- No te cubras, a parte soy todo tuyo, cielo - dijo él, acercando más su rostro contra el mío -

- ¿A qué te refieres con eso? - asumí confusa y frunciendo el ceño -

- Preguntas mucho, cariño - rió a lo bajo, caminó hacia el closet y tomó una camiseta con un pantalón. Se lo puso mientras que yo solo lo desviaba con mi mirada. Qué incómoda estoy.

- Tn, hoy vendrás a mi oficina - dijo él, cambiado de tema -

- No, gracias - hablé fríamente, desviando mi mirada nuevamente -

- No te pregunté, cariño, te avisé - toma de mi mentón y sonríe levemente -

- ¿Acaso no entiendes? - alcé un poco la voz -

- ¿Qué es lo que no entiendo? - preguntó, alzando sus cejas -

- Me tienes encerrada, no quiero estar aquí - mi voz sonó molesta -

- Aquí, harás lo que yo diga - no respondí - Te hablé, respóndeme - alzó la voz -

- Si - susurré, aguantando mis lágrimas -

- ¿Si qué, cariño? - me tomó de mi mentón con delicadeza -

- Si, señor Jimin - una lágrima se desliza por mi mejilla y él me lo seca con su dedo pulgar -

- Bien, ahora vamos a mi oficina - se tome a la lado de la puerta y hace seña con su cabeza, para que camine -

Avanzo hacia la puerta, pasando al lado de él con timidez y luego caminamos hacia el pasillo. Al terminar, llegamos al comedor y de ahí Jimin se dirigió hacia la entrada de la casa. La abrió y tomó mi mano y me llevó hacia su auto.

En todo ese tiempo que estuvimos en el auto, nadie habló. Estábamos en un silencio demasiado incómodo. Yo solo miraba por la ventana. Pero algo se me ideó.

Mi oportunidad de escapar.

• • •

Cuando llegamos, ví una enorme edificio. ¿Esa es su empresa? Debe de ser millonario. Y claro, tiene una mansión, autos caros y más cosas. Es obvio.

Jimin sale del auto y abre la puerta del lado mío, salgo del auto con un poco de timidez y él toma de mi brazo. Mierda, ahora me tiene agarrada. ¿Ahora como escapo? ¿Pido ayuda?...

Entramos al edifico y pude ver varios guardias cuidando todas las puertas y ascensores que había. Jimin avanza; aún tomándome de mi brazo. Entramos en un ascensor y llegamos al piso 12. Salimos, entramos y me encontré con una enorme oficina. Era lujosa, un ancho armario con muchos libros y un gigante ventanal que daba toda la vista de la ciudad.

Él me hizo sentar en un sillón, que estaba en la esquina de la oficina, mientras que él se sienta en su escritorio y prende su computadora. Me quedé ahí sentada; aburrida.

Pensando escapar.

Se me ocurrió una gran idea de ir al baño y pedir ayuda. Puede que eso me ayude. No lo sé...
Tomé las agallas y decidí hablarle.

- Señor, Jimin - llamé su atención -

- Dime, cariño - me miró -

- Quiero ir baño - lo miré -

- Te acompaño - se paró de su asiento y caminó hacia mi -

- ¡No! - elevé un poco la voz - digo... no es necesario ir conmigo, puedo ir sola - sonrio nerviosa -

- Pero no sabes ni dónde está el baño - dijo, frunciendo el ceño -

- Entonces, dime dónde queda y voy - sonrío plácidamente. Fingiendo obviamente.

- Solo ve saliendo por la puerta y te encontrarás al fondo los baños - murmuró, explicando -

- De acuerdo, gracias -

- De nada, cariño - sonrió y salí de ahí -

Salí de la oficina. Y había un pasillo largo, con varias puertas. Oficinas creería. También habian 2 ascensores disponibles ahí. Así que sin más, me adentré a uno, pero sin antes clavar un último vistazo al ambiente, para ver si no venía nadie.

Por suerte, no habia nadie...

Toqué el botón (1), que sería el primer piso. Mis nervios se apoderaban de mi cada vez más. Cerré mis ojos e inhale, al abrir mis ojos y exhale, la puerta del ascensor se abrió por completo. Ahora sí que había mucho guardias en la entrada y por todas partes. Maldita sea, ¿Cómo hago ahora?...

Respiré hondo, para luego caminar lentamente como si nada, hacia la entrada. Pero alguien toma mi hombro asustandome. ¡Ay no!.

Me dí vuelta y había un hombre alto, con traje de seguridad, cuerpo bastante musculoso, cabello corto y marrón y ojos azules. Su rostro estaba serio.

- ¿Qué hace aquí, señorita Tn? - preguntó él hombre -

- Es.. que... - mis nervios aumentaron, no podía casi hablar - Jimin me dejó ir a comprar algunas cosas femeninas que necesito - hablé rápidamente -

- Aja - dijo no muy convencido - el señor Jimin, no me dijo nada - frunció el ceño -

- Me dijo que a veces no avisa y solo me deja salir - sonreí falsamente -

- No confío en ti, señorita - me tomó del brazo -

- Es enserio. Y si le dices - me acerqué a él sensualmente - será una perdida de tiempo, señor - sonreí maliciosamente, tocándole el brazo de arriba hacia abajo -

- No - contestó fríamente -

¡Por dios! Éste hombre es muy difícil de convencer.

- Por favor, Jimin me dió permiso. A parte, sino no estaría aquí - hice un pequeño puchero, mostrando piedad para que no le diga -

- Está bien, pero si me mientes, serás tú la causante del desastre que harás y me echarán de mi trabajo. Ve y vuelve enseguida - dijo seriamente -

- Gracias, señor - sonreí contesta y me fuí -

Salí afuera y me sentía en libertad. Por fin, en libertad. Corrí como si mi vida dependiera de ello. Corrí y corrí, hasta que llegué a una parada de autobuses. Me quedé esperando sentada, estaba lejos de allí y eso me tranquilizó. Pero mis nervios volvieron nuevamente, cuando esa frase pasaba como eco en mi cabeza.

"Si escapas, te encontraré de alguna u otra forma, no tienes salida"

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𝕸𝖎 𝖆𝖈𝖔𝖘𝖆𝖉𝖔𝖗 |J.M| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora