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La chica fue a dormir triste, ese gallo era muy tierno, tenía cara de 'mensito' según ella. En fin, pensaba que llorar por algo tan irrelevante era absurdo, ahora solo recordaría a aquel animal con cariño.

Estando recostada en la hamaca, con su cabeza recargada en sus manos, mirando el cielo estrellado, se preguntó si de nuevo aparecerían esas imágenes en su cabeza cuando estuviera dormida. Ya no tenía miedo, solo curiosidad. Su mente daba vueltas, pensando cosas al azar mientras el cansancio hacía que sus ojos se fueran cerrando poco a poco.

Su tranquilidad no duró mucho, volvía aquel peculiar sueño, pero esta vez era diferente: las imágenes se mostraban con claridad, y Sigrid tenía un comportamiento específico; ya no había duda, estaba reviviendo un recuerdo.

Caminaba lentamente por un largo pasillo, las paredes y el piso eran de color blanco, al igual que la luz que alumbraba el lugar. No solo era ella, también habían dos personas más que la acompañaban, una a cada lado. A Sigrid no le importaba, solo seguía caminando con la espalda recta y una expresión neutral, como si la situación fuese la más normal del mundo. Continuó hasta detenerse frente a una gran puerta de metal, cerrada con una seguridad impresionante, varios clicks se escucharon hasta que una alarma sonó, posteriormente la puerta se abrió, las dos personas que escoltaban a la joven la dejaron entrar sola. Se encontró en una pequeña habitación, en el centro de ésta habían una mesa rectangular del mismo color que las paredes, y dos sillas, una frente a la otra. En la esquina del cuarto, una mujer estaba de pie dándole la espalda a Sigrid, cuando la puerta se cerró de nuevo, aquella persona se dio la vuelta, puso sus ojos en la chica, la miró con una notable preocupación. No lo dudó y se apresuró a abrazarla, Sigrid le correspondió, aunque también estaba confundida.

-No sabes lo que tuve que hacer para que me dejaran verte. Siéntate, no tenemos mucho tiempo -habló aquella mujer de cabello claro.

-Me dijeron que las visitas estaban prohibidas, además me hicieron creer que estabas ocupada -comentó Sigrid mientras se separaba de ella y tomaba asiento.

-Pequeña, sabes que nada de lo que pasó fue tu culpa, ¿verdad? -ese comentario la hizo sentir triste.

-No lo sé, solo hice lo que ellos me pidieron -afirmó con la voz entrecortada -. ¿Por qué nos lastiman? ¿por qué los lastiman a ellos?

-Escúchame -la tomó de las manos intentando tranquilizarla -, ellos confían en ti, a donde sea que decidas ir, ellos te seguirán, no puedes darte por vencida, no ahora. Sé que tienes miedo, también sé que es egoísta que te pida que hagas esto, más que nada porque sé todo lo que has tenido que sufrir. No eres un monstruo, Sig.

-¿Entonces qué hago?

-Solo resiste, por favor...

Su plática fue interrumpida por un hombre entrando a la habitación.

-Se acabó su tiempo, llévensela -ordenó, a la par que entraban dos tipos más, armados y uniformados. En seguida tomaron a Sigrid de las muñecas, el agarre era fuerte, lo que le ocasionó un fuerte dolor.

-¿Que? ¡No, esperen! ¡Suéltenme!

-Tranquila, ¡tranquila! Todo va a estar bien, solo tienes que ser fuerte. Te prometo que volveré, también podrás ver a tu hermana y...

-¡Hey! ¡Ya fue suficiente! Ya no tiene permitido hablar con ella. ¡Sáquenlas de aquí!

Todo pasó en cámara lenta, Sigrid no se resistió pero tampoco cooperó, terminaron arrastrándola por el pasillo hasta llegar a otra habitación; a comparación de la otra, ésta era oscura y fría, no habían muebles visibles ni nada por el estilo. Los hombres la arrojaron dentro, haciendo que se estrellara contra el suelo. Se quedó ahí, inmóvil y en la misma posición en la que cayó. Si hubiera sido en otra ocasión tal vez hubiera luchado, tal vez se hubiera resistido a que la desecharan ahí, sin embargo ya no tenía esperanza, ya no quería pelear, se estaba dando por vencida. Una ola de voces empezaba a resonar en el oscuro lugar, el volumen era cada vez más alto, Sigrid se tapó los oídos esperando mitigar a las voces, sin embargo, seguían escuchándose con la misma intensidad. El escenario cambió de golpe, todo se volvió negro. Sintió como si cayera rápidamente a un pozo sin fondo. Las voces no cesaron.

-¡Sigrid!

-Corre, tienes que correr...

-¡Sácalos de ahí! ¡Tú lo prometiste!

-Recuerda...

-¡La llave!

-7, 1, 5, 2....

-...6, 4, 8, 3...

-No, no, no, no. ¡No!

Su cuerpo reaccionó con un movimiento brusco, provocando que se despertara. Volteó a ver con angustia para todos lados, con el miedo de encontrarse con esas cuatro paredes oscuras. No, no había nada de eso, en su lugar, y a pesar de que aún era de madrugada, logró enfocar y distinguir a varios habitantes durmiendo plácidamente en las hamacas. Pasó sus manos por su cabeza, peinando su cabello hacia atrás, lo sintió húmedo, al parecer había estado sudando. Suspiró varias veces para tranquilizarse.

-Ese estuvo intenso.

Luego de un rato, logró sentirse más calmada, no obstante, no pudo volver a pegar el ojo, estaba removiéndose inquieta sobre su hamaca, además de que ya no tenía nada de sueño. Se frustró. Decidió levantarse cuidadosamente e ir por un poco de agua. El Área lucía serena, aunque un poco espeluznante para su gusto; nada más que la luz de la luna iluminaba el recinto. Bebió bastante agua, tanto que me dieron ganas de orinar dos veces. Fue hacia el mirador, un lugar alto, construido con madera apoyándose de un gran árbol. Subió hasta la plataforma más alta, teniendo así una muy buena vista. Se sentó en el suelo, dejando sus pies colgando. Serían las cuatro de la mañana, faltaban varias horas para que el sol saliera. Se quedó pensativa debido al "sueño", recordaba a aquella mujer, en realidad no le vio bien el rostro, era como si alguien lo hubiese borrado de sus memorias; lo que sí tenía bien presente, eran todas las voces que alcanzó a escuchar, aquellas frases, esa especie de secuencia numérica, todo era familiar, pero aún así no le encontraba coherencia. Sacudió su cabeza, no tenía caso pensar en eso sí aún no tenía todas las pistas. Fijó su vista en los muros que rodeaban el Área, no podía ver más allá de aquellas paredes, y es que aunque no lo ha expresado demasiado, el laberinto se ha convertido en un misterio que le causaba fascinación. De vez en cuando, por las noches, podía escuchar los escalofriantes rugidos y ruidos metálicos de los penitentes, así como el sonido del laberinto alterándose. Era peligroso siquiera pensar en ello, pero de verdad tenía una ligera esperanza de volverse corredora, era casi como una necesidad. Pensó en hablar con Alby sobre ello, aunque sabía que no existía ni la más mínima posibilidad de que al menos lo considerara. Ella no era débil, tampoco tonta, el líder sabía eso, pero no podría arriesgar a una miembro tan valiosa. Sí, lo era para él, y estaba claro que para todos los demás habitantes con los que ella bromeaba y convivía como si se conocieran de toda la vida. Su otra alternativa, era hablar con Minho, el encargado.

[BORRADOR] MAZE RUNNER: El secreto de CRUEL [Minho]Where stories live. Discover now