T W O

4 2 6
                                    

TWO
ERES MIA COSITA

—¿Qué haremos ahora?—Preguntó Miguel llevando sus manos a la cabeza.

—Todo ésto es culpa de Mackenzie —Acusó Ángel señalándome con el dedo.

— Ángel...—Llamó Anna.

—Sabes que tengo razón. —La miró.

—Lo siento...—Solté arrepentida.

—Ninguno de nosotros creímos lo que esas personas dijeron, debemos averiguar porque no nos dejan ir y que es el wendigo con exactitud.—Intervino Miguel.

Me fui a la habitación, encendí mi celular y empecé a buscar sobre el wendigo de Aspen, no aparecía mucha información más que uno  que otro vídeo de extranjeros que habían estado en nuestra situación antes que nosotros, sólo resumían lo que pasaba en unas pocas horitas pero lo que me llamó más la atención fue lo siguiente:

No nos dejarían ir hasta que esa cosa nos matara.

Sentí un escalofrío en mi cuerpo, mordí mi labio y apreté mis manos para que dejarán de temblar.

Ibamos  a morir.

Llevo mis manos a la cabeza y jalo mi cabello con fuerza y pego un grito de frustración.

—¡¿Mack?!. —El primero en entrar es  Miguel y le seguían Anna y Angel.—¿Qué pasó?.

Los tres me miran  preocupados y asustados, quité las manos de mi cabeza, respiro hondo mientras cierro  los ojos para luego mirarlos.

— No podemos escapar... Al parecer la única forma de acabar con ésto es muriendo.—Bramo un poco más tranquila.

—¿Por qué crees eso?—Cuestionó Anna acercándose a mí.

—Otros turistas y extranjeros han sido marcados como nosotros y... Se dice  que no han podido escapar de aquí sino hasta...—Me detuve antes de terminar.

—¿Hasta qué?—Preguntó alterada Anna ante el pequeño suspenso.

—Hasta... La muerte.

Noto como Miguel traga  saliva.

—No, no —Negó nervioso Ángel, —Ni con la verga, no voy a dejar que esa cosa, sea lo que sea, nos mate. Debemos buscar alguna forma de salir de éste pueblo.

—¿Y cómo lo haremos? —Inquirió Miguel, —No nos van a ayudar.

—¿Y si le preguntamos a la mujer de la tienda?—Propuse tras recordar a la mujer.—Ella nos advirtió primero sobre ésto, tal vez ella sepa algo.

Anna suspiró.

—Hay que intentarlo, —Apoyó Ángel, dudosos Anna y Miguel aceptaron y nos encaminamos hacia la tienda, por suerte estaba abierta, la señora nos miró y abrió los ojos como platos.

—No hicieron caso...—soltó alejándose de la reja cuando nos acercamos.

—Y nos arrepentimos de ello—Aclaró Ángel.— No nos dejan ir y al parecer estamos marcados ¿Cómo podemos evitar que esa cosa nos mate?.

W E N D I G O (EXPERIMENTO 51)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora