Capitulo 1. El nuevo profesor (Editado)

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***He decidido, tras varios comentarios pidiendo que no la borrase, editar la novela entera, pues la escribí hace muchos años y sé que su argumento está mal estructurado, por ello  la reescribiré y editaré todos los capítulos.***

Habitación oscura. Luces apagadas. Persiana que sonaba a causa del viento. Una chica dormía plácidamente en su cama. Nuria aparentaba ser una muchacha de 15 años como cualquier otra, pero no era así. Desde la muerte de sus padres hacía unos meses la joven comenzó a escuchar voces en su cabeza. Voces extrañas y escalofriantes. Muchas veces se había planteado contárselo a su padrino, pero para él todo lo relacionado con la chica carecía de importancia y no lo tomaba enserio.

El reloj marcaba las tres de la madrugada cuando Nuria se despertó temblando. De nuevo las voces no la dejaban dormir. La chica se levantó de su cama, encendió la luz y se miró al espejo. Su larga y negra melena rizada le llegaba hasta el final de la espalda. Su rostro y su cuerpo eran perfectos, parecido al de los ángeles, pero a pesar de ser tan hermosa, sus ojos verdes reflejaban miedo. Un miedo que no podía describir con palabras. Su corazón latía muy deprisa y notaba una respiración agitada en su nuca. La chica no se atrevía a girarse, tenía mucho miedo y de nuevo comenzaron las voces. Nuria se tapó sus orejas, pero las voces que estaban en su cabeza no cesaban. Cerró los ojos con la esperanza de que todo fuera un sueño pero, para su desgracia, no lo era.

El silencio de la noche fue interrumpido por el sonido de unos pasos. La joven temblaba, estaba muy asustada y no sabía qué hacer. Se dirigió otra vez a su cama y se tapó con la sábana, así se sentía mucho más protegida, como si ese pedazo de tela fuera un escudo de metal que pudiese protegerla. Se llevó sus manos temblorosas a su cuello donde lucía un colgante. Era el collar que su madre le había dado en el hospital antes de morir y además era el único recuerdo que conservaba de sus progenitores. Cuando sentía miedo tocaba el collar e imaginando que sus padres aún vivían conseguía quedarse dormida.

-¡Nuria despierta! –Gritaba su padrino golpeando fuerte la puerta de la habitación –En diez minutos nos vamos. Siempre llegamos tarde a cualquier lugar por tu culpa.

La joven se levantó entre protestas. Otra noche más que no había podido dormir bien. Se miró al espejo antes de ponerse el uniforme. Su rostro mostraba unas grandes ojeras, tras un suspiro se resignó y procedió a disimularlas con maquillaje, era la única forma de no ser el centro de atención de todas las miradas en el primer día de instituto. Mientras terminaba de peinarse su larga cabellera escuchó de nuevo las voces, esta vez, las palabras eran mucho más claras.

Pequeña haznos caso, te lo hemos dicho miles de veces y aún estás viva. Muy valiente o quizás muy tonta. Desafiar al destino nunca nadie lo ha conseguido solo intentamos ayudarte y hacer que tu muerte sea lo más dulce posible.

Nuria se tapó las orejas y por sus mejillas se deslizaron lágrimas. Unas lágrimas que simbolizaban el terror de una chica que a su corta edad cada día veía la muerte más cerca. Las voces pararon. La joven cogió su IPhone y bajó las escaleras dispuesta a enfrentarse a un día.

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La humedad de las frías mañanas otoñales empañaban las ventanillas del automóvil de Diego. Se había quedado dormido y aquel no era buen empezar. No quería perder su puesto de trabajo, por ello pisaba el acelerador más de lo permitido. Al fin, después de años de duro esfuerzo en la universidad, había obtenido su tan ansiado título para desempeñar el cargo de profesor de su gran pasión: la educación física.

Cuando llegó, visionó la inmensidad de aquel instituto que aún yacía silencioso. El conserje, un señor mayor con un gran bigote blanco, le permitió el paso cuando mostró su acreditación. Rápido y alterado caminó hacia la única sala que conocía de aquel centro.

Las sombras de NuriaWhere stories live. Discover now