↳ 𝐇𝐈, 𝐀𝐆𝐀𝐈𝐍: 𝐉𝐚𝐲 ♡

2.3K 101 21
                                    

—Narrado en primera persona

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narrado en primera persona.
—Pedido por: eokhel
...

No había razón lógica para que Sunoo me hubiera arrastrado hasta allí, al aeropuerto. No una profunda, sino una estúpida. Meras suposiciones de él y el resto de chicos, "podréis reconstruirlo".
Jay y yo tuvimos algo.
Algo que ya estaba prácticamente muerto, muy a mi pesar, y que de esa forma no podría superar.

A diario extrañaba lo que hacía un año tuvimos, antes de que se marchara un año a Estados Unidos para reencontrarse con su familia, y estaba feliz por él, pero también destrozada hasta algún momento en el que lo nuestro pasó a ser solo un bonito recuerdo. La distancia nunca era nada bueno.

Echaba de menos sus caricias, su sonrisa de felicidad cuando teníamos momentos a solas en los que ambos estábamos dispuestos a regalarnos todo el amor posible. Sus ojos suplicantes de besos cuando trataba de ignorarlo para centrarme en estudiar, sus abrazos repentinos que me atrapaban, sus consejos en los que se convertía en un mejor amigo terapéutico, lo sobreprotector que era... entre miles de cosas que nadie supo hacer igual que Jay. Nadie había conquistado mi corazón, lo que creí posible como un remedio para aquella enfermedad que no debía serlo. No podía seguir pensando en él de esa forma, cuando probablemente todo se había roto por completo. Tal vez él allí había conocido a alguien, o no, pero la cosa se deterioró. No podría ser lo mismo aunque nadie se hubiera sobrepuesto. No lo creía.
Ni siquiera sabía si Jay seguía pensándome como yo a él los primeros meses porque, después, pensé en olvidarlo y el pensamiento fue cada vez más tentador hasta el punto en el que me convencí a mí misma de que lo mejor era olvidar para siempre lo que Jay y yo tuvimos y, poco a poco, lo logré. Ya no sentía repentinamente su tacto alrededor de mi cintura, y sus palabras susurrantes en mi oído. Todo aquello se fue.

Por eso, veía imposible que lo nuestro funcionara de nuevo. Sunoo no tenía razón esta vez.

Ahora estábamos fuera, en el exterior, cerca de la puerta del aeropuerto. Jay saldría por su cuenta y nos encontraríamos con él.

De un momento a otro, comencé a ponerme nerviosa, lo que llamó la atención de Sunoo.

—Yangmi, ¿estás bien? —frunció el ceño, y miró fijamente mi pierna, la cual movía de arriba a abajo con nervios.
—Perfectamente. No te preocupes. —sonreí.

Sunoo, dudoso, se cruzó de brazos y miró a la puerta, después a la pantalla encendida de su móvil.

—Es la hora. Debe de estar a punto de... ¡Oh! ¡Jay!

Cuando escuché que llamaba al chico, alcé la vista, encontrándome con él saliendo de la gran puerta y mirando hacia nosotros.
Primero miró a Sunoo, quien alzaba ambas manos para llamar su atención, con una sonrisa de oreja a oreja. Después a mí, entonces su sonrisa divertida se apagó, y dejó paso a una que no supe descifrar... ¿nostalgia, tal vez?

Con los nervios a flor de piel y sin imaginar que iba a estar así, dándome cuenta de que para nada había pasado página, me acerqué siendo guiada por Sunoo. Apenas podía ir por mi cuenta, así que fue él quien, de nuevo, me arrastró hacia Jay.

Estando frente a él me di cuenta de que no me saldrían las palabras. Era tan alto como siempre, tan bello como de costumbre y su sonrisa era igual de angelical, aquella que me mostró una vez me puse frente a él y vio que yo, por mi parte, no había crecido.

—Sigues igual de enana —puntuó.

Eso era lo primero que me decía después de estar dos meses sin mandarnos mensajes por la simple pereza y el deterioro de lo nuestro. Pero, ahora que lo pensaba, nunca dijimos "se ha acabado". ¿Era necesario acaso?
Para mí sí.
No estaba con la conciencia limpia sabiendo que aún le quería cuando ni siquiera nos comunicamos, que no pude ni contestarle a su burla porque me quedé embobada mirando la belleza de su rostro.

Cuando aparté la vista avergonzada y retrocedí varios pasos, Jay me miró diferente, dándose cuenta de que no estaba de humor para contestar, pues aún estaba con la duda de en qué quedó nuestra relación, que con el paso del tiempo murió, pero no de manera definitiva. Igualmente, él no parecía quererme como yo a él. No sabía que había estado pensando durante su estancia fuera, o si tan siquiera le importó que cada día ambos tuviéramos menos ganas de llamar al otro. Ni siquiera podía descifrar en su mirada si los sentimientos persistían.

Pero entonces, tras darle un abrazo a Sunoo, le susurró algo al oído. El chico me miró, y se alejó poco a poco yendo hacia una cafetería cercana donde supuse que nos esperaría. Yo, después de mirar cómo se iba sospechosamente, me volví hacia Jay de nuevo.

Estábamos rodeados de gente, siendo insignificantes entre la multitud que nos rodeaba y, aunque eran cientos de personas, daba la sensación de que estábamos solos.

Jay agarró valentía y rodeó mi cintura con una de sus manos. Hasta ese momento, no me di cuenta de lo necesario que era aquello para mí, ese tacto que tanto había deseado y que no encontré en nadie.

Me apegó a él sin yo oponer resistencia, y me di cuenta en ese momento de que Sunoo se había llevado sus maletas, dejándolo a él con las manos libres. Entonces me di cuenta de que, tal vez, aquello ya estaba pensando. Por eso Sunoo me llevó hasta allí, y por eso todo aquello estaba pasando.
Tal vez Jay se sentía de la misma forma. Tal y como el primer día.

—¿Qué pasa, Jay? —pregunté. No quería dudar de que lo que estaba pasando era lo que yo creía, pero la duda de si realmente el amor había permanecido, estaba presente.
—¿Por qué tiene que pasar algo para que me acerque a mi novia?

En ese momento sentí que mi corazón daba un vuelco. La parte más rencorosa e insegura de mí quería reprocharle los meses sin hablar, y los otros en los que hablamos pero no parecíamos pareja. Sin embargo, era bien consciente de que el distanciamiento jugó en nuestra contra, y de que la culpa también era mía.
Fuimos los dos, y ninguno creía en segundas oportunidades... hasta ese momento.

—Yangmi, sé que ha sido difícil, pero...

Negué con la cabeza. Para mí, no era necesario que Jay continuara. Me puse de puntillas para tratar de alcanzar sus labios y él, con una sonrisa, agachó la cabeza para corresponderme. Acarició mis mejillas con sus manos y posó delicadamente sus labios sobre los míos, haciéndome sentirme acogida de nuevo, y transmitiendo esa calidez que siempre extrañé.
Ahora lo sabía, que Jay no se separaría de nuevo.

...

𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora