Me coloqué de pie y fui tras él, cuando lo alcancé lo sujete del brazo y lo atraje hacia mí.

-Estaba bromeando, aunque admito que me encanta verte así -le dije mientras lo abrazaba y me reía de su rostro. Tenía las mejillas infladas y enrojecidas, como cuando era niño y hacía escándalos por comer galletas.

-Alguien te podría oir, Hyung -me dijo, acercándose a mí.

-Si, claro. Las toallas y las palmeras son tan chismosas -me golpeó el brazo y me abrazó en seguida. Changbin se había puesto muy cariñoso y tierno, nunca en mi vida lo había imaginado así. A pesar de continuar con nuestras peleas habituales, era extraño tenerlo sólo para mí. Aún no cabía en la felicidad de saber que no sufriría más pensando que él llegaría a casa de la mano de cualquier chico para presentarlo como novio, o pelearme con él y estar meses sin hablarnos.

Ahora tenía la certeza que cuando me fuera a acostar por las noches, no me torturaría pensando qué se sentiría besarlo o haberle confesado que lo amaba, porque ya era mi esposo y nada podía hacerme más feliz que eso.

-Hyung, tengo hambre. Vamos al hotel a almorzar -me sugirió.

-No, yo quería ir contigo detrás de esas palmeras que hay por allí, ya sabes, para hacer... -me fulminó con la mirada y me callé, al parecer seguía un poco molesto con lo de la broma y lo de mencionar cosas relacionadas con hacerlo.

-Eres un pervertido, un pervertido que es mi esposo -me agarró del cuello y me besó con una sonrisa. Nos fundimos el uno al otro por unos minutos, al separarnos, él chocó su nariz con la mía y me miró directo a los ojos-. Y así como el pervertido que eres, me gustas.

-Ya lo sabía -me jacté, pero él fingió molestarse y salió corriendo mientras gritaba:
-¡Si me alcanzas antes de que llegue al hotel, te prepararé una sorpresa! -tardé un poco en asimilar sus palabras, pero le ordené a mis piernas a correr a toda velocidad en cuanto me di cuenta de que esa sorpresa podría ser lo que estuve sugiriendo todo ese rato.

-No me has alcanzado, creo que gané -se burló Changbin, tenía más energías y fuerzas para correr, además su altura lo beneficiaba. Su cabello rubio se alboroto cuando una corriente de aire cálido pasó y cubrió su rostro.

-La naturaleza se venga de ti -le dije, apartando el pelo.

Cuando su rostro quedó descubierto, lo besé en los labios y por una fracción de segundos creí que me daría un ataque o algo. Fue suave, silencioso y tan dulce como volar sobre nubes de azúcar, cada minuto que pasaba junto a él, me convencía más de haber tomado la decisión correcta.

-Hyung, sigo teniendo hambre -susurró cuando me aparté unos milímetros de sus labios.

-Ve al cuarto, yo pediré algo.

Subió a la habitación y yo fui a recepción. Pedí un carrito con champagne, fresas, crema y chocolate. Me dijeron que estaría en mi habitación en diez minutos, así que subí en seguida para esperar junto a Changbin.

Al entrar, Bin veía televisión calmadamente. Cambiaba de canales una y otra vez, sin decidirse por uno.

-¿Qué tienes ganas de ver? -me preguntó.

-No lo sé, tal vez una película romántica -me miró incrédulo. La mirada que que me dedicó parecía decirlo todo: "¿Estás bromeando?"

-Odio esa clase de películas, lo sabes -espetó.

-Sí, lo sé. Pero también me odiabas a mí, y mira como estamos ahora -me acosté a su lado y lo atraje hacia mí de su cintura-. Casados, en una cama compartida, en nuestra luna de miel, a punto de hacer el amor...

𝑀𝒶𝓇𝓇𝓎 𝑀𝑒 || 𝐿𝒾𝓍𝒷𝒾𝓃 /𝒞𝒽𝒶𝓃𝑔𝓁𝒾𝓍 Où les histoires vivent. Découvrez maintenant