Las manos de rin, se deslizaba por debajo de la camisa mientras sus lenguas jugaban sin ceder ante la dominación del otro; sesshomaru deslizo sus labios por el cuello de la azabache dejando pequeños chupones.

Pero al notar como su esposa le tiraba la camisa un poco enojada porque no podía desabotonarla; una idea le cruzo en su mente -¡Espera pequeña! - dijo el platinado suspirando para prolongar un poco más su deseo de poseerla.

-¡NO! - grito frustrada la azabache no quería esperar su cuerpo reclamaba a ese idiota de su esposo.

-¡Te prometo que te gustara! - le susurro en el oído, al ver su mirada enfadada -¡No te preocupes mi amor, cuando entre en ti me rogaras que pares! - sonrió con malicia.

Rin le devolvió la sonrisa -¡Muchos hombres siempre dicen lo mismo, se creen los dioses del sexo! - le contesto la azabache a su engreído esposo.

El platinado la miro intensamente -¡No son solo palabras pequeña, es una advertencia que probare cada rincón de tu exquisito cuerpo a mi antojo! - le respondió, mientras retrocedía lentamente sin dejarla de ver.

Una nueva música sonó en la habitación pero esta vez su melodía era diferente sesshomaru comenzó a desabotonar su camisa al ritmo de la canción; mientras dejaba en su pecho la corbata que rin deseaba quitarle desde el principio.

Rin miro los movimientos de su esposo, sus caderas se movían suavemente pero contundente mientras su mirada dorada que tanto amaba poco a poco se teñía de un rojo carmesí; esa mirada le decía que ella era su presa, la azabache trago saliva.

La azabache no entendía porque su cuerpo reaccionaba ante esa mirada de depredador, la mano de sesshomaru se deslizo por su pecho hasta llegar al borde del pantalón y se lo desabrocho lentamente, sin dejar de mirarla.

Las marcas moradas aparecieron en su mejilla, y por primera vez en su vida sesshomaru le mostro unos rasgos demoniacos; rin sabia que el deseaba enseñarle poco a poco y a su manera su verdadera forma, lejos de asustarla.

Rin estaba extasiada observar la  bella transformación bajo la luz de la luna, todo le parecía irreal que tarde o temprano se iba a despertar y esa sumisión que su esposo le estaba demostrando era lo más sexy que ha experimentado en todo su vida.

El platinado al ver como en los ojos de su amada su apariencia no le parecía grotesca utilizo su fuerza sobrehumana para arrancarse sus pantalones; pues no lo necesitaría por unas cuantas horas; se arrodillo ante su mujer y le canto.

Eenie Meenie Minie moe, mi dolor y mi cura. (Sí, sí).
Eenie Meenie Minie moe, mi prisión y mi paraíso.
Tú eres mi prisión y mi paraíso.

Le entrego el otro extremo de la corbata dando la impresión de estar encadenado y que solo ella era su dueña; rin al verlo en esa posición coloco su pie en sus hombros dando una orden silenciosa a su esposo.

Sesshomaru lejos de molestarse sonrió satisfecho por su orden, le quito sus zapatos y desde la punta de sus pies, comenzó hacer un camino de besos húmedos que lentamente subía por sus muslos.

Rin observaba como su esposo obedecía sus demandas, cuando sus miradas se encontraron una descarga eléctrica paso por sus cuerpos como si sus almas desearan ser una de inmediato; la azabache abrió sus piernas y sonrió con maldad.

Ellos no tenían necesidad de hablar para saber lo que el otro deseaba pues solo mirarse era suficiente, las manos del platinado arranco la falda de su traviesa esposa trago saliva por lo provocativa que estaba en ese momento; sus ganas de poseerla se duplicaba, ni el mismo sabia hasta donde podía aguantar ante ese apetitoso aperitivo.

DULCES TRAVESURASNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ