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ALEK JULIÁN

Es un fantasma.

La forma en que Kaia Thalía se sienta en medio de la habitación, con las piernas cruzadas y los brazos apretados alrededor del peluche de ballena, me da escalofríos. Es una escena sacada de una pesadilla. Su piel es pálida, fría al tacto, y no reacciona cuando su nombre sale de mis labios. Continúa abrazando el juguete de su hijo mientras su nariz se hunde profundamente en el pelaje, tratando de inhalar el aroma a coco que el peluche todavía mantiene gracias a los abrazos de Kuriah Thalek.

Sus mejillas tienen un color rosa brillante y están mojadas con sus lágrimas que parecen no tener fin. Kaia Thalía sorbe por la nariz, su cuerpo da un pequeño brinco, y esconde el rostro dentro del peluche para dejar salir otro sollozo que tortura mi cabeza. Nunca la he visto así. Tan sin vida.

Y solo han pasado dos horas desde que secuestraron a Kuriah Thalek.

No puedo imaginar cómo se verá mañana.

Me duele verla así. Es como un cuchillo en el corazón. Y me hace sentir mal que esto sea lo que ha costado para ver que ella realmente ama a alguien más que a Uriah, diez veces más. Nunca lo he dudado, ni por un segundo. Pero ahora confirmo que, si la vida la pusiera entre ambos, para salvar a uno de ellos, en un abrir y cerrar de ojos, elegiría a su hijo.

Sé que las madres no tienen preferencias, pero hay algo en su amor por Kuriah Thalek que ninguno de sus otros hijos experimentará. Es el bebé que no planeó, y que ha estado con ella en sus momentos más oscuros. Cuando se sentía sola, cuando no tenía con quién hablar, él estaba allí. Kuriah con sus sonrisas brillantes y sus pequeñas palabras que pueden mejorar el día de cualquiera porque ha heredado el alma hermosa de su madre. Puede que se parezca a Uriah por fuera, pero una mirada a sus zafiros es todo lo que se necesita para saber que es el hijo de Kaia Thalía.

Thalía sabe que lo lastimarán.

Está llorando porque sabe que le quitarán esa luz que reina en sus ojos azules.

—Se ha llevado a mi bebé —murmura entre sollozos.

—Kaia, por favor. —Me siento frente a ella en el suelo. Alcanzo sus hombros, pero no reacciona cuando mis manos tocan su piel. Es insensible a todo —. No puedes perderte ahora mismo. Te necesitamos cuerda. Tu bebé te necesita con tus cinco sentidos.

—Se lo llevó. Él... Él va a lastimar a mi bebé. —Su cuerpo tiembla terriblemente debajo de mis manos —. Kuri tiene miedo. Está asustado y no estoy allí para consolarlo. ¡Se ha llevado a mi bebé! ¡Mi bebé se ha ido! —Su voz se eleva cuando el ataque de pánico la golpea como una tonelada de ladrillos —. ¡¿Dónde está mi bebé?! ¡¿Por qué se lo llevó?! Yo nunca... —Se ahoga con sus propios sollozos —. Nunca le he hecho daño a nadie. ¿Por qué me castigan así? —Sus lágrimas llegan a su cuello —. Mis bebés y yo nunca hemos lastimado a nadie.

—Lo sé, definitivamente lo sé —le aseguro —. Siento mucho que estés en medio de todo esto. No te lo mereces. Tus hijos no se lo merecen.

—Quiero a mi bebé —suplica. Pone sus manos contra mis mejillas —. Alek, por favor. Por favor, dime que lo traerás de vuelta —me ruega. Sus ojos se agrandan mientras su boca tiembla —. Por favor, tráeme a Kuri. No puede dormir sin su cuento y sus calcetines. Siempre quiere usar calcetines a juego. —Adquiere un nuevo tic cuando las palabras le salen retumbando de la boca —. Quiero a mi bebé en casa.

—Thalía. —Celinda la abraza por detrás —. Escúchame, ¿de acuerdo? Van a traer a tu bebé a casa, ¿entendido? Uriah lo traerá a casa sano y salvo, tal como te lo prometió ahora mismo.

Tinieblas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora