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Lo que pasa es que la paciencia de Nanami nuevamente se está poniendo a prueba.

Esta vez por culpa de nada más ni nada menos que de Gojo Satoru.

El alfa seguro cree que no se da cuenta cada maldita vez que vigila su centro de trabajo. Como si pudiera esconder su energía maldita. Camuflarse, para él, ya no es tan fácil.

Y, la cereza del pastel, que ya esperaba que sucediera, Gojo finalmente se atreve a participar, mostrándose frente a sus compañeros de trabajo.

Ese día, Nanami no sabe exactamente lo que lo posee cuando decide que le haría el favor a Gojo de llevarlo a su casa.

Bueno, puede ser que olerlo es picante y agradable. No por algún sentimiento especial que aguarde hacia Satoru, sino porque es un alfa de buenos genes que tiene un aroma muy tentador.

Y definitivamente no ayuda que su celo esté cerca. Un celo que burbujea como si fuera un volcán que ha esperado años por despertar. Su celo quiere despertar con fuerza, los supresores solo logran que se acumulen celo tras celo periódicamente y cada vez es más inquietante.

Quizá es la razón por la que su omega interno se emociona al oler a Gojo. La forma en la que Gojo apesta su auto con ganas de sexo.

Si dejara a su omega interno al libre albedrío para que dominara sus decisiones, ya estuviera siendo empotrado contra los asientos de su auto mientras lo follan, abriendo las piernas como un omega necesitado.

Porque, en realidad, sí está algo necesitado sexualmente.

Y es tan humillante ser consciente de eso.

Es tan humillante que su naturaleza lo orille a necesitar ser activo sexualmente.

Quizá tengan algo de sexo al final, piensa Nanami.

Pero no debería pensar en ello porque se prometió no necesitar nunca de un alfa. Mucho menos un alfa como Gojo Satoru.

Un completo idiota.

Un idiota que le dijo que era sus sobras.

Sin embargo, piensa Nanami, todos los alfas son así. No ha conocido algún alfa que no lo haya tratado como propiedad en algún momento. No entiende por qué tienen una naturaleza tan fea. Sea cualquier alfa que busque, la mayoría debería pensar cosas similares. Y no quiere arriesgar a sus cachorros de nuevo a que un alfa los maltrate.

Lo único bueno de Satoru es su polla. Nanami aprieta los dientes de solo ser consciente de tener estos pensamientos. Gojo no merece ninguna oportunidad.

Pero es tan tentador.

Y, mierda, detesta que sea así. Quizá su omega interno se siente seguro al rededor de un alfa que ya estuvo con él durante un tiempo.

Realmente su mente se pregunta qué diablos está haciendo cuando decide llevar a Satoru a su casa, como si el alfa no pudiera teletransportarse. Todo porque usa el cuento barato de los cachorros y Nanami es débil ante la mención de eso. Sin embargo, al menos, algo curioso sucede ese día cuando llegan a la casa de Satoru: ve a los niños Fushiguro.

Su instinto omega se enciende al ver a los cachorros. Son cachorros tristes de alguna manera, su omega interno se levanta y observa con cautela.

Son niños hambrientos por afecto omega.

Yuuji y Sukuna no se portaron así exactamente. Habían sido muy felices cuando Nanami los acurrucó y los dejó dormir en su nido. Ellos se frotaban a menudo con sus muñecas y mejillas, así que por el lado afectuoso, todo era natural. No los había visto tan hambrientos y desamparados como los cachorros Fushiguro.

Beautiful Omega / Fic # 3Where stories live. Discover now