—La chica. Ella dice que es una bruja —comentó—. También dijo que no tiene memorias de quién era, ¿vamos a aprovecharla, señor? —preguntó directamente, logrando que abriera y cerrara la boca sin saber qué responder.

¿Siquiera era ético estarme planteando el usarla como si fuese un arma mientras no recordara nada?

—La División no estaría de acuerdo, Megan. Lo sabes —recordé, evitando que mi mente siguiera creando preguntas sobre el tema que no me sentía capacitado para responder en ese momento.

—No tienen que saberlo, Al —murmuró, desviando la vista—. Edric aún falsifica CRPs y el ejército no va a preguntar. Estarán demasiado emocionados con saber que una bruja puede unirse a nosotros como para cuestionarnos. Nadie se enteraría siquiera de que metimos a una civil si la convertimos en parte de la armada...

—Megan, basta —interrumpí. Por muy tentador que sonara aquello, no era correcto, mucho menos si nos poníamos a pensar más allá del ingreso—. ¿Qué sucederá cuando recuerde? ¿Qué harás si no quiere unirse al ejército y quiere irse?

—No puede hacerlo, ya ha visto toda la armada —replicó.

—Así que ese era tu plan desde el principio —negué con la cabeza, incrédulo—. No podemos hacerle eso, Megan. Es joven y no sabe nada de la guerra.

—Pues las chicas de Cert tampoco, Al —insistió.

Golpe bajo. Una vez más pude sentir las decenas de ojos vacíos y acusadores mirándome como en las pesadillas que había tenido los días anteriores. No podíamos permitir que una escena así se repitiera.

—Lo voy a pensar, Megan —me rendí. Sabía que ella lo hacía por nosotros y por un beneficio más allá de nuestra armada. Si hubiese tan solo una persona que ayudara a mi hermano en la torre... Volví a suspirar. De verdad lo estábamos considerando.

—Luvdi va a enviarnos a las sombras cuando muramos —murmuré, negando con la cabeza.

—Iba a enviarnos desde que nos metimos a una armada, Alexander —recordó, despidiéndose con una reverencia y abandonando la habitación, dejándome con demasiado en qué pensar.

Miré de reojo los papeles que se acumulaban en mi escritorio y supuse que lo mejor sería encargarme de ellos, aunque si me era honesto, estaba usando esos horrendos papeles como excusa para no pensar en la chica y lo que tendríamos que hacerle.

Miré de reojo los papeles que se acumulaban en mi escritorio y supuse que lo mejor sería encargarme de ellos, aunque si me era honesto, estaba usando esos horrendos papeles como excusa para no pensar en la chica y lo que tendríamos que hacerle

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¿Al? —preguntó Sebastian, tocando la puerta y entrando a mi oficina antes de que pudiera responder—. ¿No ibas a regañarnos a todos por ser unos idiotas con la nueva hace como tres horas? —dudó, entrando y observando de reojo lo que hacía.

—Lo siento, se me fue el tiempo organizando papelería, ya sabes...

Mi hermano asintió, comprensivo, pero al recorrer mi escritorio con la mirada, pudo deducir que había terminado hace mucho y que estaba entreteniéndome a mí mismo al organizar viejos reportes en nuevas cajas, pues las actuales dejaban mucho que desear.

Guerra de Ensueño I: Princesa sin nombreWhere stories live. Discover now