Saludo a Gregory con un asentamiento de cabeza.

— Nosotros tenemos que irnos. —anuncia mi tía. Recoge las maletas ya preparadas que tenía en el salón.

— Pórtense bien, y diviértanse con las muchachitas —Gregory nos guiña un ojo.

«Ingenuo»

Si nos vamos a divertir, pero no con muchachitas.

— Te voy a enseñar la habitación de invitados —le hablo a Ray, mientras que su padre y mi tía se van tan tranquilos.

Sigue todos mis pasos sin protestar.

— Esta es tu habitación —se queja.

— Dónde dormirás —le afirmo— Eres un invitado que dormirá en mi habitación. 

Me fulmina con la mirada. Agradezco que no troque el tema de mi padre y que me trate como si no le importara que soy un jodido desastre, qué nada en mi es bueno.

— Ni de coña.

— Serán solo dos días, Ray —hablo— Tampoco es tan grave. Yo no te voy a hacer nada que tú no me pidas.

— No empieces con tus juegos y manipulaciones mentales. Te conozco. 

— Es que sí, me lo vas a pedir.

Pone los ojos en blanco y se mete en mi habitación. Tira la mochila al suelo con sus cosas.

— ¿Qué hacemos ahora?

— Quería llevarte a un lugar —confieso—, pero con esas pintas mejor te encierro para que la humanidad siga feliz.

— ¿Qué tiene mi ropa —se mira— A mí me gusta, la escoge mi papá siempre que vamos de compra.

— Ahora entiendo —me burlo— Ambos deben ser encerrados. —se queda callado—. Es sábado me rehúso a quedarme aquí.

— Puedes irte.

— Quiero que vayas conmigo.

— ¿Seguro?

— Mira Ray, tenemos algo. No seas tonto, pero con esa ropa ni a la esquina para sacar a pasear un perro.

— No tengo nada mejor —se encoge de hombros— además si me dices a dónde vamos puede que intente buscar algo para la ocasión.

— No, te voy a llevar a uno de mis lugares favoritos —me niego— De ninguna manera me vas a arruinar el momento.

— Me rindo —se calla. 

— Bien —digo— Quítate la ropa. 

— No estoy accediendo a tener sexo contigo.

— Eres un pervertido, Ray —rompo a carcajadas— No vamos a tener sexo...aún. Te voy a hacer un cambio de look.

— No confío.

— Cállate. 

Busco en mi armario algo adecuado. Reviso en la ropa que me queda pequeña, ya que Ray es mucho más delgado que yo. Termino encontrando unos jeans gris, rotos a la rodilla.

— Prueba con esto —se lo tiro a la cara, se queja.

— Date la vuelta —pide.

— No seas ridículo.

Se queda en bóxer y rápidamente me da la espalda para ponerse la prenda.

— Vamos mejorando —sonrió.

Sigo en mi búsqueda, hallo un pulóver blanco que tiene un cartel de letras negras. Junto a un abrigo oscuro, con capucha incluida. Se las ofresco.

No puede evitar mirar lo delgado que está, se le notan cada uno de sus huesos. Al conocerlo no era tan flaco.

Se viste por completo.

— Espera —me toco la barbilla. Me acerco y remuevo su cabello perfectamente peinado— Ya eres digno de andar conmigo.

#

Me costó, pero lo conseguí. Ray se subió a mi moto, estuvimos una hora en carretera hasta llegar fuera de la ciudad.

— No sabía que este lugar existía —tiene la boca bien abierta como un niño pequeño, entusiasmado.

Yo quiero meter mi polla ahí.

Ok, no.

— La feria la realizan todos los sábados y domingos —le cuento— Suelo venir mucho. Me relaja.

— No lo imaginaba —me regala una cálida sonrisa— No te imagino en un lugar como este.

— Aún no gas visto nada.

Lo tomo del brazo y lo arrastro casi que corriendo. El aire está fresco y me siento libre, como no me sentía hace mucho tiempo.

— No tendrás pensado subir ahí.

— Claro que sí —afirmo.

Compro los tickets.

— Caleb, yo le tengo miedo a...

Lo callo con un beso que no duda en responder. Sus brazos me acarician lentamente y sonrío sobre sus labios porque esta partida ya la gané.

La Bestia ✓Where stories live. Discover now