ʀᴇꜱꜰʀɪᴀᴅᴏ

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Han sido días particularmente tranquilos; claro, para mí, ya que el resto del consejo no opina lo mismo.

La presidenta prefiere pensar que son días tediosos ya que prefiere el trabajo practico

– ¿Dónde están los demás, Sayaka? – preguntó mientras hojeaba unas hojas

– Se ausentaran el día de hoy presidenta – avisé – Yumemi pidió permiso para asistir a un evento personal y le interesará saber que ahora mismo Kaede está jugando con Yuriko por su puesto en el consejo y Runa esta como repartidora – expliqué calmadamente

– Ya veo – dijo desinteresada – ¿Qué hay de Midari?

– Pues – suspiré – Por la mañana se acercó a decirme que se tomaría el día libre

– No esperaba menos de ella – sonrió

– Si gusta yo puedo hacerme cargo de todo – dije refiriéndome al papeleo – Mientras va a observar la partida de Kaede y Yuriko

– ¿Por qué haría eso? – me miró confundida

– N-no lo sé – conteste nerviosa ya que esperaba que aceptara – Creí que le gustaría ver como termina

– Ya se cómo terminará – volvió a sonreír

– Yo solo quería ser de utilidad – susurré mientras continuaba revisando los papeles administrativos

– Siempre eres útil

Apenas escuche esas palabras levante mi mirada en busca de la suya, pero fue en vano ya que continuó revisando sus respectivos documentos. El silencio de la sala me envolvió hasta casi perder la noción del tiempo, únicamente me hallaba concentrada en revisar la pila de documentos que tenía frente a mí.

El estornudo de la presidenta me hizo perder la concentración

– Esta enferma, presidenta – me levante de mi asiento preocupada – Vaya a casa a descansar, por favor

– Solo es un resfriado, Sayaka – ni siquiera se tomó la molestia de mirarme – Además, hoy quiero terminar con esto, mañana tengo otras cosas que hacer

– Per– fui interrumpida antes de ofrecerme a terminar con todo sola

– Gracias por tu preocupación

En el tono en el que lo dijo, se notaba que no aceptaría nada. Mientras continuamos con la revisión de documentos, sus estornudos incrementaban y no me dejaban concentrarme

– Presidenta, al menos déjeme traerle una infusión para su resfriado, por favor

– ¿Crees que lo necesito? – me miró desafiante

– P-pues si – conteste nerviosa

– ¿Mucho?

– Si – trague saliva

– Esta bien

Con su aprobación, fui a la cafetería en búsqueda de alguna infusión para el resfriado y rápidamente se la lleve a la presidenta

– ¿Acaso volaste? – se burló apenas entre con la taza de té

– No quería que se enfriara – expliqué llevándosela hasta su sitio

– Que considerada – sopló la taza de té y tomo un pequeño sorbo – Pero, ¿y la tuya? – levantó una ceja – ¿O no piensas acompañarme?

– Lo olvide – sonreí nerviosa – Ya vengo

Realmente no estaba interesada en beber nada, pero al oír que quería que la acompañara, no pude negarme. Lleve una taza como la que le lleve y aproveche para sentarme junto a ella a beber mi té

Continuamos en silencio, mientras tanto me pase un buen rato soplando para enfriar el té, ya que se encontraba bastante caliente para mi gusto y cuando por fin tomé el primer sorbo

Continuamos en silencio, mientras tanto me pase un buen rato soplando para enfriar el té, ya que se encontraba bastante caliente para mi gusto y cuando por fin tomé el primer sorbo

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– ¿Esta bueno?

No se porque, pero se me fue la mano y termine rociando la mitad del té sobre mí, quedando toda mi camisa mojada

– L-lo siento – me disculpe por mi torpeza

– ¿Por qué te disculpas? – pregunto burlona – Si eres tu la que se mojo – soltó una carcajada – Déjame ayudarte – se levantó de su asiento

– No es necesario – dije tímidamente al ver que se acercaba a mi e inmediatamente me levante del asiento

– ¿Segura? – preguntó poniéndose frente a mí, quedando cara a cara

Negué con la cabeza ya que se hacía extrañamente cómodo tenerla tan cerca, tanto que podía sentir su cálida respiración

Nuestras miradas se cruzaron y lentamente nos fuimos acercando hasta terminar en aquel anhelado beso que había esperado hace tanto tiempo. Poder sentir sus dulces labios era como un sueño, que comenzó a ponerse extraño cuando sentí sus manos en mi cuello

– Presidenta, ¿qué hace? – me separé de ella suavemente

– Dijiste que necesitaba 'mucho' té para recuperarme, ahora solo pretendo tomarlo – enseguida pasó su lengua por la comisura de mis labios

– Per... – colocó su dedo índice sobre mis labios

Con la mano que le quedaba libre comenzó a desabotonar los primeros botones de mi camisa, sin dejar de mirarme a los ojos

– ¿Puedo?

Sabía exactamente a que se refería así que asentí y nuevamente volví a probar sus dulces labios, pero esta vez una extraña sensación recorría mi cuerpo

– Puedes detenerme cuando quieras – advirtió

Mientras tanto mi cuerpo se estremecía al sentir sus besos bajando hacia mi cuello y...





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