Despertando

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CASTIEN

Durante esa semana apenas pude dormir, mi cansancio era notorio, la gente comenzó a preocuparse por mí pero mi compañera no despertaba y la frustración e irritabilidad subió a un nivel superior en mí, mi loba tampoco dejaba de reprocharme, apenas me separaba de ella y me pasaba el día entero sosteniendo su pálida manita en la mía, normalmente la proximidad de los compañeros mejoraba la salud general pero en ella sólo parecía debilitarla aún más.  

Estaba completamente empapada mientras su fiebre subía y su piel se volvía un tono más pálida por día, los pocos intentos que hacía por despertarse sólo eran palabras delirantes y temblores.

"Lo siento Castien..." su voz entrecortada casi inaudible me devolvió a la vida

Sus pesados párpados se levantaron para que sus hermosos ojos de color desajustado me miraran con tristeza, inmediatamente apreté mis labios contra los suyos y respiré aliviado mientras le acariciaba el pelo enyesado de la frente.

"¿Cómo te sientes? Voy a avisar al médico, toma un poco de agua" le tendí el vaso de agua para que pudiera dar un sorbo.

"La fiebre está bajando, eso es bueno" dijo el Dr. Moritz mientras la examinaba.

"Tengo hambre", murmuró ella.

"Aquí tengo tu cena preparada" Cogí su comida y puse el plato cerca de ella pero lo apartó débilmente

"No... quiero algo fresco.. Necesito carne cruda" El Dr. Moritz frunció el ceño y su expresión se ensombreció.

"Te tendremos algo en unos minutos" dijo el doctor Moritz en tono serio y me llevó al pasillo para hablar sin que ella pudiera oírnos

"Alfa, Luna Lorelei me preocupa, sus síntomas son inusuales para un lobo, necesitaré que me conceda un permiso para la biblioteca de los altos elfos, el médico de esta manada se encargará de Luna durante unos días, necesito salir de inmediato" su tono de preocupación era inusual, el doctor moritz era un hombre muy conocedor y tranquilo y si algo le molestaba podía ser algo grave.

"Voy a necesitar una cosa más de usted, príncipe Casien" dijo.

"Lo que necesites" respondi.

"Si lo que sospecho es correcto, solo puedes alimentarla con carne cruda, si tiene algo de sangre fresca será más efectivo, si es lo único que la ayuda a recuperar su fuerza y no permitas que ningún macho se aparee con ella incluido... tú. Eso podría matarla"

Sus palabras me clavaron en el suelo, no podía tocarla y no sabía por qué, pero confiaba en mi médico y sé que él tendría la solución.

La Maldición De Mi Luna: Quédate Conmigo (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora