Capítulo 55. Diez años después

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Necesitamos a varios gammas en los que confiábamos para mantenernos encadenados.

Pero poco a poco, Honey fue controlando su habilidad, aquello no era ninguna maldición como él quería hacernos ver. Era un don, y él comenzó a saber usarlo.

En todos estos años, él solo ha tenido un celo real, uno que nos regaló a nuestro pequeño Golden.

Me dejo caer en la cama, con cada uno a mi lado, aunque Honey siempre acaba encaramado a mí.

Retiro los restos de sus labios con un beso, mi omega, miro a Saw, mi alfa.

Y ya no me imagino la vida de otra manera, ¿cómo pudo ser alguna vez de otra forma?

Honey

Saw me acaricia mientras le cuento cómo están nuestros cachorros, Golden y Bronze son obedientes, cariñosos y relativamente tranquilos, pero Silver, Silver nos trae de cabeza a todos.

La alfa ha salido a su madre, sin más, y ella hincha su pecho orgullosa.

No hay distinciones, todos son mis cachorros, todos son nuestros cachorros.

—Es una alfa, es así como tiene que ser —dice ella.

—Bronze también es un alfa, y no es así —le aclaro, ella me besa.

—Bronze es como su padre, un alfa tranquilo, analítico, ambos serán buenos alfas —no puedo evitar sonreír, es cierto, en el fondo sé que es cierto.— ¿Y Golden, cómo está?

—No sé si será como yo, o como Blue, pero es muy reservado, y su hermana no deja que los demás cachorros se le acerquen, solo los omegas.

—Hablaré con Silver, te lo prometo —sus labios vuelven a buscarme.

Axe ha ido al consejo, y ella y yo tenemos un  estupendo momento a solas, pero este se rompe de golpe.

—¡Mamá! —grita Silver corriendo hasta ella. Saw abre sus brazos para abrazar a la pequeña alfa.

Sus olores son tan complementarios, y al final es a la única a la que la niña hace caso.

—He tumbado a Kit —dice nuestra hija orgullosa, ya veo a Saw, y le doy un codazo.

—No se les pega a los beta, niña —le da un pescozón.

—¿Ni aunque se meta con Sun? —dice ella indignada—. Tú me dijiste que nadie debe hacer de menos a los gamma, y Sun es mi mejor amigo.

Saw me mira, me pide permiso y yo ruedo los ojos resignado.

—Si hay que patear traseros porque alguien haga de menos a otro sin motivos, sí, tienes que hacerlo.

—Sun le provocó, mamá —dice Bronze entrando con Golden de la mano.

Moon y Sun, uno omega y el otro gamma, eran el terror de la manada, de eso no cabía duda.

¿Cómo habían podido nacer esas dos criaturas de alguien tan bueno y tierno como Rag? La gamma sé que los educa lo mejor que puede, ella y yo nos hemos hecho grandes amigos.

Y en el fondo me recuerdan demasiado a mis hermanos, ellos nunca fueron buenos conmigo, pero debía reconocer que nunca se dejaron pisotear por nadie.

—¿Cómo has estado, cariño? —El tono de Saw siempre era mucho más suave y cariñoso con Golden, nuestro pequeño omega. Él corrió a sus brazos, podía entenderle, Saw siempre nos hacía mucha falta.

—Tú, pequeña tirana, tienes que dejar a tu hermano relacionarse con los demás —regaña a la niña alfa.

—No me gustan cómo le miran, mamá —se defiende ella.

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