Segunda Parte: Capítulo 9

9 0 0
                                    

Habían pasado meses desde la muerte de Chambers, pero no sabemos cuántos exactamente. Desde que los presidentes habían declarado las nuevas reglas, entre las que se encontraba el desconocimiento de la fecha para los Ocho, los científicos habían mantenido a los niños en un estado inconsciente, pero la habitación en la que todos convivirían durante un año completo estaba lista al fin, y eso significaba que los pequeños debían despertar.

Cuando los sacaron de las cápsulas, que los habían mantenido nutridos y limpios, aún estaban inconscientes, y se mantuvieron así hasta llegar a su nuevo alojamiento: el Hogar. Compuesto por una gran sala, una cocina, un comedor y ocho dormitorios personalizados, que más adelante me encargaré de describir con detalle. Además, ya no vestían sus uniformes amorfos blancos y negros, sino que cada uno tenía un traje de color azul marino ceñido al cuerpo, que les cubrían brazos, piernas y cuello por completo.

Los Ocho fueron ingresados, escoltados por dos decenas de guardias, pero con todas las extremidades del cuerpo libres. Sabían que habían estado dormidos durante algún tiempo, tiempo que fue perdido; también recordaban todo lo que habían vivido anteriormente, y no estaban de buen humor, pero sabían que pelear no serviría de nada, por fin lo habían entendido, y quizá por fin se habían rendido. Convivir los unos con los otros no les sería sencillo. Estaban enojados, frustrados, decepcionados y tristes. En aquel momento no existía ninguna emoción positiva, y eso comenzaría a influir seriamente en cada uno.

—Todos los que trabajamos en este gran proyecto los conocemos como los Ocho —comenzó diciendo Egorka, que ya estaba en el Hogar, junto a sus aliados, esperándolos—. Dentro de un año, el mundo los llamará los Cuatro. Trabajen más de lo suficiente y podrán formar parte del último grupo.

—Dicen que soñar es gratis, pero lo de ustedes ya es abuso —murmuró Zhi, con expresión de asco en su rostro, mientras se adentraba al lugar con sus compañeros al lado.

Al presidente americano se le iluminó la mirada ante la actitud de la niña. Habían dos opciones: estúpida o valiente… y era una prodigio. Enseguida mostró sus radiantes dientes blancos en una perfecta sonrisa, Zhi tenía el carácter que él buscaba en su candidato.

—Esto va a funcionar de manera sencilla —continuó Egorka—. Nosotros los visitaremos con frecuencia, les daremos tareas y ustedes nos entregarán sus trabajos. Cada uno busca diferentes cualidades en nuestro ideal de dueño del mundo, así que todos tienen una oportunidad.

—¿Dueño del mundo? ¡Dios mío! —Darya rio con sarcasmo.

—Se oye como mucha responsabilidad —acotó Sea, con su marcada frialdad.

—¿Verdad? Yo iba a decir lo mismo —dijo Dominique, asintiendo con la cabeza y cruzándose de brazos.

—Es que igual ya me considero el dueño del mundo, no creo necesitar un título —argumentó Asa, frunciendo el entrecejo, fingiendo pensar.

—Para que te quede claro, rubiecito, los que mandamos somos nosotros, ustedes solo son los que nos necesitan —manifestó Calista, uniéndose al coro para molestar a los líderes.

—Por cierto… —Asa simuló aguantar una carcajada y sonrió ampliamente, dirigiendo su mirada al ruso—… ¡adoro tu cabello! —exclamó sarcásticamente.

El líder chino rio exageradamente, casi de manera forzada, molestando a todos los presentes, Egorka lo miró con severidad y eso bastó para hacerlo callar.

—Queremos ver su magia —explicó Abe, después de un momento de tensión que se había formado—. Logren encantarnos con sus dotes y podrán mandar.

—A ustedes les encanta la muerte —Zhào murmuró, agachando un poco su cabeza—, quizá les dé algunas.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
La Máquina de los Sueños - 1 Duología 5VisionWhere stories live. Discover now