompiendo la unión en sus miradas al girar su cuello para enfrascarse en el espléndido ambiente. Harry colocó los ojos en blanco, riendo inquieto y agarró los dos vasos limpios que Liam le facilitó.

La pareja del bar yacía imparable, ambos saludaron al castaño con una seña y con ese mismo método, le pidieron que esperara unos minutos en lo que terminaban sus actividades.

Louis no tuvo inconvenientes, siguió visualizando a la gente borracha y sobria, a los que bebían sin límites desde una botella y a los que lo hacían por medio de su vaso, a quienes bailaban y a los que cantaban a todo pulmón.

—Disculpa, ¿estás usando ese banco?

Una voz masculina le llamó y Louis arrugó el entrecejo casi al instante. Eran un par de jóvenes muchachos, se veían unos años menor a él, cuando menos debían tener la mayoría de edad para estar ahí dentro.

—¿Qué banco?

—Este de aquí —Uno de ellos señaló el mueble individual vacío a su lado.

El muchacho tenía el cabello platinado y su acompañante lucía unos destellos morados que se intensificaban con las luces del establecimiento.

Por su lado, él estaba ensimismado en su análisis por el entorno y nunca notó que el chico que estaba sentado a su costado, se marchó.

—No, no lo estoy usando —respondió, tratando de sonar cortés.

—¡Gracias! —canturreó alegre, antes de plantar su trasero en el banco—. Estaba por morir, he bailado toda la noche y necesitaba un descanso.

—Ya veo.

Club Bengala 🍻 || larry stylinsonWhere stories live. Discover now