🔯 XVIII. Entre el bien y el mal 🔯

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TIMOTHÉE

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TIMOTHÉE


Esa noche no pude resistirme. Tenía las manos en su rostro e intensifiqué el beso. Estaba dispuesto a todo. Nada podía detenerme, ni el tiempo ni el espacio. Muchas veces creí que llegaría el momento, se suponía que solo iba ser parte del trato, pero había algo mucho más fuerte que eso. Me equivoqué, caí en mi propia redecilla y una corriente de aire me envolvía.

Me moví despacio y la tensión logró su objetivo al punto de separarse de mí.

Su respiración palpitante flotaba en la delicada atmósfera, estaba desesperada por querer marcharse y lo hizo a los pocos segundos. La magia entre nosotros se deshizo y, a todo esto, ya no podía pensar en otra cosa que no sean sus labios sobre los míos. Me dejé llevar por mis propios instintos, quería manejarlo a mi manera, pero no sabía por dónde empezar y no me había dado cuenta que esto en cualquier momento iba a explotar.

Mi mente era un laberinto sin salida y ya no se trataba solo de protegerla. Era un número desconocido en la vida de alguien, con tan poca fe y fuerza de voluntad.

—¿Eres consciente de lo que acabas de hacer anoche? —Forest me reprendió, había estado allí en ese preciso instante.

—No he hecho nada malo.

—Sabes que Eira no es simplemente una chica con súper poderes. Luchas contra el dolor ¿es eso?

—Eres malo aconsejando —ironicé haciendo un gesto con la mano.

—¿Sabes lo que significa eso? —me examinó congruentemente—. El mal encuentra la forma de unir a dos personas.

—Me tiene sin cuidado.

Esbocé una sonrisa y un aire helado se llenó en mis pulmones.

—¿Por qué es tan difícil sacarte de allí? —demandó limpiándose los bordes de los labios con una servilleta—. Ella y tú pertenecen a razas muy distintas.

—Vamos Forest, no hablemos de eso.

Apenas lo dije en un tono tranquilo. Estaba seguro que nada me detendría, podía sentirlo en lo más profundo de mi ser. El señor de la muerte podía manejarme a su antojo, pero yo podía lidiar contra ello y sabía que si quería sobrevivir lo haría a mi manera.

—Alejarte es la única forma de mantenerte a salvo.

—No tienes idea de lo que estás diciendo —dije colocando las manos sobre la mesa—. Hay formas para deshacerme de ese... tú me entiendes mejor que nadie.

—Al parecer, Paimon está esperando a que finalmente la corrompas. Recuerda que, no es todo lo que sabe hacer. Se podría desatar la tormenta.

—Ya está hecho.

—Podría ser mucho peor que tiempos atrás.

—Que venga lo que tenga que venir.

Paimon solo quería que el mundo ardiera en fuego y se elevara como el Dios de la muerte y le rezaran solo a él.

Cenizas Del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora