Mordió el anzuelo.

–Sí, señor.

Él sonrió y yo más aún al saber que voy a tener mayor acceso a todo gracias a él. Todo me salió mejor de lo planeado.

***

Termino de organizar la bolsa con todo lo que necesito, y me ajusto mi gorra y el tapabocas. Necesito terminar esto lo más rápido posible para volver y ver cómo está Kael.

Decidí caminar hasta llegar a la casa familiar, donde vivíamos todos, mis padres y mis abuelos, y que ahora es donde vivía Margaret.

Desde que la conocí cuando yo tenia 9 años y ella 13 años, es supersticiosa, del tipo que siempre se pone el zapato derecho, la que consulta los astros y el horóscopo, pero a medida que fuimos creciendo las cosas las llevó al extremo. Incluso una vez que salimos del colegio, la ví yendo donde un consultorio de una vidente. Mi padre y mi madrastra no lo creyeron importante pero las cosas eran cada vez más raras. Una vez la encontré encima mío cortándome el cabello y diciendo que con eso podría ser tan bella como yo. Otra vez descubrí que debajo de mi cama había pegado un papel con unos símbolos y no sé si funcionaban o no, pero en ese tiempo no podía dormir bien y tenia recurrentes pesadillas. Y algunas veces olía a flores de cementerio.

Ahora, eso que tanto le gusta a ella me servirá a mí.

Me paro al frente de la casa y la admiro. Esta casa fue edificada con los gustos de mi abuela y después se hicieron modificaciones cuando mi mamá llegó, así que conozco esta casa como la palma de mi mano. Por eso, doblo la esquina y me mezclo entre los arbustos y me encuentro con unos que tiene unas flores blancas, las que sembró mi mamá y las aparto un poco. Cuando estaba pequeña ese era mi "puerta secreta" que solo conocía mi mamá y yo.

Aparto las ramas un poco y entro. Era más fácil cuando era pequeña. Arrastro la maleta por el pasto porque está muy pesada. Observo que el jardín ha cambiado, todos los rosales de mi madre desaparecieron al igual que la pequeña huerta que mi abuela tenía. Lo único igual es la piscina.

Sigo arrastrando la maleta y llegó hasta una puerta de vidrio que da a la cocina pero no está abierta. Tenia la breve esperanza de encontrarla abierta, por lo general lo estaba porque así era más fácil entrar al jardín. Cuando miré al segundo piso noté como la cortina se movía por el viento.

Me puse la maleta a la espalda y me subí al pequeño marco de una pequeña ventana al lado de la puerta de vidrio. Después utilizando de apoyo una columna y escalando un poco, pude alcanzar la baranda del balcón. Me empujé todo lo que más pude con las brazos y subí mi pierna pasándola sobre el metal. La espalda me tallaba por el peso de la maleta pero no me importó.

Cuando por fin estuve dentro del balcón miré el paisaje, esa era la habitación principal. Y ahora viendo como había llegado, me di cuenta de lo fácil que es robar en una casa, siempre y cuando se tengo una destreza física pasable.

Me asomo un poco en la habitación y después entro al saber que no hay nadie. Después de entrar en la empresa a hurtadillas con la excusa de entregar un pedido, me topé casi que de frente con Margaret pero estaba lo suficientemente entretenida con su celular para no verme. En ese momento recibió una llamada y quedó de verse con un tal Amón en un bar esa noche, por lo que sabia que la casa estaría sola y podría actuar.

La habitación está hecha un desastre, todo está revuelto. Y así empiezo a sacar todo. Lo primero es poner un lindo mensaje en el techo a mí hermanastra. Utilizo una de la sillas que pongo en la cama, después dos cojines encima y me subo. Apenas si alcanzo a casi tocar el techo y como no me puedo mover mucho utilizo el labial para escribir: ¿Me extrañaste, hermana? Pero al terminar, mi equilibrio se pierde y caigo en la cama rebotando al final, caigo al suelo. Todo el peso de mi cuerpo queda sobre mi mano izquierda por lo que chillo por el dolor pero me levanto después de dos minutos.Me senté en el suelo esperando calmar el dolor sobando un poco y respirando despacio.

Después quito el edredón de la cama y riego la sangre de vaca que conseguí en el mercado por toda la sabana y que, como si fuera obra del destino, son blancas para darle más dramatismo a todo. Al terminar, puse el edredón y al ser tan grueso no se pasa todavía. Pero cuando terminó de organizar la cama, noté que algo brillaba. Cuando alargué la mano y saqué lo que había debajo, reconocí el pequeño baúl familiar, donde mi abuela guardaba sus cosas más preciadas, porque no creía en las cajas fuertes aunque la casa tenia dos.

Al abrirlo vi como había algunas fotografías viejas, la mayoría de ella con mi abuelo cuando eran jóvenes y antes de casarse, también otras de mi madre cuando era una niña y otras mías, unas que no recordaba haber visto. Una me llamó la atención porque era de una pareja y mis padres, se podía notar que había una amistad fuerte entre ellos. En el centro de la foto estaba yo con un niño cogidos de la mano y se me veía muy alegre, riendo, mientras el niño había quedado mirándome en la foto. No recordaba eso pero ver a mis padres felices, riendo tan cómodamente hizo que una lágrima se deslizara por mi mejilla. No tenia tiempo para eso ahora, así que terminé de sacar todo lo que necesitaba y guardé el baúl para revisarlo a más detalle.

Escribí en el espejo del baño la frase que escribí en el techo con el mismo labial. Después tiré los pétalos de las rosas negras que había pintado por todo el suelo, para después sacar mi otra maestra.

Hacia un año, la empresa familiar había sido condecorada y le habían hecho un artículo a Margaret, donde la elogiaban porque ella había sido la que había llevado las riendas de la empresa y la familia cuando nuestros padres habían muerto, y tuvo el control total cuando mis abuelos habían muerto a manos mías, como ella hizo creer a todo el mundo.

"A pesar de quedar sin mis padres antes de los 18 años, hacerme cargo de la empresa porque ellos lo estipularon en el testamento y porque mis abuelos estaban muy mayores, siempre traté de ser la mejor hermana del mundo: la aconsejaba, la ayudaba, le prestaba mis cosas y la amaba, pero ella me odiaba. Y ese odio se manifestó en su máximo esplendor esa fatídica noche... pero yo la perdono, no tengo corazón para odiarla."

No sabia si reírme o asquearme cuando leí esa parte de la entrevista. Si el mundo supiera como era en verdad la gran Margaret Bennington, se sentiría traicionado.

Con una puntilla y un martillo clavé la revista en la pared y después taché su nombre para poner el mio, y así, pegar en su cara, el recorte de mi cara que saque de la foto familiar. Y por ultimo, pegué los talismanes que hice, que según Google, son los de la mala suerte.

Me encantaría ver su reacción cuando vea todo esto.

Para no dejar rastros bajé por el mismo lado que subí pero con muchos más cuidado porque mi mano sigue doliendo.

Antes de pasar por el arbusto por donde entré, miré de nuevo la casa. Tengo que volver y encontrar los testamentos porque estoy segura que fueron falsificados, necesito encontrar las pruebas de que ella fue la verdadera culpable de la muerte de mis abuelos.




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Richard en multimedia.

Destinos CruzadosWhere stories live. Discover now