PARTE 13

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Ya había amanecido, aunque Ian aun dormía al menos hasta que el ruido de alguien llamando a la puerta hizo que se despertara, un soldado de Basana entro en la habitación, llevaba en los brazos una muda de ropa y un par de botas negras, carraspeo en lugar de hablar Ian interpreto que debía recibirle lo que traía, se levantó de la cama y lo tomo.

-Te necesitan abajo, no los hagas esperar. – dijo el hombre en tono rudo y áspero, al salir cerró la puerta de golpe.

Ian dejo las cosas encima de la cama, al revisar la ropa se dio cuenta que era el uniforme del ejercito Dey camisa blanca, pantalón café y el cinturón donde los soldados cargan sus temibles cuchillos de mango negro pero que en el caso de Ian estaría vacío, se sintió inquieto, que le esperaba después de que se pusiera el uniforme.

Al salir de la casa una brisa helada le recorrió el cuerpo erizándole la piel, vio al soldado que le llevo el uniforme junto a las escaleras de la entrada, lo había estado esperando, guió a Ian por el pueblo, las casas de Basana estaban organizadas en la zona norte y sur del pueblo y en el centro estaba lo que supuso que era el campo de entrenamiento y una especie de quiosco.

Observaba rápidamente todo a su paso, concluyo que las personas de aquel pueblo no debían tener rutinas matutinas pues no había casi gente en las calles pensó por la forma de vestir, con muchas capas de ropa que el frío era el responsable. Frenaron en la puerta de una casa de dos pisos color canela con ventanas blancas y un frente adornado con arbustos muy bien cortados, se veía muy elegante desde afuera, el soldado se acercó a la puerta y toco, mientras esperaban a que abrieran Ian se fijó en la manija, esta era dorada y brillante parecía bañada en oro en eso noto el tallado de la puerta, la recorrió con la mirada, había algo en los signos tallados en altorrelieve que le resultaba extrañamente familiar, esa decoración, sentía como si ya la hubiera visto antes, pasados unos segundos lo invadió una extraña energía, alguna clase de atracción o hechizo lo había absorbido a tal punto que sin saber cómo ni cuándo se había acercado a la puerta y ahora estaba por poner la mano sobre el tallado.

Una oleada de recuerdos borrosos se remolinaron en su cabeza cada vez más rápidos, el día del castigo, aquel instante se avivo en su mente, estaba sentado en su pupitre al frente el escritorio del profesor y sobre este la caja de crupins, los símbolos, el grabado de la caja era idéntico al de la puerta, pensó si era tal vez una coincidencia o si quizás se tratase de una señal pero que relación tenía con ellos, quería saber más de su descubrimiento, su curiosidad inundo su cabeza con miles de preguntas ¿Quién era su autor?, ¿Qué significado tienen?. La puerta se abrió de golpe, los ojos de Ian se estrellaron con la cara de Thomas esto hizo que todas sus preguntas se desvanecieran y volviera a la realidad.

Thomas se veía elegante como de costumbre lleva puesto una camisa blanca manga larga, corbata y unos pantalones cafés oscuros, miraba a Ian con el ceño fruncido, probablemente confundido.

-Ya te puedes ir Guillermo - le dijo Thomas al soldado mientras dejaba entrar a Ian, el soldado estaba a punto de decir algo, pero Thomas ya había cerrado la puerta.

-Y ¿Cómo te encuentras niño?... ¿mucho mejor? – le pregunto Thomas mientras miraba su reflejo en un enorme espejo rectangular que abarcaba toda la pared del fondo de una elegante sala rustica, se arregló la corbata y el cabello.

Las sillas eran grises con cojines decorativos, habían cuadros de paisajes en las paredes, del techo colgaba una lampara de diseño abstracto, le daba al lugar un toque moderno, el suelo estaba cubierto por una alfombra de estampados dorados todo se veía limpio y refinado era como estar en una de las fotografías de la revista Maison luxueuse a la que la mamá de Ian estaba suscrita, se trataba de una tienda donde vendían todo tipo de artículos para el hogar, siempre aprovechaba las ofertas y los descuentos, el recuerdo de su mamá le hizo dar un vuelco a su estómago se sintió mal por un momento, raro e insignificante bajo la vista hacia sus manos estaban rojas por el frío.

LANCE (Edición)Where stories live. Discover now