Prólogo

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La primera vez que JiMin vio a YoonGi fue cuando aún usaban pañales, de madres amorosas que eran amigas de toda la vida, embarazarse al mismo tiempo no fue sorpresa para nadie.

Cuando JiMin y YoonGi se balbucearon por primera acababan de cumplir un año, apenas unos cachorros que empezaban a conocer el mundo y sin duda el peor comienzo si iniciaba con un tirón de pelos.

Los pequeños JiMin y YoonGi de seis años no podían verse sin empezar cualquier pelea por pequeña que fuera la situación, no podían estar en la misma habitación sin que todo terminara en desastre.

Un JiMin recién presentado como alfa a los quince años no hizo más que molestar a YoonGi, quien se esforzaba para no dejar que el aroma a café lo mareara, difícil considerando que lo tenía por todos lados.

YoonGi de diecisiete años estaba irritado por la presencia de todos en aquella fiesta, bueno, la irritación aunque quisiera negarlo era por todos los omegas que rodeaban al alfa que tanto detestaba, irónico, ¿no? Pensó que realmente su destino era presentarse como beta.

JiMin de diecinueve años estaba tan molesto por el olor que YoonGi desprendía, era un beta, ¿por qué olía como un alfa? Y no como cualquier alfa, de todos era el que había estado tras YoonGi desde que habían empezado la universidad. Tal vez su límite fue ver las pequeñas marcas en el blanquecino cuello que empezaban a reclamar a YoonGi.

Y todo cambió cuando la calurosa discusión que mantenían en el almacén reveló que YoonGi no era un beta, era un omega, un precioso omega con olor a lavanda, omega por el que empujó todos sus impulsos muy al fondo para llevarlo a casa, gruñendo a todo el que lo mirara.

Para JiMin fue difícil aceptar lo que estaba pasando en realidad, aunque tratara de apartar todos esos pensamientos de cortejar a la persona por la que había acumulado tantos sentimientos y si no lo dejaba salir podría explotar.

Fue complicado convencer a YoonGi que no lo hacía por sus instintos, que no pensaba que era su responsabilidad solo porque se conocían desde que nacieron, que sus sentimientos era verdaderos y no lo lastimaría nunca.

Poco a poco se entregó al omega que aún dudaba de lo que era capaz, JiMin se aseguró de limpiar cada duda que tenía, cada lágrima que derramó por no creerse suficiente en una sociedad que solo juzgaba.

Poco a poco YoonGi extendió su mano, recibió la que JiMin le extendía y aprendieron desde cero a conocerse, a amarse como era debido. Tomó su tiempo formar la relación tan admirada por sus amigos.

JiMin de veinticinco años marcó a YoonGi como su omega, dijeron que era apresurado, que aún tenían mucha gente por conocer en un futuro, que se arrepentirían de la decisión que habían tomado.

Años después ambos se reirían de todo lo que hablaban, incluso de ellos mismos recordando lo tonto que fue odiarse tanto tiempo.

Se casaron después, algo divertido considerando que la ceremonia de apareamiento no fueron más que ellos en una habitación, pero por el bienestar de sus madres decidieron hacerlo formalmente.

Y cuando creyeron estar en la cúspide de su felicidad, llegó Manweol, su pequeña hija.

La primera vez que JiMin vio a Manweol supo que daría absolutamente todo por ella, que nada lo detendría para hacer feliz a la pequeña criatura que descansaba en sus brazos, que limpiaría sus lágrimas si no podía evitar derramarlas, que nunca le faltaría nada y mientras estuviera con él sería la más amada.

La primera vez que YoonGi vio a Manweol supo que su felicidad estaba completa, viéndola en los brazos de su JiMin era algo que no sabía que necesitaba, era como respirar un aire totalmente nuevo, una euforia recién descubierta sin punto de comparación.

Las personas que más amaba en el mundo acababan de conocerse y despertaba cada mañana esperando encontrar dos pares de ojos mirándolo con tanto amor, el sentimiento nunca se ausentó.

Ámame, JiMin, ámame más y más.

Love me more and more ﻬ [ j i m s u ]Where stories live. Discover now