—Ok. ok. Sé un aguafiestas. Es casi como si fuéramos a una ciudad extranjera a hacer turismo en vez de a ligar. Qué idea tan original. — Bright dudó. —A menos que quieras encontrar a alguien para echar un polvo. Porque a pesar de que tú no estás con ganas de quedarte fuera de la habitación, si eso significa que vas a quitarte de la cabeza la atracción por esa persona, estaría dispuesto a pasar la noche en otro sitio mientras estás en la faena.

No había ninguna realidad paralela en la que Arthit pudiera sentirse más avergonzado. Se irguió aún más en su asiento, súbitamente demasiado aturdido para contestar. ¿Echar un polvo con alguien más?

No.

—No podría.

—Podrías. No le perteneces.

—Yo... —parecía como si le pusiera los cuernos, lo que era una idea absurda, pero llevaba un peso a sus espaldas que abrumaba su espíritu. —Sé que no, pero no estoy buscando sexo casual, podría simplemente haber... Arthit se calló. Miró fijamente sus rodillas. El resto de la frase permaneció incompleta. Bright podría deducir el significado.

—Ok, ok. Este viaje se supone que es para celebrar, no para traumatizarnos. Vamos a olvidar toda esta parte, ¿ok? Tú no vas a follar con nadie, yo no voy a follar con nadie, y vamos a tener una diversión estupenda y apta para todos los públicos que podremos compartir orgullosamente con nuestros padres cuando terminemos.

—De acuerdo.

—Así que, como no vamos a hablar de nada que nos hunda en la miseria, ¿Por qué no me cuentas todo sobre tu primera clase de yoga? Apuesto a que te echaron alguna miradita.

Arthit rio. Soltó el teléfono.

—Bueno...

☘️☘️☘️☘️☘️☘️☘️🍀☘️☘️☘️☘️☘️☘️☘️

El siguiente tramo del viaje estuvo lleno de historias de la semana de Arthit y recuerdos de la secundaria. Las risas marcaron su travesía. Y cuando por fin cayó la noche y el teléfono de Arthit vibró con un mensaje, estaba lo bastante sereno para mirarlo sin desmoronarse. Era una foto de Dae haciendo lo que mejor sabía hacer, dormir.

Hola. Espero que se estén divirtiendo. Nosotros estamos tan a tope de trabajo que nos vamos a desmayar.

Arthit se rio a carcajadas y se acurrucó contra la puerta, sonriendo al teléfono mientras respondía. Bright había tomado posesión del volante y se negaba a cederlo, por lo que Arthit juró usar su tiempo sabiamente. Mientras mantuviera los pies en la tierra, no sería raro mantener una conversación de texto amistosa con su jefe. Después de todo, vivían juntos. No hay nada extraño en comunicarse con alguien con quien compartes el espacio vital.

Arthit solo deseaba poder decir lo mismo sobre la forma en que su corazón saltaba de alegría cuando Kongpob lo miraba.

Todavía estamos en la carretera. Conduje un rato, pero ahora Bright está conduciendo y no me deja agarrar el volante.

Arthit esperó la respuesta, ya enganchado. Siempre que Kongpob le prestaba atención, se sentía la persona más importante del planeta.

Dile que tienes un calambre en el pie.

—¿Por qué?

—Porque entonces encontrará un área de servicios y podrás convencerlo de que entre a conseguir algunos analgésicos. Cuando se haya ido, tú puedes recuperar el volante.

Arthit contuvo la risa. Miró a Bright y luego miró de nuevo a su teléfono.

Quiero llegar vivo a casa.

Vida de PapáHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin