17. Recuerdos.

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Bajo las escaleras con una mochila sobre mis hombros, llevo en ella algunas de mis cosas valiosas.

—T/n?— es la voz de Five, que hace que me detenga.

No sé si debo irme y dejarlo así o voltear y enfrentarlo.

Pero al parecer el responde, por qué cuando ve que cuando quiero irme el se teletransporta frente a mi.

— Eres tú— una pequeña sonrisa se le forma en la cara y no saben cuantas ganas tengo de golpearlo.

— Compromiso— digo tratando de irme pero el me toma del brazo.

— ¿Por qué te vas?— volteo los ojos.

— Que, ¿no puedo irme?, O me piensas meter de nuevo a un congelador— menciono de la manera más seca posible.

El parece un poco apenado por eso — Lo siento, yo no—

— Ja!, Cinco hargreeves diciéndo que lo siente, valla pero que hipócrita me saliste— digo para luego comenzar a irme

— Espera t/n— no le hago caso y aceleró más mi pasó pero en eso Luther aparece deteniéndome—

— ¿Te piensas ir?—

— Evidentemente — digo con sarcasmo.

— Vamos a juntarnos en el jardín para esparcir las cenizas de papá— ignora mi comentario, pero ante eso me pongo un tanto dudosa pero simplemente dejo mi mochila sobre el sillón y me dirijo hacia el jardín.

Y para mí mala suerte solo quedaban dos sombrillas.

Una normal y otra como de niños que tomo Klaus.

Estaba por tomar el paraguas cuando Five se adelantó y lo tomo— Si quieres puedo compartir— ruedo los ojos

— prefiero mojarme— digo saliendo al jardín

Estar de nuevo en el jardín es algo extraño, y nostálgico.

Recuerdo hacer carteritas con Five, o simplemente saltar debajo de la lluvia.

Como si leyera mi mente me dice.— Buenos recuerdos, no?—

— no se de qué hablas — en este momento desearía que los medicamentos destructivos del laboratorio hubieran desecho esos recuerdos.

Y me pierdo en mis pensamientos.

Luther comienza hablar y después Pogo, de ahí al parece Diego. Pero comienzas los golpes y ahí es cuando reacciono.

Diego está por aventar un cuchillo y detengo el cuchillo en el aire— nos entrenaron así pero no somos bestias número dos—

— pero que demonios— dice alguien detrás de mí.

Diego me da una mal mirada y para que le baje le doy el cuchillo— basta los dos— digo para tratarme ir pero el me lanza el cuchillo logro esquivarlo  pero Luther no—

— ¡Pero que tienes en la cabeza número dos!— le digo cabreada.

— Para ocho— me dice Luther para después entrarse a la academia.

Cabe resaltar que Luther estaba muy cambiado y no emocionalmente si no físicamente. Osea es que algo paso pero mejor ni me meto en eso.

𝙽𝚞𝚎𝚜𝚝𝚛𝚘 𝚃𝚒𝚎𝚖𝚙𝚘. | Cinco hargreeves & T/n| TUA | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora