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En el reino de los Sustos, las criaturas responsables del temor que sufren las personas cada noche al dormir, existía una crisis alarmante, pues ahora la raza humana estaba liberándose de ese temor primitivo y avanzando a una nueva era donde consideraban las invenciones del cerebro una pérdida de energía, algo tan irreal que ni siquiera merece pensar en ello.Los Sustos comparten mucho con las criaturas orgánicas que hay en el mundo, pero quizá su mayor similitud es el instinto por la supervivencia, haciendo lo posible e imposible con tal de garantizar que existan otro día. 

Esto lo tenía muy claro el príncipe Herneval, futuro rey de toda su especie, pues además de estar perfectamente instruido en la situación que sufrían, también tenía una perspicacia natural que le hacía notoria la condición apremiante.Por orden de la familia, el joven príncipe tuvo que buscar por el mundo humano a quien fuera la fuente de temor que estaban buscando, una persona que comprendiera la mente humana y supiera explotar las debilidades para el beneficio de estos seres asombrosos. 

Fue así como encontró a la joven Francisca Imelda Straffon Paredes, en una casona de clase media en un poblado de Hidalgo e instantáneamente supo que era ella quien tenía todo lo necesario para ser una escritora cuyo poder fuera superior al que cualquier mortal llegaría a tener: manipular los sueños y aprovecharse del miedo.Lo que Herneval nunca esperó fue que al conocer y tratar por primera vez a Francisca, hubo algo extraño en ella, no veía temor en su mirada, tampoco veía una despreocupación juguetona como la que manifestaría pensando que él no era real. 


Ella se veía perfectamente consiente, animada, además de llena de curiosidad por esa criatura humanoide con rasgos de ave.Su trato fue muy cordial en principio, además de llevar juntos un juego de poder, viendo quién podía intimidar al otro primero. Sus conversaciones eran casi de lo más natural, salvo por aspectos en los que se referían a la vida, la muerte, la naturaleza de los sustos y las situaciones paranormales o trágicas que eran el principal punto de partida para cada historia que ella escribía.Lo que nació como una necesidad de encontrar talento, utilizarlo y devolverles la fuerza a los sustos, se fue convirtiendo en un interés absoluto por la humana. 


Después este interés fue revelando una amistad sincera, basada en tantos intereses en común y una forma de interpretar las cosas bastante similar. Sin darse cuenta, Francisca pasaba sus días en el reino de los sustos, con su cuerpo convenientemente escondido en casa, mientras era libre, flotaba y se movía a placer, pudiendo liberar su mente mientras le prestaba un invaluable servicio al reino que siempre fue la causa de su imaginación.Con el tiempo, esta amistad se volvió amor, uno que jamás había conocido Herneval en su corta vida y que sin duda, era la sensación más especial que pudiera sentir. 


Ahora, cuando pasaban los días en que Francisca no podía acudir al reino por sus compromisos sociales y laborales en el mundo humano, sobre todo desde que consiguió una casa editorial que aprobara su obra, él pasaba el día completo pensando en ella, solo atendiendo sus deberes reales a medias y durante las noches se quedaba despierto hasta muy tarde para recordar la morena cara dulce de su escritora.Cuando recibía una carta, entregada gracias a los sustos mensajeros que circulan entre ambos mundos, diciendo que lo esperaba en el lugar de siempre para otra visita, él iba a toda velocidad volando y dando brincos en el aire como un niño.

No había ninguna duda, el príncipe estaba completamente enamorado de Francisca Imelda y esto lo convertía en el hombre más feliz de cualquier mundo, sentía que lo tenía todo, solo faltaba descubrir si ella sentía lo mismo.Después de mucha indecisión, por fin se animó a decirle lo que sentía, después de una larga jornada de escribir y planear en conjunto, decidiendo qué sustos del reino eran los ideales para esta nueva "temporada" de pesadillas. 


Él tuvo una plática muy personal con ella, para después ir preparando el terreno y finalmente, decirle en palabras simples pero tiernas, que era todo para él y que haberla conocido es lo que le hace agradecer haber nacido como susto, en esa época y en ese lugar.Francisca lo escuchó atentamente, con los ojos enormemente abiertos y con un rostro que se notaba colorado incluso en ese color pálido y transparente que tenía su conciencia al estar en el reino de lossustos. 


Ella casi al borde de las lágrimas, mezcla de vergüenza y felicidad, le decía que sentía lo mismo pero que su fuerte nunca había sido "el género de romance", por eso nunca le había dicho nada antes. 

La relación de ambos se dio a pedir de boca, compartiendo el mismo amor y decidiendo que fuera en el mundo de él o ella, estarían juntos y harían que sus vidas tomaran un rumbo en común.

La pluma en el sueloWhere stories live. Discover now