Capítulo 2: Primer contacto

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7:32 h

Las ruedas rozaban en el asfalto, dejando sus marca en cada metro gracias a los bruscos frenos que les hacia hacer.

Durante el trayecto tuve que esquivar a diferentes peatones que se cruzaban en mi camino, aunque ciertamente, era yo el que se cruzaba en su camino, aunque fuera ilegal, nadie me había multado por hacerlo, así que, para que perder las costumbres.

No me tardo mucho en llegar a la farmacia, estaba relativamente cerca, aparque la bici de mala manera en la pared, no tenia tiempo para ir colocandola perfectamente, ya que en media hora  empezaban las clases, y yo seguía teniendo que ir a casa de mi viejo, y después, volver al insti, el cual estaba, seguramente a propósito, en la otra punta de la ciudad.

Las puertas se abrieron al detectar mi presencia, con un leve sonido como de campanas, en ese momento me vino un flashback de cuando de pequeño me frustraba porque la puerta no me detectaba, ya que con mi pequeña estatura, el sensor no me reconocía como si fuera un humano, alomejor se pensaba que era un perro o algún otro animalito.

Mientras sacaba la cartera del estrecho bolsillo pequeño de mi mochila, me di cuenta de como me estaba mirando la dependienta, tenia unas ojeras que parecía que se le estaba fundiendo media cara, tenia una mano apoyando su cara, la cual estaba formada por una gran nariz, ojos oscuros, aunque tampoco tan oscuros, lo suficiente como para que en una descripción entre en la clasificación de oscuros. 

Antes de que pudiera decir nada, ella cambio por completo su actitud, se puso recta como si tuviera un palo en el culo, se paso la mano por la mejilla, no se si para quitarse el sueño o por intentar disimular las ojeras, aunque fuera cual fuera su intención, ninguna de las dos lo consiguió. Ella, observando seguro extrañadamente de como la observaba, espero que le dijera que necesitaba, pero al ver que no lo hacia, prefirió adelantarse ella, cortándose así con la tensión que se había formado espontáneamente sin ningún tipo de previo aviso.

- ¿Deseas algo? - Me preguntó, era una voz bastante normal, sin nada de destacar, ni grave ni aguda, una voz normal de una persona normal.

- Eh, si perdón... - Por un momento pensé que me había olvidado del nombre - Un Chantix, por favor - La mujer me miro con cara de sorpresa, así que decidí aclarar sus ideas - No es para mi, es para mi abuelo, lo esta intentando dejar. Pero esto esta suficientemente lejos y el esta suficientemente viejo como para venir aquí andando.

Ella soltó un bufido como de alivio, y se fue a la trastienda. No paso mucho hasta que volvió a aparecer en el mostrador con una caja del dicho producto. Con un pitido paso el código por el detector, y el precio apareció en la pequeña pantalla que había cara al público.

7:40 h

Pague, y con un seco despido, salí del establecimiento mientras guardaba el pequeño paquete en la mochila. Me subí en la bici la cual soprendentemente seguía con las dos ruedas, y volví a recorrer las calles de la ciudad, solo que esta vez en otra dirección.

Esta vez el camino se hizo mas llevadero, ya que ademas que la casa del abu estaba mas cerca, el trayecto me resultaba mas familiar, entonces podía acceder a atajos los cuales hacían que el tiempo de llegada se fuera restando progresivamente.

7:54 h 

Pulse el timbre  de la puerta, el cual no sabia si seguía funcionando o no, pero debería seguir haciéndolo, ya que mi abu se asomo por el balcón, sin camiseta y masticando un chicle, una buena solución para prescindir del tabaco.

- Tengo prisa, toma - Le lance a la bolsa, pero el no consiguió cogerla al vuelo, así que el pequeño precinto se estampó contra el suelo - Perdón, segundo intento - Lo volví a lanzar, y ahora, aunque tampoco lo había conseguido coger, había entrado ella solita por la puerta del balcón.

La leyenda de AguileraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora