—Ah. ¿Qué quieres?

—Eres buena en proyecto artístico y expresiones. Ayúdame.

Bufo.

—Págame—tomo un sorbo de café y suspiro ante lo deliciosos que aún sigue—. Delicioso.

—Quiero probar.

Me quita mi café de las manos para tomar un sorbo.

— ¡Oye!

—Tienes razón. Este delicioso—se lo quito de las manos.

—Te ayudare, siéntate.

—Como ordene su majestad.

Comienzo a explicarle con muestras como debe llevar sus expresiones en el momento en el que este tocando el instrumento y se burla de mí porque me meto mucho en el papel.

—Se llama ser una estudiante aplicada.

—Pff. Yo solo quería que me explicaras, no que me recordaras que soy terrible en esta materia.

—De nada.

Me encojo de hombros y prendo mi celular, ya me quedan solo unos minutos.

—Hola, Mura—me Saluda Jae, Joder. Ahora entiendo a Nora, definitivamente los asiáticos son muy apuestos.

— ¿Usas mascarillas? —es lo que pregunto cuando él se sienta frente a Falcon y yo.

— ¿Qué?

Falcon sonríe divertido ante mi pregunta.

—Me refiero a que si te hechas algo en la cara, ¿Cómo avena? ¿Mascarilla de arroz? —el niega divertido—. ¿No? Que hermoso rostro tienes, maldición. Ya quisiera yo tener mi cara así de suave y bonita.

— ¿Me estas coqueteando? —ahora me rio yo.

—No me malinterpretes, Jae. Estas buenísimo, pero me gustan rubios—no sé porque dije eso pero eso solo hizo que Falcon y este soltaran una carcajada—. ¿Qué? Solo tengo buenos gustos.

—Allá usted señorita Overman—se levanta Falcon y Jae le sigue—. Tengo clase.

—Yo igual—me levanto, tengo dos minutos para llegar—. Tengo clase de composición con Eduar.

—Uhg, odio esa clase con mi vida—dice Jae.

—Y es la más importante de nuestras carreras—comenta Falcon.

—Lo es—le doy la razón—. Pero es a la que peor le atino.

— ¿Mura Overman mal en una materia? Impresionante—golpeo al Falcon y luego me giro para irme por el lado contrario a ellos—. Adiós chicos.

Giro dos pasillos más y me encuentro a Lucrecia. O no.

—Señorita Overman—me inspecciona de pies a cabeza como si hubiera cometido un delito—. ¿Quién le dijo a usted que se permite traer las uñas pintadas a la academia?

Lo había olvidado. Me las había pintado de blanco para la boda del señor Howar y se me olvido quitarme el esmalte.

—Lo siento mucho, Ayer tuve una fiesta de com...

—Me importa muy poco lo que usted haya o no tenido, no es excusa para venir en ese aspecto a la academia—me recrimina mirándome con desagrado.

¿Y si mejor me desmayo?

—No se repetirá, Lucrecia.

—Aparte de mal portada, insolente—cierro los ojos con fuerza para no decirle los mil y un insultos que tengo guardados—. ¿Cómo se atreve a llamarme solo de esa manera? Soy Señora Lucrecia.

Mi Melodia Favorita✔️Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ