Capítulo 25. «Cinco grandes consejos»

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-¿Qué es este lugar? -preguntó Adaliah. Justo entonces observó una figura apareció de la nada, volando, observando con satisfacción aquella ciudad, lleno de satisfacción y aire triunfante. Skrain.

-El lugar tranquilo de alguien más -contestó Seth-. A diferencia del tuyo, este no está en el pasado, sino es un deseo que podría estar en el futuro.

Así que aquel era el mayor deseo y al mismo tiempo lugar tranquilo de Skrain. Tal vez era su ciudad de ensueño, la ciudad en la que esperaba vivir si lograba aprovechar su poder en favor de sí mismo y de los demás. Adaliah sonrió. Skrain reparó en ellos, y bajó, sonriente, hasta donde estaban.

-Su ciudad es diferente -observó Adaliah con parsimonia-. Mucho más realista. Parece que fuera real, y no fantasmal como la mía.

-Porque él tiene consciencia perfecta de lo que quiere -explicó Seth con facilidad-. Y conoce mi mundo. Ha creado algo real solo con su imaginación, y eso que tiene muy poca consciencia de lo que podría lograr en realidad. Gente real vive en su ciudad. Es un rey, y ni siquiera sabe que, con aquello que sueña, es real.

-¿Y por qué me...? -Adaliah estuvo apunto de expresar sus dudas, (que tenían que ver con el porque le estaba contando a ella aquello, sí, a grandes rasgos, parecía algo sumamente importante), más no pudo seguir hablando, sus palabras se silenciaron sin que ella quisiera, seguramente culpa del gran poder d w Seth, el dios de ese mundo.

-Porque quiero -contestó Seth, y sus ojos se tornaron dorados justo a la par del momento en que Skrain llegó a ellos. Le sonrió, y dijo-: Bienvenido, joven Skrain.

-Yo... -parecía confundido, como si recién se diera cuenta de que ellos realmente estaban ahí, y no eran creaciones suyas, parte de su sueño-, bueno, hola.

Seth se adelantó y lo tomó de la mano, como aún tenía tomada a Adaliah. De un borrón de nuevo fue transportada a un nuevo lugar, al palacio de los sueños.

Adaliah recordaba que tanto Zedric como Piperina lo habían descrito como un palacio grande, blanquecino, y brillante, al estilo clásico, lleno de vida y grandísimo. Ya no se veía así. De pronto se había convertido en un amplio edificio altísimo que estaba lleno de luces, deformándose a lo largo y ancho de una ciudad moderna y estilizada, que tenía todo tipo de personas extrañas y excéntricas, el lugar estaba lleno de figuras, como si aquella fuera la moda del momento. Las personas llevaban peinados extraños, principalmente recogidos, que también eran parecidos a figuras geométricas. Las luces eran mucho más brillantes de lo que Adaliah alguna vez había conocido, y todo, de alguna manera, le transmitía un aura de modernidad y encanto que estaba segura de no conocer.

-Bonito lugar, diosesillo -dijo Adaliah con una sonrisa satisfecha y un tono sarcástico que seguro que a Seth no le gustó, porque frunció apenas visiblemente el ceño por unos cuantos segundos antes de regresar a su sonrisa lobuna y mirada confiada de costumbre.

-La casa de los sueños, es así como le llaman -explicó él-, en un tiempo atrás puede que fuera un deprimente y pequeño lugar muy temido, pero ahora es todo menos eso.

No dijo nada más, simplemente los condujo dentro, las puertas se abrieron de par en par para dejarlo pasar, y los miles de soldados que custodiaban aquel lugar se giraron hacia Seth e hicieron un amplio y monumental saludo al dios que los gobernaba. Los había con todo tipo de apariencias, algunas de lo más extrañas. Además, sus uniformes variaban mucho también. Eran de todos los colores del arcoiris, con el mismo aspecto modelado a forma de figuras geométricas, algunos con hombreras con forma de triángulo, o cuadrado, algunos más extravagantes con curvas, o texturas raras, como sobresalidas. Los colores, aún así, en cierta manera eran sobrios, no destacaban para nada.

Murmullos de SkrainOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz