Stein.
Me desperté sintiéndome un poco confuso porque no reconocía el lugar en donde estaba...
Hasta que recordé que pasé toda la noche con Anthonella... Otra vez...
Su cama es suave y tiene un leve olor a su perfume de a diario que es un perfume de jazmines, y lo demás solo es el aroma natural que tiene siempre.
Huele a algo sutil, algo limpio... algo sencillo.
La puerta se abre de golpe dando entrada a una chica pelinegra con falda corta u botas altas...
Hoy luce más impresionante que nunca...
Su pelo vuelve a caer suelto, hasta llegar a sus caderas. Su falda roja llega hasta la mitad de sus muslos, un top negro y corto cubre sus pechos, dejando parte de su abdomen expuesto. Sus botas altas llegan hasta sus rodillas, adornadas con cordones toscos y algunos botones. Sus labios color carmín muestran una sonrisa mientras me observa levantarme.
¡ Madre mía ! ¡ Quiero esta vista todas las mañanas !.
– Tenemos una hora para desayunar e irnos para la escuela, así que vístete. — Cerró la puerta.
Me levanté y pasé a utilizar su baño.
Pese a que me tuve que vestir con la misma ropa de el día de ayer, me sigo viendo fantástico.
Bajo las escaleras hasta llegar a la mesa donde está el desayuno y le hago una mueca a Anthonella.
– No me gustan las tostadas con queso.
– A mi no me gustas tu, y no me ando quejando todo el tiempo. — Dijo picando otra rodaja de queso.
– ¿ Alguien se levantó con mal carácter ?. — Pasé por su lado y le tiré del pelo.
Ella suspiró y me miró de mala gana.
– ¿ Cómo no quieres que esté de mal humor si mira esta ropa ?.
Oh, era eso. Estaba disgustada por la ropa que llevaba.
¡ Pero si estaba guapísima!.
– Eso te pasa por tener mal gusto en los equipos de fútbol.
– ¡ Pero siempre ganan !.
– No creo que siempre sea así... mírate.
Se volvió hacia la mesa a seguir preparando el desayuno.
– No me gustan las tostadas con queso Anthonella.
– ¡ Eso es imposible!. A todos les gustan las tostadas con queso.
– ¡ Pero a mí no !. Quiero mermelada de fresa.
– ¡ Eso es asqueroso !.
– ¡ Dame mermelada de fresa o te muerdo !.
Incluso a mí me sorprendió mi actitud infantil ante la situación.
Ella fue hacia el refrigerador y me trajo la mermelada.
– ¡ Eso es, obedece a tu patrón !.
– ¿ Sabes Stein ?. Soy muy torpe. Se me suelen caer muy a menudo los tarros de mermelada en la cabeza de rubios amargados.
– Perdón patrona.
Ella sonrió y me pasó la mermelada.
Luego prosiguió a sentarse en la silla frente a mi y con mucho descuido metió su cabello en su tazón de leche.
– ¡ Mierda !.
Comencé a reírme muchísimo ante lo sucedido. Verla enojada era algo magnífico.
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Stein ✅
Teen FictionNunca sabes que tanto pueda cambiar tu vida en las ruinas de un edificio. Y eso aplica para Stein, que decide salvar a una chica misteriosa de la muerte y queda completamente enganchado por ella. ¿Te atreverías a leer un libro en que la muerte y e...