Capítulo 6

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Huir es alejarse precipitadamente de un lugar o de una persona para evitar un daño o por temor.

Cuando huyes, te alejas lo más rápido que puedes. Puedes incluso -como yo- correr desesperadamente en cualquier dirección solo para ignorar esas palabras que han calado hondo en ti.

Creí que si me alejaba pronto de Susana olvidaría toda esa pamplina de Jesús, pero sus palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza: "¿Y si todo este tiempo ellos han estado en lo correcto y nosotros en lo errado?"

Pateo el suelo en señal de frustración. Nunca pensé que conocer a un cristiano me afectaría tanto. Y es que a pesar de estar muy cansada, la frustración que sentía, la impotencia por haberme hecho falsas esperanzas con respecto al Mesías me daban coraje.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de cuánto me había alejado de la residencia. Miro la hora en mi celular y veo que apenas son las 9 de la noche. Me quedaré un rato más aquí para aclararme un poco. Me acuesto en el césped recién cortado y cierro mis ojos. La decepción me invade tanto que empiezo a llorar.

–¿Ragazza, se encuentra bien?– escucho una voz masculina que habla y me levanto de un salto.
–Sí, estoy bien– digo mientras seco mis lágrimas.
Cuando levanto mi vista observo a un hombre que parece tener unos cuarenta y tantos años de piel cobriza que me observa no muy convencido de la respuesta que le di.
–Mucho gusto, soy Jacob. ¿Y ud?– pregunta mientras me  tiende su mano.
–Soy Diadema Feltz– respondo y estrecho su mano en forma de saludo.
–No eres de por aquí ¿verdad?– me pregunta curioso.
–No. Soy israelí. He venido a estudiar acá.
–Mira qué coincidencia. Yo también vengo de allá. Estoy haciendo una investigación muy importante en Jerusalén pues soy arqueólogo, y de vez en cuando me solicitan para que venga a impartir clases en esta universidad. Así que, si tienes algún problema puedes contar conmigo.– me dice con alegría– Me retiro. Hasta un día de estos, Diadema.

Y con esto se marcha.

Creo que me marcharé yo también. El aire frío está calando mis huesos y, a decir verdad, no me agrada la idea de enfermar a punto de iniciar las clases.

Con paso lento y cansado me dirijo a mi habitación. La luz de la pequeña sala de estar está encendida, por lo que supongo que Susie ya llegó.

Para confirmar mis sospechas Susana se asoma desde su cuarto.
–¡Día! Has llegado. Estaba preocupada.

La verdad no quería hablar con ella así que la ignoré y al llegar a mi cuarto, tiré la puerta con ímpetu. Me acuesto en la cama algo distraída.

¡Hannah!

Mi mejor amiga viene a mi mente y tomo enseguida mi celular. Me dispongo a hacer una videollamada porque la verdad necesito hablar de esto con alguien.
– Y la traidora se digna a llamar– me dice entre risas y no puedo evitar sentirme un poco mal. No he sido capaz ni de mandarle un mensaje a mi amiga.

– Hola Hanna. Te extrañaba.

Ella me mira con una cara extraña, de un momento a otro comienza a hacer muecas  y yo arrugo mi frente porque realmente no estoy entendiendo nada.

– Estoy esperando– me dice de repente.

– ¿Esperando qué?– a veces Hanna puede ser muy rara.

– Quiero que me digas qué te pasó. En primer lugar, tú nunca llamas, ni siquiera a tus padres. Y en segunda, tienes cara de haber llorado, así que desembucha o cuelgo la llamada.

– Wow!!!!! Realmente me conoces

– Has tardado mucho en darte cuenta. Habla por favor.

– Ok. Te contaré. Pero no lo puede saber nadie. ¿Ok?

–Ok.

–Mi compañera de cuarto y su amigo me dijeron que sabían donde estaba el Mesías.

Un grito muy fuerte del otro lado de la pantalla casi me deja sorda.

–Hanna!!!! ¿Estás loca? ¿ Cómo se te ocurre gritar así? Me has dado un susto de muerte.

– Ay amiga es que es algo súper bueno.

– Y olvidaste la parte en que nadie puede saber. Con ese escándalo tus padres te preguntarán y no puedes contarles. Es un secreto– dije muy asustada.

– ¿Te preocupas por mis padres? Parece mentira Día. Ellos dejaron de preguntarse por mis gritos y mis risas hace mucho tiempo. Se han dado cuenta que conmigo es imposible.

–Es cierto. Lo había olvidado. Pero esa no es toda la historia.

–¿Hay más?

–Sí. ¿Sabes a quién se refieren con Mesías?

–¿A quién? Acaba de hablar. Me tienes ansiosa.

–Jesús

–¿Cuál Jesús?

–El nazareno.

– NO LO PUEDO CREER!!!!!!– Hanna está con la boca abierta.

–Imagina cómo me he sentido. Me hice tantas esperanzas para nada. Y ellos están tan convencidos de lo que creen que realmente me hacen sentirme más molesta.

– Demuéstrales que están equivocados.

–¿Qué quieres decir?

–Sí. Haz exactamente eso. Demuéstrale a ellos y al mundo que están equivocados y que ese tal Jesús no es realmente El Mesías. Vuélvete loca e investiga con estudiosos. Estoy segura que encontrarás las respuestas que necesitas.

–¿Y cómo haría eso?

–Mmmmm. No lo sé. Es complicado. Ellos creen que Jesús fue el Mesías pero ¿Y si no existió? Toda su creencia se vendría abajo.

–¿Quieres que les pruebe que Jesús realmente no existió?

–¡Sí! Y así ellos no tendrán más remedio que reconocer que su creencia es vana.

–Eres una genio, Hanna. Sabía que tú me podías ayudar. Gracias amiga.

–De nada. Para eso estoy. Y recuerda ponerme al tanto de tus avances ¿Ok?

–Está bien. Lo prometo.

–Hablamos luego. Shalom.

–Shalom Hanna.

No tengo idea de cómo empezar. Sólo sé que mi nuevo propósito es demostrarle a Susana y a Marcos que han perdido su tiempo en cosas vanas. Mañana comenzará mi nuevo camino pero... ¿Será el correcto?

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⏰ Última actualización: Jul 22, 2022 ⏰

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