Familia fracturada.

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Fue muy duro para él estar ahí en ese minuto sin poder gritarles que se encontraba vivo, simplemente había sido atado de pies y manos, amordazado y arrojado al vacío

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Fue muy duro para él estar ahí en ese minuto sin poder gritarles que se encontraba vivo, simplemente había sido atado de pies y manos, amordazado y arrojado al vacío. Si Federico no se hubiese interpuesto entre él y sus seres amados, no estaría así, estaría con ellos, con su amada familia.

Deambuló varios días por el pueblo ocultándose ante los ojos de la gente, hasta que un día decidió a ir a la casa de una vieja amiga de la familia, a la que todos conocían por tía Chela, con el miedo latente de que Federico una vez más se apareciera frente a él para amenazarlo, pero tenía la esperanza de que ella pudiera ayudarlo en ese momento, por lo que debía arriesgarse. La noche estaba muy entrada ya y no quería volver a pasarla en la calle con el miedo a estar siendo vigilado. Con cada paso que daba, guardaba ese temor de ser sorprendido y en el peor de los casos siendo asesinado.

Fue una verdadera odisea hacerla entender que estaba vivo, ya que ella pensaba que era solo un lunático que quería asaltarla. Solo le creyó cuando le dijo ciertas cosas que solo ambos sabían, secretos que compartían a pesar de sus diferencias de edad. Juró que nunca revelaría que estaba vivo, por mucho dolor que viese en su familia, era un secreto muy duro el que debía ocultar, pero por la seguridad de todos debía ser así. Arturo por su parte le pidió que cuidara de su familia, jurando un día volver a reunirse con ella. Aquello por ahora no era posible, sería como tocar a la puerta con la muerte en las manos.

—¿Y qué pretendes hacer entonces? —Preguntaba la mujer a un Arturo totalmente diferente al que había visto la última vez. Y es que no solo su apariencia física era diferente producto de sus ropas, la mujer sentía que había algo distinto en él, y no tardaría mucho en notarlo.

—Seguirles el juego, no tengo de otra. —Arturo inhalaba el aroma del café recién servido por la mujer— De ello depende la seguridad de mi familia, y la de todos quienes me rodean. Prácticamente estoy poniendo en peligro a todo un pueblo y no es justo. ¡Aunque hay varios bastardos que me caen mal!

—Te das cuenta que en el momento que abandones este pueblo, —decía la mujer mientras le extendía la taza con el café recién vertido en ella— también abandonarás tu nombre

—¿Cómo que mi nombre?

—¡Pues claro! Se supone que estás muerto ¿cierto? —Interpelaba ésta, quien bebía sorbos cortos de aquella taza.

—¡Pero si estoy vivo, míreme, a poco está ciega! —Alegaba éste sin embargo, haciéndole señas para que lo mirara de pies a cabeza.

—¡Entiende, estás muerto!

—¡Ah claro, entonces soy un alma en pena! —Alegaba nuevamente, dejando la taza de café sobre la mesa y cruzándose de brazos en señal de desacuerdo.

—Me refiero a que ellos se encargaron de darte por muerto ante los ojos de todos aquí, con tal de hacerte entrar en su juego.

—¿Ya y? Eso da lo mismo para el caso, de todas formas estos hijos de perra me mantienen vigilado, no puedo dar un paso sin que lo sepan. —Resignado tomaba entre sus manos nuevamente la taza con café— ¡Si parece que tengo un radar en el culo!

UNA NUEVA IDENTIDAD. (COMPLETA)Where stories live. Discover now