Capítulo 44

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En realidad, se había acostumbrado a la mezcla armónica de aromas de los tres Kim. Los resquicios de sur que detonaban rastros del olor del laurel seco y eucalipto levemente combinados con la esencia de las frutas de los bosques norteños, cerezas, lavanda, menta fresca, acacias, magnolias y jengibre. Su lobo ya no se sentía agobiado con esa fuerte esencia y diversa mezcla, de hecho a veces parecía bastante cómodo con la fragancia familiar que lo recorría cuando llegaba a la cabaña tras un día de trabajo o duro entrenamiento.

-¿Cómo ha ido? - el padre de Tae ni siquiera esperó a que llegase hasta la pequeña sala de estar. Seokjin estaba de pie a un paso de distancia de Jungkook en menos de un parpadeo. - ¿Ha estado muy nervioso? El estado de ese chico es delicado y si pierde a sus cachorros es posible que...

-Deja que Jungkook conteste una pregunta antes de hacer la siguiente.- una pequeña sonrisa reverbero en la garganta de Namjoon mientras se acercaba a su pareja y posaba una mano en el hombro de este con el objetivo de aportarle un poco de calma. - Dale un respiro, acaba de entrar en casa.

"Casa", definitivamente Jungkook sabía que esa no era su casa pero todavía se sentía bien ser recibido de esa forma. Su mente estaba evolucionando paso a paso y poco a poco. Un par de semanas atrás probablemente se hubiera retorcido ante la idea de pensar en el sitio de residencia de una pareja de deltas como su propia casa. Ahora, la idea simplemente le resultaba indiferente. En ese momento de su vida, un delta no parecía un problema y tampoco algo que debería ser negado y prohibido sin importar las circunstancias que los rodearan. Un lobo no identificado que asesinaba y prendía fuego a sus poblados, eso sí era una definición de problema pero ser delta... A él ya no podría importarle menos lo que esas personas fueran mientras albergasen crueldad en sus corazones.

-Okay, okay. - el sanador suspiró y señaló con el mentón la sala de estar donde Taehyung parecía encontrarse dormitando tranquilamente con la brisa de la noche veraniega removiendo su cabello de plata. Sobre la mesa de madera todavía quedaban restos del bizcocho de almendras que tanto le gustaba a este. - Vamos a sentarnos, ha sobrado comida de la cena así que podemos hablar mientras comes. ¿Tienes hambre?

Jungkook solo sonrió en respuesta y los señores Kim lo entendieron a la perfección sin tener que pensar en ello dos veces. Estaba más que simplemente hambriento en realidad, llevaba todo el día de aquí para allá. Del hostal de los Jung a Casiopea, de Casiopea al poblado de guardianes en el norte y de ese poblado de nuevo al hostal de los Jung. Su lobo dormiría bien esa noche sin ninguna duda y posiblemente también sin pesadillas que llegasen a su mente para martirizarlo con la alarmante realidad.

-Estoy muerto de hambre.

Los padres de Taehyung le sonrieron de vuelta y Jungkook caminó hacia el sofá de la sala de estar mientras estos servían un plato para él en la cocina. Tras apartar algunos cojines de su paso, el sureño se dejó caer a un lado del alfa norteño y observó el modo en el que el ceño de este se fruncía levemente mientras dormía.

-Hemos preparado patatas asadas con un poco de pimienta y orégano, espero que te agrade. - Namjoon le dedicó una sonrisa más tras posar el humeante plato sobre la mesa de madera y tomó asiento en el sillón individual, la pareja de este no tardó mucho en llegar con un vaso de limonada fresca.

Sentirse acogido y querido, probablemente esa era la clave para el modo en el que la mente de Jungkook había evolucionado tanto en tan poco tiempo con respecto al norte y a los deltas. Sobre todo si se trataba de familias completas siendo mucho más cariñosas y unidas de lo que lo era la suya.

-Muchas gracias.

El sanador negó con la cabeza y se sentó sobre el acolchado reposabrazos del sillón en el que su pareja se encontraba.

Alpha War [Taekook] - #SBATAEKOOK23Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt