The final movement.

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La interminable, agotadora, desesperante y a veces infructuosa trayectoria de tentar las capacidades para resistir durante la espera era una habilidad que pocos llegaban a considerar cuando se está en el campo de misión.

Si hubiera tenido con quien alardear se hubiera jactado de ser el maestro a la hora de esperar como un campeón. Quizá el restregar la verdad a Alcina de cómo después de soportar toda clase de calumnias lo habían llevado a saber quien era Madre Miranda y como habían sido utilizados como viles marionetas por un fin mediocre.

Pero en ese momento Heisenberg repasaba y trazaba rutas de escape gracias a la información recolectada durante la estancia en esa precaria cabaña. Como si se tratara de la complicada maquinaria de un reloj, Karl encajaba los engranajes para tener el momento perfecto para huir sin ser detectado.

La rutina se volvió una maestra que le daba la suficiente información para conocer su entorno mientras su cuerpo sanaba lentamente aquellas heridas que por poco le habían arrebatado la existencia.

Habría grabado una bitácora destacando cada falla en el grupo de agentes y científicas para reproducir las cintas por el simple placer de recordar como les había ganado a esos novatos.

"Es innegable la bondad y estupidez con la que se maneja al que llaman líder del escuadrón, el robusto hombre incluso me ha invitado a la mesa para conversar y jugar cartas. Pareciera no saber con quien comparte lugar"

-Los juegos de mesa son un medio para mejorar la capacidad de análisis, dejan ver que si se puede seguir sencillas reglas básicas, desarrollan la habilidad de toma de decisiones en mentes jóvenes expuestas a temprana edad a este tipo de estímulos y sobre todo, sirve para aprender a tolerar la frustración cuando se pierde. -Dijo Parker estando en la mesa junto a Jill, mientras Rebecca hacía anotaciones y Richter se encargaba de resguardar el área.

-Interesante observación, capitán aburrido. -Exclamó Heisenberg mostrando las últimas cartas en su mano dejando ver que Luciani había ganado.

Luciani soltó una risilla al verse victorioso de nueva cuenta. Estaba al tanto de la inteligencia de Heisenberg, así como la función del jerarca dentro de la aldea. Por lo cual tenerlo usando parte de sus habilidades era una tarea digna de llevar a cabo hasta descubrir el hilo del cual desenmarañar esa mente enredada.

-Observar cómo afrontas este simple encuentro amistoso de cartas me deja ver claramente partes de tu personalidad, Karl. -Respondió el italiano -Por ejemplo: este juego me deja saber que eres alguien complejo.

Jill observaba en silencio mientras tomaba una taza de café. Desconfiando de cada movimiento que el hombre de cabello cano hacía. Había algo en esa mirada perdida que le recordaba a lo que alguna vez fue y eso le causaba inquietud, pero no dudaba en las capacidades de su superior y amigo quien estaba tentando el terreno al presionar los límites de Karl.

-¿Qué aprendiste con esto? -Se quejó el sobreviviente como si lo estuvieran torturando a base de serpientes y escaleras y ajedrez.

-Me dejaste ganar. -Respondió Parker con una sonrisa triunfante.

Heisenberg alzó la ceja incrédulo con la reacción del italiano.

-¡Impresionante! -Exclamó con sarcasmo dejándose caer en el respaldo de la silla hastiado de seguir el juego.

Valentine juntó los naipes y los pasó sobre la mesa al jerarca.

-Te toca repartir las cartas. -Ordenó la rubia sirviendo de apoyo a su compañero.

-A la orden, cariño.

Comenzó a revolver los naipes frustrado con la actitud de Jill, le costaba leerla y eso lo obligaba a ponerla en una lista de personas para evitar a la hora de intentar huir.

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