para morder → virgato

segunda parte

Joel suspiró entrecortado, su pecho agitándose al ritmo desigual de su respiración.

—¿La biblioteca no tendrá cámaras?

Preguntó tembloroso, luego su cuerpo se curvó inconteniblemente en respuesta a las caricias brindadas. Abrió más las piernas, la faldita azul caía ente sus piernas mientras que no cubría ni un fragmento de los muslos morenos musculosos, que sufrían los apretones y las caricias vehementes de las manos grandes de Vélez.

Joel y Christopher no sólo tenían mucha química, sino también, muchas cosas en común, aún cuando sus personalidades aparentaban ser tan distintas. A la final en tenían un sentido de la lógica tan idéntico, que fluían en todo con el otro como si fuesen uno.

Y bueno, Christopher y Joel no eran precisamente pacientes.

Tres semanas saliendo a distintos sitios, pasando tiempo juntos en la universidad y conversando por Whatsapp. Aún cuando Christopher no era muy de frecuentar lugares públicos y Joel no era muy de salir porque para sorpresa de Vélez, este tampoco se había relacionado de manera romántica con nadie además de enamoramientos silenciosos que murieron con el pasar del tiempo. Y eran tan afines, se descubrían y maravillaban mutuamente con el pasar de tiempo, ambos dejándose llevar por sus impulsos más que nada.

Zabdiel había conocido a Joel y Christopher a Erick. Y a veces pasaban tiempo los cuatro. Aunque Joel y Christopher preferían compartir tiempo solos la mayoría de las veces. Aunque la tensión entre ellos se volvía cada vez más evidente.

Y el tacto era mínimo en ellos pese a haber admitido cuánto les afectaba la cercanía del otro en una de sus tantas salidas, estaban en un acuerdo mudo de no ir tan rápido. O a los dos les gustaba en el fondo reprimirse y dejar que la tensión se acrecentara hasta que no pudieran evitar romperla.

Tal como había sucedió hace unos minutos.

Eran casi las once y la universidad iba a cerrar tan pronto salieran los del horario de la noche, la biblioteca estaba oscura en aquel rincón con una mesa pequeña y dos asientos largos, estaban rodeados por dos grandes estantes con un espacio en medio, prácticamente escondidos de los demás, Vélez amaba ese sitio y esa noche había adentrado al mayor a aquel hueco tan privado con la luz anaranjada que llegaba de las luces del exterior.

Vélez se apartó un momento de Joel para deleitarse con la imagen irresistible que el moreno le brindaba.

Abierto de piernas en el asiento contra el gran estante de atrás, la misma vestimenta con la que un día lo vio por primera vez (resulta que su vestimenta era parte de un proyecto alocado con un par de compañeros, además de algunas compañeras con el uniforme contrario que participaron), unas medias blancas envolviendo hasta la mitad de sus gemelos, la falda recogida sobre esos deliciosos muslos musculosos, cubriendo apenas el borde de su ropa interior donde su erección abultaba la tela, la camiseta desacomodada, sus codos hacia atrás entre los libros. ¿Su rostro? Sonrojado, casi obsceno mientras mordisqueaba su labio inferior y respiraba como podía.

Joel era muy sensitivo, se deshacía en suspiros con el toque inexperto y casi instintivo de Vélez sobre su cuerpo. Pero qué podía decir, si Joel era tan nuevo en aquello como él.

—Chris...

Christopher despegó con dificultad sus ojos de las piernitas abiertas y le prestó atención.

Joel se acomodó y trató de abrir más las piernas como haciéndole una invitación.

En respuesta, Vélez sólo pudo arrodillarse.

Entonces se abrió paso entre ese par de muslos e inclinarse sobre uno para dejar un casto beso, tan suave que se sintió como una caricia ligera, luego plantó otro beso cerca, repartiendo más de estos, aproximándose cada vez más a los muslos internos donde no pudo evitar morder con fuerza, chupando y estirando la piel antes de soltarla, provocando que el menor diera un respingo, aspirando aire como si le costara conseguirlo. Christopher masajeó toda la zona observando de a tantos la piel siendo manipulada por sus dedos, apretada y muy ligeramente arañada. Pasó por el otro muslo repitiendo el proceso y escuchando a Joel suspirar, tan silencioso como el resto del lugar vacío.