Tuvo que contener la risa cuando le cedió paso, y él entró con una bolsa en el hombro a su salón. El disfraz era impecable, la barba blanca, el rojo aterciopelado traje con una barriga digna de Santa, y unos zapatos realmente tiernos y rojos. Sus manos estaban cubiertas por unos guantes blancos, los cuales tomaban la bolsa.

—¿No debería ser un secreto su presencia, Santa? —Susurró burlonamente, dentro de su papel, Louis sonrió tiernamente y soltó la gran bolsa sobre el sofá del omega. El estómago de Harry se llenó en ilusión pensando en aue ambos habían comprado regalos para el otro.

—Con el chico más bueno de la Navidad puedo ser flexible.

Cuando Harry se acercó, percibió que su cuerpo estaba caliente, mucho más caliente que antes de irse a Doncaster. Trató de ignorar lo que su mente estaba pensando y se centró en su rol.

—¿Es demasiado tarde para pedir algo, Santa?

—Sus deseos son órdenes para mí, muchacho.

Harry aumentó su sonrisa mientras daba un paso hacia delante, automáticamente sus fosas nasales le confirmaron algo que se estaba, literalmente, oliendo.

—¿Puedo quitar su barba y darle un beso?

—Una propuesta un tanto subida de tono, muchacho, pero por ser usted creo que podré hacerlo.

Ambos rieron con el juego, con segundos después Louis quitando el molesto adorno de su rostro, animando a las pupilas del omega a volverse más oscuras cuando sus sentidos ya estaban nublados por los labios frente a él. Maldita sea, le había echado tanto de menos que era vergonzoso decirlo en voz alta.

Poniendo una mano en su nuca algo mojada por el sudor que probablemente daba el disfraz, Harry acercó la boca de su alfa a la suya, fundiéndose en uno tal y como había deseado hacer. El alfa soltó un gruñido de satisfacción, quitándose los guantes rápidamente para poder tocar la cintura de su omega con sus propias manos, atraerlo hacia sí mientras lo besaba con pasión. Al alejarse, el color negro se había apoderado en una gran parte del azul y el verde de sus ojos. Louis amaba el lado tímido de Harry, pero este nuevo aspecto de él...

Cuando inhaló, Louis se sintió abrumado por el aroma de Harry, incluso cerró los ojos y percibió el creciente aroma de canela. Llenó su pecho y calentó su cuerpo un poco más. Cuánto deseaba en este momento frotar su nariz contra las glándulas sudoríparas de su novio. El alfa dentro de él gruñó ante el olor de su omega.

Instintivamente, Louis alcanzó el borde del cuello de la camiseta de dormir de Harry y hundió la nariz en la suave tela. Con la mente enloquecida por las feromonas, se apoyó contra la mesa del salón, con los ojos cerrados y la camiseta todavía cerca de su rostro.

—¿Por qué nunca me has dicho que era tu cumpleaños hoy?

Esa suave voz en su oído le devolvió a la realidad, a pesar de querer seguir absorto en su adoración al omega frente a él. Cuando abrió los ojos se encontró con Harry mirándolo fijamente, sus suave mano aún en su nuca mandando escalofríos a su espina dorsal.

—En Doncaster celebrábamos las dos cosas el mismo día, no tiene impor...

—¿Cómo no va a tener importa el día que nació mi alfa?

—¿Tu alfa es Jesucristo? —Bromeó.

Harry estalló en una carcajada realmente sonora, pudo incluso despertar a todos los vecinos. El corazón de Louis se calentó observando a su chico echar la cabeza hacia atrás, lágrimas de diversión ocupando el lagrimal de sus bonitos luceros verdes. Louis estaba tan enamorado.

—Tengo tantas preguntas que hacerte. —Siguió riendo sin cesar, mirándole de arriba a abajo con ternura, dirigiéndose a su rostro para dejar en él dulces y cortos besos que a Louis le sentaron como dosis de calor por su sistema. Sentir los labios de Harry siempre fue así.

Kill My Mind | L.S Where stories live. Discover now