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—Duunn~, ¿y si intentamos salir? Abajo están creciendo muchas flores, sería un gran desperdicio no ir a olerlas~

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—Duunn~, ¿y si intentamos salir? Abajo están creciendo muchas flores, sería un gran desperdicio no ir a olerlas~

El ave giró la cabeza unos 180° para observar al chico. Beomgyu al principio pensaba que se rompía el cuello cada vez que lo hacía, pero con el tiempo fue restándole importancia al ver que no parecía dolido.

Buh uhh.

—¡No hablo idioma búho! ¿Me ayudarás sí o no?

El ave simplemente rodó los ojos y voló hasta quedar cerca de Beomgyu, dándole a entender que le ayudaría en cualquiera de sus locas ideas, principalmente para vigilar que no se hiciera daño.

Beomgyu sonrió ampliamente complacido por la participación del ave, y de un momento a otro sacó todas las sábanas que habían en el armario para empezar a atarlas entre ellas, formando una especie de soga de sábanas bastante larga.

—Bien, la tiraré por la ventana, solo necesito que vueles fuera para que me digas si esto alcanza el suelo o no —demandó mientras tiraba el cúmulo de sábanas unidas por la ventana. No sin antes atar uno de los extremos en los muebles, comprobando que estuviera lo suficientemente fuerte como para soportar su peso.

Aunque la idea era bastante descabellada, Beomgyu se encargó de que fuera lo más seguro posible, sobre todo porque si se hace daño no tendría a nadie para ayudarlo.

Bueno, está Eoduun, pero la ausencia de manos y fuerza no serían de gran ayuda.

Igualmente en ese momento las alas vienen bastante bien, y acatando la orden de Beomgyu, este había volado fuera de la torre, descendiendo hasta donde quedaba el otro lado de la gran soga improvisada.

—¿Llega? —preguntó Beomgyu en un fuerte grito tras asomarse en la ventana.

El búho voló hasta quedar a su altura para asentir con la cabeza, haciendo que Beomgyu sonriera victorioso.

Luego de amarrarse cacerolas tanto en la cabeza como en los codos y rodillas, Beomgyu se paró en el borde del ventanal dispuesto a empezar su misión, solo que sus pies empezaron a temblar cual gelatina nada más ver la gran altura en la que estaba.

Buh uhh —el búho, notablemente preocupado, batía las alas justo frente suyo intentando llamar su atención.

—E-estoy bien, solo son unos k-kilometros...

Buh... —el ave se adentró en la torre, haciendo a Beomgyu voltear un poco para ver a donde iba, pero este simplemente se quedó en la alfombra mirándolo con sus grandes ojos color miel. Aún si no podía hablar, Beomgyu sabía lo que le quería decir.

—Da miedo, pero no me quiero rendir y arrepentirme de no haberlo intentado siquiera —soltó Beomgyu completamente determinado para luego sujetar fuertemente la soga de sábanas, empezando a descender lentamente.

Sin embargo, cuando apenas logró bajar unos 2 metros, había una fuerza que le impedía descender más. Incluso cuando lo intentó, esta fuerza invisible lo elevó y tiró sin cuidado dentro de la torre, haciendo que el búho batiera las alas por el susto.

Beomgyu, algo adolorido, se levantó y lo intentó de nuevo, repitiéndose la misma situación. Pero no se iba a rendir fácilmente, así que todo se repitió unas seis veces ante la confusa mirada del búho, quien no entendía muy bien qué estaba pasando.

En el siguiente intento, Beomgyu ni siquiera se molestó en bajar a través de las sábanas, si no que directamente se tiró por la ventana, acto que hizo al búho volar rápidamente hacia él pensando que se había vuelto loco.

Pero ocurrió lo mismo, esa fuerza llevó a Beomgyu dentro de la torre, solo que esta vez el rubio no se molestó en intentarlo de nuevo, principalmente porque le dolía el cuerpo de todas las veces que fue lanzado al suelo.

El ave se acercó lentamente al verlo cabizbajo, y tras escuchar leves sollozos provenientes de Beomgyu, le dió unos golpecitos en la mano con su pico para preguntar si estaba bien.

—Y-yo solo q-quería ver las f-flores de cerca. Ya m-me cansé de verlas en los l-libros —balbuceaba entre jadeos y sollozos causados por el llanto de la impotencia que sentía—. ¿D-de verdad el hechicero puso t-tanto empeño en mantenerme encerrado?

Después de eso, Beomgyu se pasó todo el día en la cama llorando. Ama vivir en la torre, pero él realmente tenía expectativas en su plan, el cual le haría poder salir siempre que quisiera.

Estaba altamente decepcionado por el gran fracaso. Se sentía como un esperanzado niño cuando todos sus sueños se derrumbaban al toparse con la triste realidad.

Y Beomgyu podría haberse quedado varios días en ese estado de no ser porque a la mañana siguiente amaneció rodeado de las flores que tanto quería ver.

—¿Qué es esto? —cuestionó asombrado, despertando sin querer a Eoduun.

De repente se sentía muy emocionado, como si todos esos sueños derrumbados hubieran vuelto —literalmente— de la noche a la mañana.

Margaritas, tulipanes, lirios, claveles, hortensias... Había de todo un poco, y de colores variados, su habitación parecía una especie de santuario primaveral lleno de agradables olores.

El rubio estaba muy eufórico por la agradable sorpresa. Si bien no pudo salir, al menos pudo ver las flores que tanto quería admirar, tocar y oler.

No sabe quien se las trajo, pero desde ese día, cada vez que Beomgyu estaba algo deprimido, al día siguiente despertaba con su habitación llena de flores.

No sabe quien se las trajo, pero desde ese día, cada vez que Beomgyu estaba algo deprimido, al día siguiente despertaba con su habitación llena de flores

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