–Si es tu hijo, es el mío, asi no sea biológico. Tú y él me pertenecen, y los voy a cuidar porque ya son mi familia.

Miré para otro lado cuando pronuncia esas palabras: Familia. Esa palabra es casi inexistente para mí. Lo más parecido que tuve a una familia fue con mi abuelos y ahora la estoy tratando de formar con Kael, y no quiero darle cabida a este hombre en mi vida. Los recuerdos tratan de venir a mi cabeza pero cierro los ojos y me volteo.

–No sé como supiste mi dirección pero vete, olvida todo lo que ha pasado entre nosotros.

–¡Papa! –El grito hace eco por la pequeña cocina.

Kael pasó corriendo a mi lada.

–¡Hola, campeón! –Maddox se agachó justo a tiempo para recibir a Kael en sus brazos.

Kael pone sus pequeños brazos alrededor de su cuello y empieza a balbucear. La conmoción me deja estática en mi puesto, verlos a los dos juntos es como una bofetada. Cualquier persona con dos ojos y uso de razón sabría que son padre e hijo, se ven idénticos.

Se que dije que le revelaría todo cuando terminara con mi plan de venganza pero siento que tengo una bomba en mis manos. Tengo mucho miedo que cuando se dé cuenta me lo quite, porque si Kael se va de mi lado, me quedaré completamente sola y no podría soportarlo. Sé que también soy egoísta al pensar así y negarle su paternidad a Maddox pero casi toda mi vida no he tenido a nadie, y cuando por fin lo tengo y sé que no se marchará durando muchos años, no puedo evitar pensar en que va a ser arrebatado, por eso no diré la verdad por ahora.

–Maddox, necesito que te vayas. –Le digo acercándome para quitarle a Kael de los brazos pero en ese momento mi celular suena.

Voy hasta el comedor y respondo al darme cuenta que es Daphne, debe de ser para avisar que ya está llegando, así que necesito sacar a Maddox de aquí.

–Hola, Daphne. –Me acerco de nuevo a ellos.

–Angela, hola, mira lo siento. –Se escucha muchos murmullos, por eso ella habla casi que gritando del otro lado. –Te acuerdas que te dije que la boda de ese famoso empresario noruego iba a ser anoche, pues no sabia que la tradición de ellos es celebrar por tres días seguidos. –En ese momento se escucha interferencia y las maldiciones de mi amiga.

–Espera, eso quiere decir que... –Miro a Maddox pero está entretenido con la extensa explicación que Kael le está dando sobre su peluche.

–Sí, ya sé, y lo lamento. Se que quedé de cuidar a Kael todo el día mientras hacías tus cosas pero no voy a poder. –Sobre todo el ruido puedo escuchar la pena de Daphne–. Sabes, tengo una conocida que...

No escucho nada más porque me quitan el celular.

–Hola, Daphne, no te preocupes, sigue trabajando que mientras mi esposa hace sus cosas, yo cuidaré a nuestro hijo. –Hay un silencio–. Sí, no te preocupes. –Cuelga.

Me quedo mirándolo. Kael nos mira a los dos mientras come el sándwich que le pasó Maddox.

–No.

–Sí.

–No, no lo harás.

–Sí, lo haré. Será mi oportunidad de pasar la tiempo con mi hijo, así lo llevaré a la empresa, lo presumiré y le enseñaré lo que algún día manejará, claro, con la ayuda de sus hermanos. –Dice mientras peina el cabello revuelto de Kael.

–Kael no tiene hermanos.

–Aún –dijo guiñándome un ojo.

Se da media vuelta y va al refrigerador mientras saca jugo de uva, el favorito de Kael. ¿Cómo lo supo? Sacudí mi cabeza, eso no importaba ahora.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora