Pleito en el bar.

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—¿Y ese jeep, de quién será? —Se preguntó mientras entraba al bar, pues éste era por lo demás muy llamativo, no había visto algo similar en todo el tiempo que llevaba viviendo con el anciano en el taller. Sin pensarlo dos veces apuró su andar pensando en aquel extraño jeep, sin recordar que no era primera vez que veía uno de similares características— Hola cantinero, ¿qué cuentas de nuevo?

—Aquí como siempre, nada nuevo, —respondía por su parte Marcos, quien era el cantinero y encargado del lugar— ¿y tú, que te trajo por estos lados?

—¡No creo que sea para venir a verte, —expresaba John Michael de manera burlona— dame una cerveza, pero que esté helada sí!

—Más heladas que estas no encontrarás por aquí. —Respondía seguro Marcos, sacando una y poniéndola sobre la barra tras destaparla.

—¿Oye, y esos tipos de donde salieron? —Preguntó John Michael, haciendo una pequeña seña hacia aquellos desconocidos que se encontraban en una de las mesas.

—No sé, hace días que están viniendo.

Su mente voló de inmediato a su pueblo, específicamente al día en que se enfrentó a Federico en el bar de don Pepe, pues la situación era similar, por no decir que idéntica. Lo que le dijo Marcos le hizo sospechar de inmediato que se encontraba bebiendo una cerveza a escasos metros de quienes podían ser parte de la banda criminal a la que pertenecía Federico, sintiéndose intranquilo por lo que podría ocurrir si se mantenía por mucho tiempo en el lugar. Debía retirarse lo antes posible de ahí.

—¿Viste el tremendo jeep en el que andan?

—Sí, lo había notado, pero no andan todos. —Respondía Marcos mientras observaba con cierto temor a los sujetos.

—¿Qué, son más? —Preguntaba éste, arrimando aquella fría botella hacia su lado, mientras comenzaba a mover la boca para saborear su sabor.

—Sí, faltan dos, uno flaco alto, y otro un poco más bajo que tú, y bien feo y gordo.

—¡Capaz que anden buscando otro bar donde tengan cervezas más heladas! —John Michael soltaba una risotada por el chiste que acababa de decir.

—Tú siempre con tus tonterías. Oye y todavía vive el viejito del taller, ¿o ya eres dueño?

—¡Oye tarado, ten más respeto! —Alegaba éste, dándole un largo sorbo a su botella— Todavía vive, como la mierda, pero vive el viejito.

—¡Tranquilo hombre, no lo dije con mala intención! —Se excusaba Marcos, pues la broma John Michael sí la entendió, pero no le gustó para nada.

—¡Ya, te voy a creer! ¿Y aquí qué pasó? —Preguntaba para cambiar el tema de conversación, pues aparte de aquellos desconocidos, otra cosa que le había llamado la atención eran los notorios cambios en el interior del lugar, incluidas las meseras, quienes para él eran unas completas desconocidas— Todo nuevo, bueno casi todo, aún veo tu horrible cara en la barra.

—Ni idea. De la noche a la mañana aquí todo cambió. Ni siquiera entiendo por qué sigo trabajando aquí. —Respondía un tanto sorprendido Marcos, en el sentido de que poco y nada entendía también.

—Qué raro. —Comentaba éste, sorbeteando la botella, disfrutando el sabor de la cebada helada.

—Bastante raro diría yo.

—¿Cuánto te debo por la cerveza? —Preguntaba John Michael, luego de darle el último sorbo y vaciar la botella.

—Lo de siempre, ¿ya te dio amnesia?

—Preguntaba por si también habían cambiado los precios. Y si vas a hacer bromas pesadas hazlas conmigo, no metas a mi tata. —Aún seguía enojado por la broma, una de las cosas que no soportaba era que le hicieran bromas referentes al anciano.

UNA NUEVA IDENTIDAD. (COMPLETA)Where stories live. Discover now