Capítulo 1

1.8K 189 60
                                    

Siempre se le había considerado un dios cruel y sin corazón, odiaba que su padre lo comparara con su hermana Athena, los dos eran dioses de la guerra, pero como su hermana era la diosa de la guerra justa, tenía el favoritismo de su padre, una guerra era una guerra, y fuese justa o no, siempre había muerte.

Había incluso renunciado a la mujer que amaba, pues su padre no lo quería cerca de ella y había prometido un castigo para los dos, por lo que decidió irse incluso del Olimpo.

Se había dedicado a bagar y participar en diferentes guerras, no tomaba partido de ningún ejército, si invocaban al dios de la guerra, el peleaba y ya.

Hasta ese día que llegó a ese país, creyó que lo habían invocado, pero se encontró con que una chica estaba leyendo algo que hablaba sobre él y las palabras que usaban para invocarlo.

- Ya deeja de leer eso Aome, no hay ningún dios de la guerra que pueda ayudarnos a pelear contra Naraku. - exclamó Inuyasha con irritación, pues estaba algo frustrado.
- Sólo estoy leyendo lo que me pidieron para mí proyecto de historia antigua. - Aome respondió un poco molesta - Además... Se supone que a esta hora tu te vas a verla, no entiendo porque aún sigues aquí.

La vió levantarse del lugar en el que estaba y dirigirse justo en su dirección, por lo que decidió ocultarse para que ella no lo viera, y así poderla detallar.

Estatura mediana, cabello negro azabache y largo, piel blanca, finas facciones y ojos color café, no lo iba a negar, era una mujer hermosa, pero sus ropas no encajaban con la época, las mujeres no enseñaban tanta piel, menos en ese país.

Y por primera vez, supo lo que sentía su padre cuando veía a alguna mortal que llamara su atención, pues ella le atraía bastante en ese momento.

Por otro lado, Aome ya había aceptado que Inuyasha no sentía lo mismo por ella, pero aún seguía doliendole que algunas veces la llegará a comparar con Kykyo.
Claro que le dolia, pues ella no era el reflejo de nadie, y tampoco estaba obligada a ser mejor que su antecesora.

Siguió caminando hasta llegar a la orilla del río, se sento y siguió leyendo el libro de historia antigua, sin darse cuenta de que la estaban siguiendo, no lo noto, hasta que este estuvo frente a ella.

- Así que una sacerdotisa fue quien me invocó. - llamó su atención al pararse frente a ella. -
- ¿Quien eres tú? - la pregunta de Aoem llevaba algo de miedo. -
- Tú me invocaste. - respondió tranquilamente mientras usaba su lanza para recargarse. - ¿A caso no estabas invocando al dios Ares? -

Aome lo miro con sorpresa, si, la ropa que llevaba puesta era la que había visto en los libros, misma que usaban los guerreros griegos, la lanza que estaba usando para recargarse, pero el casco, había visto cascos así en los libros, pero el casco que usaba el hombre frente a ella, ese casco era un tanto diferente.

- Me sorprende que una sacerdotisa requiera los servicios del dios de la guerra sangrienta.  - quitándose su casco. - Aunque tu poder... ¿Quieres eliminar algunos demonios con mi ayuda? -

Cuando lo vio sin el casco,  Aome quedó perdida en esos color miel que más buen parecían ser de un peculiar color amarillo, todo en ese hombre gritaba peligro y atracción.

Su cabello rubio, sus ojos profundos y amenazantes, esa sonrisa arrogante y ese bello rostro, ahora entendía porque cuando sus amigas veían a algún hombre apuesto decían que parecía dios griego.

Pero algo en su mente hizo click,  estaba en problemas,  había invocado a un dios,  ni más ni menos que al dios de la guerra sangrienta,  y todo por estar leyendo en voz alta ese extraño libro que había encontrado en la biblioteca de la escuela.

- Yo... fue un accidente.  - Aome hablo en un susurro,  no sabía como explicarlo. - Yo no quise... No era mi intención que usted...
- En otras circunstancias,  habría asesinado al mortal que se atreviera a hacerme perder el tiempo. - Ares se acercó peligrosamente a ella y acaricio su mejilla. - Pero haré una excepción contigo,  sacerdotisa,  llámame cuando me necesites.

Sin más, desapareció frente a sus ojos, dejándola algo aturdida, preguntándose a sí misma en que se acababa de meter.
Prácticamente había invocado a un dios que según las historias, era alguien cruel que sólo vivía para él combate.

- ¡Aome! - el grito de Sango llamo su atención, lo cual la hizo darse cuentade que no habia sido un sueño. - ¿Estas bien? -
- ¡Señorita Aome! - El tono de Miroku sonaba asustado, y no sabía porque.

Miro a sus amigos,  quienes la veían con sorpresa, como si no pudieran creer que era ella.
Pero no solo eran ellos, Inuyasha, Shippo y hasta Kykyo estaban ahí.

- ¿Qué pasa Chicos? - la pregunta de la azabache los sorprendió, pues pensaron que ella había estado con alguien.
- Después de que te fuiste del campamento, llegó Kykyo. - comenzó a explicar la castaña.
- Ella y Miroku dijeron que sintieron un enorme poder en esta dirección. - Shippo secundado la explicación de Sango. - Pero no era el tuyo.
- ¿Dónde está? - Inuyasha desenvqino a comillo de hacero, logrando confundir a Aome. - ¿Dónde está ese desgraciado que traía el olor de la muerte con él? -

Miroku y Kykyo se mantuvieron al margen, pues ellos habían visto algo que los demás no, durante su preparación habían oído hablar de las marcas que algunos dioses ponían en algunas sacerdotisas para que estas les sirvieran eternamente,  pero la marca que Aome tenía, era diferente,  parecía iniciar en su mejilla, perderse en su pecho, pero continuaba por su pierna y estaban casi seguros de que terminaba en la punta del pie.

Les sorprendía un poco que ella no notara dicha marca, aunque podía ser que ese fuera el propósito,  que los demás lo notarán, menos ella.
Pero de algo estaban seguros, ese dios vio algo especial en Aome para dejar esa clase de marca en ella.

Por otro lado, Aome no sabía como decirles que había invocado al dios de la guerra violenta, y que por eso habían sentido todo ese poder.

- Creo que volveré  a mi casa hoy mismo. - Aome dijo al tiempo que se ponía de pie. - Recordé que tengo que entregar esto para mañana.
- Apenas llegamos hoy a la aldea. - la protesta de Inuyasha no se hizo esperar en ese momento. -
- Dije que me voy. - Aome no espero que Inuyasha le dijera algo más, regreso a la cabaña, tomo sus cosas y se fue.

Guerra Y Paz (Aome x Ares)Where stories live. Discover now