Son más que sueños.

Start from the beginning
                                    

Transcurrida la primera semana con muchos altibajos, pudo tener la primera visita por parte de Gertrudis, don Eusebio y sus sobrinos, siendo los hombres los primeros en ingresar a la habitación de William. Tío y sobrino se fundían en un cálido abrazo apenas se veían, soltando una que otra lágrima de felicidad. Luego se estrechaba de mano con don Eusebio, quien se mostraba feliz al saber que a duras penas, William lograba completar una semana sin una gota de alcohol.

—Así es don Eusebio, increíblemente llevo siete días sin beber, y créame que no ha sido fácil.

—Me lo imagino muchacho, llevas muchos años en ese mundo y cuesta dejarlo.

—Igual yo dejaba de tomar en exceso por un tiempo, pero seguía tomando igual, aquí sin embargo ya son siete días como le digo. Siete eternos días sin alcohol.

—La primera semana de una nueva vida para ti muchacho.

—¡Sí tío, tiene que aprovechar de estar aquí y dejar de tomar tanto, —Jeremick se mostraba entusiasmando y optimista a la vez— así vuelve con nosotros!

—¡Claro que volveré enano, mucho antes de lo que piensas! —William le revolvía el cabello al abrazarlo— Solo dame tiempo.

—Pero no demore mucho, quiero que sigamos trabajando juntos, me gustó trabajar con usted.

—Ya verás que pronto volveremos a trabajar juntos, te lo prometo. ¿Y tu madre y hermanas, dónde se quedaron que no me vienen a ver?

—Gertrudis pasó a hablar con tu médico tratante, —le mencionaba don Eusebio— y las muchachas se quedaron con ella. La verdad tus sobrinas no estaban muy convencidas de venir a verte.

—¿Y eso por qué?

—Pues porque pensaban que te verían muy mal.

—¡Son bien tontas mis hermanas!

—Jeremick, no hables así de ellas —le llamaba la atención William— sus razones tendrán para pensar eso. Además, allá afuera se dicen muchas cosas respecto al trato que recibimos aquí, y créeme que muchas de ellas son falsas. Aprende a no creer todo lo que dicen enano, si yo te digo que estoy bien es porque estoy bien.

—Así es mi niño, ya vez que tu tío está bien aquí, se está esforzando por recuperarse y estar alejado de la bebida que tanto sufrimiento le ha dado.

En ese instante, por el umbral de la puerta aparecía Gertrudis junto a sus sobrinas. Apenas las divisaba, William se abalanzaba a las jóvenes para abrazarlas como si llevase años sin verlas, volviendo éste a derramar una que otra lágrima de felicidad por el encuentro. Dicha felicidad se completaría al abrazar a Gertrudis. Su mente buscaba en sus registros cuándo había sido la última vez que se había gestado un abrazo entre ambos, no encontrando por el momento aquel recuerdo.

—Te ves bien Willy.

—Gracias cuñadita, la verdad me he sentido bien en estos días. He tenido uno que otro problema, pero nada grave.

—Ya me di por enterada de eso, tu médico me informó cómo ha sido tu primera semana aquí. La verdad no creí que durarías tanto. —Bromeaba ésta.

—¡Ya somos dos cuñada, ya somos dos! ¿Y ustedes, todo bien en la casa?

—Lo normal, no hay mucho que decir.

—¿Tu madre sigue haciéndote la vida imposible? —Miraba en el acto a don Eusebio, mal que mal, se refería a su esposa— Perdón por decir eso.

—No te preocupes Willy, ya estoy acostumbrado a escuchar cosas así.

—Hay cosas que no cambian Willy, —mencionaba por su parte Gertrudis, sentándose a los pies de la cama y expeliendo un hondo suspiro— y personas que no cambian en lo absoluto.

UNA NUEVA IDENTIDAD. (COMPLETA)Where stories live. Discover now