primera parte

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Chirstopher Vélez es un tipo simple.

Con metas trazadas a fuego en todo lo que de él es llamado "ser" porque lo único para lo que este vive es sentir la satisfacción de presenciar y hacer de sus deseos más ínfimos, una realidad.

Pero sólo ahí. ¿Romances? ¿Sexo? ¿Salidas con amigos sin ningún objetivo útil o productivo para su vida? ¿Exteriorizar lo que siente o lo que piensa como si realmente fuese de importancia para la gente o le fuera beneficioso? Aún más ¿Chistes y comentarios irrelevantes para matar tiempo junto a otros de su círculo? ¿Tratar de llamar la atención? Nada de eso le suena muy atractivo.

"¿Sabías que hay un aspecto común entre algunos psicópatas, que es, la falta de empatía?" Le había preguntado Zabdiel una noche, su cara casi daba a entender que hablaba con el corazón en la mano. "Te quiero Chris, pero a veces me da miedo que resultes diciendo un día que matar o hacer alguna aberración no es gran cosa, eres algo extraño" luego de eso había soltado una risita para disipar la tensión de sus hombros.

A Christopher le pareció ridiculísimo el sólo plantearlo, pero con toda la paciencia del mundo esbozó una sonrisa escueta que pretendía ser amable, y le explicó que nunca en la vida consideraría algo así. Zabdiel era paranóico a niveles alarmantes en ocasiones, pero Christopher ya habría de haber tenido que aprender a aceptarlo y tratarlo con el paso de los años.

Aún así. Vélez comprendía lo que era y lo que las personas murmuraban acerca de él, y qué decir, si estaban casi en lo cierto. Un hombre atractivo y con cualidades sobresalientes en cuanto a lo académico. Un tipo con un futuro seguramente brillante, aún cuando estudiaba literatura. Cuando se convivía con él daba la idea de que era alguien que explotaba al máximo todas sus habilidades con una destreza admirable.

Luego estaba el lado relacional.

Un fracaso en el amor o las relaciones sociales. Y lo peor es que no parecía ser por error, a él simplemente no se le antojaba pasar un rato con sus amigos, salir de vez en cuando, mucho menos buscar un tipo de noviazgo.

Alguna vez escuchó a Ana teorizar acerca de su sexualidad.

"¿Y si es gay? Dios, es casi injusto para la humanidad que alguien tan guapo se limite a bendecir de un sólo lado"

"Yo bien podría decir que soy bisexual porque me gustan las mujeres y Vélez" había añadido Karol.

Él había reído divertido, luego pretendió no haber escuchado. No se mataba la cabeza con eso, casi todo en la vida le daba igual. Y lo que no, lo mantenía par sí. Él era consciente de ello y estaba bien.

Así que continuó con su vida normal.

Y habría jurado que así permanecerían las cosas.

Porque si bien habría tenido una que otra experiencia de índole sexual consigo mismo, nunca había mostrado interés mayor por el asunto. Mucho menos, en cualquier tipo de romance con alguien.

Luego, un lunes, como un evento inverosímil para alguien simple para todo como Vélez; un par de muslos morenos y generosos, a la par de unos bonitos labios rollizos capturaron su atención de un modo que nunca había experimentado a lo largo de toda su vida.

Vélez casi detuvo en seco, a la entrada de la cafetería, fue jodidamente involuntario. Aún así, continuó con su camino, conmocionado.

Su cara siempre simple, se mantuvo. Su corazón golpeteó dentro de sí anormalmente rápido.

¿Qué era eso? Se preguntó, curioso de sí mismo. Ligeramente eufórico y fascinado por ello.

¿Sus pensamientos? Se habían hundido de lleno en la imagen de un chico pelinegro con el rostro más dulce que debía existir, vestido de una manera que podría parecer inusual, de no ser por la otra docena de tipos situados a su alrededor vestidos con una simple camiseta blanca y faldas azules de colegiala. Unos muslos generosos, suaves a la vista, la textura hizo que las palmas de las manos de Chirstopher cosquillearan con una ansia desconocida.

para morder → virgatoWhere stories live. Discover now