Capitulo II

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!Advertencia¡  

En este capitulo se presentan violencia no demaciado grafica pero incomoda de leer, se hace alucion a la crusificcion de cristo asi que de antemano se informa que abra giños a la biblia y a todo lo que representa el fanatismo.


Y el cielo y el mar se dividieron.

Dios llamó a esta bóveda "Cielo". Y atardeció y amaneció: fue el día Segundo.

Génesis 1:8

Las gotas carmesíes caían sobre aquella piedra húmeda y mohosas solo se podía escuchar en aquella habitación tenues gritos casi ahogados y el sonido del látigo cortar el aire antes de impactar con aquella blanca piel que ahora ya hacía desquebrajada llena de llagas y cortes ya no era un ser humano ahora era un recipiente vacío que miraba el techo de aquella bóveda de piedra.

-Vamos Hatsikan ríndete ante Dios todo poderoso el abrazara tu cuerpo y lavara tus pecados en cuanto lo aceptes en tu corazón y en tus tierras- pedía el gran Imperio Español mientras con sus manos retiraba el exceso de sangre de aquel látigo. - Vamos ríndete y vos aseguro que terminará al instante solo debes renunciar a tus falsos dioses paganos y todo este infierno terminará.

-Oh hijo, ya has pasado y padecido los trabajos de esta vida, ya ha sido servido nuestro señor de llevarte, porque no tenemos vida permanente en este mundo y, como quien se calienta al sol, es nuestra vida, nuestro señor nos hizo merced que nos conociéramos y conversáramos los unos con los otros en esta vida y ahora, al presente, ya te llevó Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl ya te puso su asiento, porque todos nosotros iremos allá y aquel lugar es para todos y es muy ancho y no habrá más memoria de ti, y ya te fuiste al oscurísimo lugar que no tiene luz, ni más de volver y salir de allí y tampoco más habrás de tener cuidado y solicitud de tu regreso...—Su voz era una caricia para los oídos de cualquiera que escuchara sus plegarias inundada de fe hacia su dios que lo recibiría en el Mictlan para volverse uno con el universo, pero un molesto Imperio español veía con furia y odio aquella acción tan descarada de fe a un dios monstruoso, que clase de dios permitía que su gente muriera en su nombre—Nunca voy a negar a mis dioses para aceptar el tuyo y si he de sufrir hasta la muerte así será y podré ser bien recibido entre mis dioses yendo al omeyocan como un guerrero.

Levantó su maltratada cara para mirar directo al Imperio español el azul celeste de aquel hombre chocaba con sus dos preciados ojos tan diferentes como iguales el verde y el rojo tan profundos y expresivos como el mismo cielo era una guerra entre la fe de cada hombre ahí, el Imperio español lleno de cólera y odio hacia aquella blasfemia e insubordinación negó con una mueca de asco a aquel joven de piel sangre.

-No morirás Hatsikan, te haré añicos poco a poco doblegando tu voluntad clavo a clavo si es necesario para que te quiebres y yo pueda construirte a mi imagen y semejanza como Dios manda ¡Yo el que gobierna este lugar ante el gran Imperio Español! Voy a doblegar tu fe mundana incluso si tengo que hacerte pasar por lo que el hijo de Dios tuvo que pasar con tal de que veas la verdad ante aquellos ojos demoníacos, para que regreses a esa santidad de la que estoy seguro han corrompido un ser como tu solo puede ser un Ángel caído y yo voy a ponerlo de nuevo en la gracia del señor.

Aquella declaración causó un sentimiento de desolación en el corazón puro de Hatsikan, sus ojos dejaban salir lágrimas abundantes, su interior ardía, podía sentir a su gente sufrir y llorar podía sentir la profunda tristeza de los pocos sobrevivientes de su pueblo...

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